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Policiales 18 de febrero de 2023

Al azar: el método criminal de un motociclista en las calles de Goiaina

Tiago Henrique Gomes da Rocha salía con su motocicleta a matar mujeres por la capital del estado de Goiás, en el sur de Brasil. Cuando la policía logró detenerlo se estremeció con la confesión. Las víctimas eran muchas más que las que se investigaban.

Por Fernando del Rio

Versión leída del artículo

En junio de 2014 Goiania, la capital del Estado de Goiás, la gente tenía otra preocupación que la de no haber quedado entre las 12 sedes para la Copa del Mundo. Apasionados por el fútbol como cualquier brasileño, los goianos siguieron la inauguración del campeonato con un ojo en la pantalla y otro en las pobladas calles, donde las misteriosas muertes de mujeres jóvenes no se detenían.

Más de una docena de víctimas y todas asesinadas por motociclistas que, sin robarles nada, abrían fuego casi de un modo deportivo. El día que comenzó el Mundial de Brasil en medio de un país enfervorizado la policía estatal de Goiás seguía con la idea de que los asesinatos formaban parte de la natural violencia de una ciudad de 1.500.000 habitantes y que eran cometidos por distintos hombres a bordo de motocicletas similares. El último caso, el de la campeona de capoeira, Aparecida Cândida dos Rei (15), había ocurrido el 1° de junio y había sido causado también por un motociclista. El presunto ladrón le había pedido el teléfono a la joven para robárselo. Por los nervios, a la adolescente -que estaba con su novio- se le había caído el aparato y el asesino la había ejecutado de un tiro en el pecho para luego escapar. Esas circunstancias ratificaron la creencia de la policía de que eran hechos de inseguridad urbana, de robos, de los de siempre.

brasilcandida

Aparecida Cândida dos Reis

Cuando el pitazo inicial abrió el juego entre Brasil y Croacia, aquel 12 de junio en Goiania la gente no pudo olvidarse del todo lo que estaba sucediendo en sus calles, pero se dejó llevar por el fervor de un país que había esperado 64 años ese momento. Se esperanzó, tal vez, con la idea de que semejante evento frenaría la ola de violencia. Pero solo tres días después de la apertura del Mundial, Taynara Rodrigues da Cruz (13) fue brutalmente asesinada frente a la escuela primaria a la que asistía. Ella estaba con una compañera cuando se le acercó un hombre en motocicleta que se detuvo y sacó una pistola. El único disparo fue dirigido a Taynara, quien murió en el acto. El criminal le dijo a la amiga que corriera si quería salvarse.

Aún la noticia no se había esparcido ese mismo 15 de junio cuando Thamara Conçeição Silva (17) se había detenido junto a su marido en un banco. La menor estaba embarazada y se había fatigado en su caminata hacia la iglesia. Entonces mientras charlaba con su marido, un motociclista que apenas bajó la marcha al pasar simplemente abrió fuego. Thamara no tuvo ninguna posibilidad de sobrevivir y en su entierro la policía detuvo al esposo por narcotráfico. Creyeron que el crimen había sido una venganza.  Antes de acabarse el día Danielly Garmus da Silva (23) estaba frente a un bar de Setor Jardim Curitiba 4 cuando pasó un motociclista y le apuntó a ella. Disparó varias veces. Sus amigos fueron heridos, pero ella no corrió la misma suerte y murió.

Goiania comprendió que ni siquiera el fútbol podía contra el terror y la violencia. Pero nadie veía en esa acumulación de cadáveres un sesgo de asesino serial. Si bien se trataban de crímenes horrendos, casi nadie sospechaba. La policía continuaba con su pasiva actitud de naturalizar los hechos. Solo una persona pareció descubrir una lógica detrás de los asesinatos de mujeres y fue otra mujer. Una periodista de OPopular llamada Rosana Melo empezó a escrutar los datos que recogía de las comisarías. Y la fisonomía de un asesino en serie apareció.

Interminable

Durante los días que quedaban del Mundial de fútbol no se volvieron a reportar asesinatos de mujeres jóvenes. Fue recién el 19 de julio que Rosirene Gualberto da Silva (28) se convirtió en la siguiente víctima cuando un motociclista se le puso a la par de su Volkswagen Gol y simuló iniciar un asalto. Rosirene intentó sacar la llave del vehículo para dársela, pero el atacante solo le disparó y huyó. A Juliana Neubia Dias, una empleada administrativa, la vida se le fue del mismo violento modo seis días más tarde, al ser atacada a tiros mientras el automóvil Fiat Palio en el que viajaba con su novio y un amigo frenó en un semáforo. Una vez más un motociclista sin motivos había accionado el gatillo.

Rosana Melo se arrojó a la tarea de construir un amplio reportaje que fue publicado poco después en OPopular y en el que aseguraba que, según sus conclusiones, había al menos 15 crímenes de mujeres que guardaban un patrón y que tenían un perfil del homicida coincidente. En Goiania las jóvenes habían cambiado sus rutinas para evitar quedar en la mira del asesino y Melo vio lo que la policía no podía ver. De hecho, cuando el 2 de agosto Ana Lídia de Souza, de 14 años, fue baleada junto a su madre en la parada de colectivos del sector Conjunto Morada Nova, la Policía Civil, insistió en su tozudez. “Estamos convencidos de que no es una sola persona [matando a las víctimas], pero no podemos descartar la posibilidad si aún no hemos podido probarlo”, dijo Murilo Polati, jefe de la Comisaría Estatal de Investigación de Homicidios.

Ampliar mapa para ubicar los 15 crímenes investigados inicialmente.

 

Sin embargo, el artículo periodístico causó gran desconfianza dentro de la fuerza sobre si estaban en lo cierto o no, de modo que se creó un grupo especial para investigar todos los crímenes que Melo había agrupado “dentro del patrón de un asesino serial”.

Así fue que se contabilizaron 15 asesinatos desde el 18 de enero hasta el 2 de agosto. La primera fue Bárbara Luíza Ribeiro Costa (14), muerta a tiros en el Parque Sector Lorena cuando estaba sentada en un banco; un día después Beatriz Cristina Oliveria Moura (23) fue baleada al salir de una panadería en Setor Nova Suiça; la ama de casa Lílian Sissi Mesquita e Silva (28) resultó ser la tercera víctima de esa serie en el Sector Cidade Jardim. Luego siguieron, el 14 de marzo Ana María Víctor Duarte (27) frente a un snack bar en Sector Bella Vista, el 23 de abril, Wanessa Oliveira Felipe (22), tras recibir un disparo en la espalda en una farmacia del Bairro Goiá, el 8 de mayo Janaína Nicácio de Souza (25) y Bruna Gleycielle de Sousa Gonçalves (26), el 23 de mayo Carla Barbosa Araújo (15) y el 1° de junio Isadora Aparecida Cândida (15).

También fueron parte del listado Thamara da Conceição Silva, Taynara Rodrigues da Cruz, Danielly Garmus da Silva, Rosirene Gualberto da Silva, Juliana Neubia Dias y Ana Lídia de Souza.

El equipo de investigación comenzó a trabajar en torno al dato más relevante que tenían, que era el uso de motocicletas. Más de 200 personas fueron entrevistadas, 576 placas de vehículos sospechosos se rastrearon, se buscó en la base de datos de infracciones de tránsito cerca de 50 mil fotografías y se visionaron más de 300 horas de cámaras de seguridad.

Tiago Henrique Gomes da Rocha, un joven de 26 años que había sido guardia de seguridad, leyó todo aquello del grupo especial de investigación en las noticias y también se decidió a cambiar su rutina. Dejó de matar.

La captura

Una de las infracciones de tránsito que abrió el camino hacia el esclarecimiento fue la que una cámara-radar captó el mismo 2 de agosto, poco después del asesinato de Ana Lídia de Souza, el último de la serie. Ese día el fotograma mostraba a un hombre en una motocicleta, algo encorvado por su altura y con la patente evidentemente adulterada, ya que no se correspondía con el vehículo original.

Tras el crimen del 2 de agosto, la policía captó en una cámara de infracción al asesino.

Tras el crimen del 2 de agosto, la policía captó en una cámara de infracción al asesino.

 

La descripción de los sobrevivientes o testigos de los ataques se ajustaba a ese perfil y entonces la policía envió una alerta sobre un hombre de más de 1,85 metros de altura, blanco, que no usaba barba ni bigote, y que usaba una motocicleta con placas adulteradas.

En las semanas siguientes continuó el análisis de los miles de datos hasta que pudo establecerse que en el año 2013 un hombre identificado como Tiago Henrique Gomes da Rocha había sido aprehendido por robar la patente a una motocicleta en el estacionamiento de un supermercado.

Finalmente, el 14 de octubre de 2014, mientras circulaba en su motocicleta por la avenida Castelo Branco, Tiago Henrique Gomes da Rocha fue interceptado. En principio fue un simple control vehicular al reunir las características a las del presunto asesino serial. Conducido hacia una dependencia policial, Tiago Henrique se animó a contar todo lo que guardaba en su interior y los policías quedaron sorprendidos: no solo admitía los 15 asesinatos que se investigaban, sino otros 24 más, que incluían a hombres y a vagabundos.

A lo largo del proceso judicial al que fue sometido se comprobó que su primera víctima había sido un guardia de seguridad de 35 años llamado Aleandro Santos Miranda. Ese homicidio ocurrió el 20 de noviembre de 2011, más de 2 años antes de la serie de crímenes de mujeres. Y que en total fue el responsable de 30 asesinatos. Muchos de los casos fueron confirmados gracias a los peritajes balísticos sobre los proyectiles recuperados del cuerpo de las víctimas y su comparación con el arma 9 milímetros que le fue secuestrada a Tiago Henrique.

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Thiago Herniques da Rocha al ser detenido.

Las cuentas finales dieron que asesinó a 19 mujeres y 13 hombres entre 2011 y el 2 de agosto de 2014. Aunque en algunos de los 33 juicios que se celebraron, Tiago Henrique dijo que muchas muertes nos las cometió y que la propia policía lo obligó a atribuírselas, los jueces no le creyeron. En solo 3 casos lo absolvieron por cuestiones técnicas, pero con la casi certeza de que también los había realizado él.

“Mataba por rabia y al azar. Ni si quiera tenía por móvil el robo”, dijeron.

En Brasil un preso no puede superar los 30 años en prisión y Tiago Henrique Gomes da Rocha recibió una pena acumulada de más de 600 años. La biología no le permitirá cumplir la condena completa y las leyes tampoco. Su permanencia en la cárcel de Goiania podría extenderse apenas 15 años más, si es que antes no se acoge a algún beneficio. Así, Thiago Henrique Gomes da Rocha pagará menos de 1 año de prisión por la vida arrebatada a cada una de sus víctimas.

 

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