CERRAR

La Capital - Logo

× El País El Mundo La Zona Cultura Tecnología Gastronomía Salud Interés General La Ciudad Deportes Arte y Espectáculos Policiales Cartelera Fotos de Familia Clasificados Fúnebres
La Ciudad 18 de febrero de 2019

Alconada Mon: “Este va a ser un año de juego sucio y fake news”

El reconocido periodista de investigación del diario La Nación presentó en la ciudad su libro "La raíz de todos los males" y habló con LA CAPITAL sobre el efecto de la causa de los cuadernos en las próximas elecciones presidenciales. "Este libro es una escalera a los sótanos de la corrupción argentina", señaló.

El periodista del diario La Nación, Hugo Alconada Mon.

por Julia Van Gool

“El sistema argentino está montado para la corrupción y la impunidad”, reza en la contratapa. Hugo Alconada Mon, periodista de investigación del diario La Nación, no da vueltas. Al igual que en sus publicaciones periodistas, en su último libro “La raíz de todos los males” describe de manera descarnada, dura y documentada cómo el poder consigue que “los beneficios de delinquir” sean mayores que el costo de ser descubierto.

Con nombres, fechas y datos precisos, Alconada Mon detalla cómo los empresarios y políticos lavan dinero, cómo lo transportan -hay hasta bolsos específicos- y cómo ese dinero termina financiando campañas políticas y hasta silenciando medios de comunicación.

Pese a ser uno de los periodistas más conocido del país (formó parte del equipo internacional de periodistas que publicó la filtración informativa de documentos confidenciales conocida como Panamá Papers entre otros espacios), Alconada reniega de su exposición aunque reconoce que es “uno de los gajes incómodos pero necesarios del oficio”.

“Por un lado te ayuda a protegerte o a que cueste mucho más el frenarte. Y también es cierto, para ser justos, que hay personas que te atienden el teléfono o incluso te llaman porque te vieron”, señala aunque agrega, entre risas: “Pero aún así prefiero el bajo perfil”.

– En el libro, que está cargado de datos cuidadosamente documentados, aclarás que hay muchas información que quedó afuera. ¿Qué criterio utilizaste?

– Para el trabajo que yo tengo ya eran redundantes. Lo que quise hacer es exponer una práctica habitual y poner ejemplos radicales, peronistas o de varias provincias. O hasta casos locales e internacionales. Y al final terminé teniendo muchos ejemplo que demoraban la lectura y opté por dejarlos afuera. El libro lo escribí y reescribí seis veces, y eso sirvió para detectar estos ejemplos extra. Llegué a tener más de 1 millón de caracteres y si ya de por sí es un libro que te carcome la cabeza, imaginate si además le dejaba setenta páginas más.

– ¿Cuál es el impacto que buscaste generar con el libro, lleno de nombres y datos sobre cómo funciona el sistema de la corrupción?

– Lo que busqué era pegar un sacudón, un baldazo de agua fría. Que la gente se pregunte ¿ahora qué hacemos? La idea con este libro es ofrecer una escalera a los sótanos. Si se quiere ir y ver los sótanos, la pregunta “¿y ahora qué hacemos?” es inevitable. ¿Hacemos como que no existen o hacemos algo? La idea con este libro era eso: una mezcla de provocación y espasmo. Pero quería dejar la pregunta de fondo del epílogo: ¿y ahora qué?

– En pleno año electoral insistís con que “el pecado original” es el financiamiento de las campañas. ¿Cómo creés que va a ser este año, después de la causa de los cuadernos que puso en jaque a los principales aportantes: los empresarios?

– Yo creo que este año las campañas van a ser mucho más baratas. Por la devaluación por un lado; por la recesión, no hay un mango; y porque investigaciones como Lava Jato en Brasil y los cuadernos de la corrupción en Argentina llevaron a que muchos de los donantes habituales de las campañas en ciclos anteriores no puedan poner nada. La Justicia los tiene en la mira y si en este momento sacan los pies del plato y llegan a sacar de las cuentas de las empresas un millón de dólares, se cae el acuerdo cooperación y van en cana. Yo creo que ni siquiera van a ser contactados por los políticos. Otro dato es que nosotros, los periodistas, vamos a estar trabajando para destrabar operetas. Este va a ser el año del juego sucio y de lo que los gringos llaman las fake news. Lo que para nosotros es el famoso pescado podrido.

– Como denuncian que ocurrió con Jair Bolsonoro en Brasil, sobre todo por Whatsapp.

– La fruta y el pescado podrido está circulando por los medios de comunicación, las plataformas digitales. Hoy por hoy es Whatsapp, Instagram, Snapchat, Facebook, Google Plus, Wase. Yo creo que uno de los activos que tienen las fake news es pasar por debajo de los radares periodísticos, que son los que te pueden llegar a parar el carro.

Alconada03

– Volviendo a los cuadernos, ¿creés que los que vieron más afectada su imagen fueron los empresarios?

– Sí. Los periodistas, y también jueces y fiscales, tenemos la tentación de centrarnos en el político, en el funcionario público, mientras que el que la había puesto quedaba corrido atrás, a un costado. Por primera vez vemos a esos grandes señorones, que hablaban en todos los Coloquio de IDEA con el dedo levantado y pidiendo seguridad jurídica, transparencia y ética, con las manos esposadas. Entonces yo creo que sí (los empresarios fueron los más afectados), pero creo que aún falta muchísimo por salir a la luz.

– Como por ejemplo…

– Hay que ver hasta dónde los jueces y fiscales, que no solo es Bonadio porque ya hay ramificaciones que tienen otros jueces, querrán investigar, podrán investigar y los dejarán investigar. Ejemplo: si vos ya tenés cuatro grandes empresarios del sector de transporte que admitieron que pagaron sobornos para conseguir los subsidios, una tentación de los jueces y fiscales puede llegar a ser decir: “Listo, lo cerramos acá, que los manden a juicio y que los condenen”. De hecho, sería la primera vez que condenan a Aldo Roggio, uno de los cinco grandes empresarios de la Argentina de los últimos cuarenta años. Pero la otra opción sería: si yo tengo los cuatro grandes empresarios, llamemos a los otros seis del top ten y preguntemos. Muchachos, yo tengo a los cuatro elefantes pero ustedes seis, ¿no pagaron sobornos? ¿qué significa? ¿que son más chicos que Roggio y que él no aguantó la presión y ustedes sí? Y una vez que tenés el top ten, seguís con el resto. Del mismo modo hay que hacer con los financistas, ¿cómo cambiaban el dinero los políticos y empresarios implicados?

– ¿Y de qué depende que la causa avance en ese sentido?

– Depende de la presión que realmente haya para que eso pase. Y uno de los riesgos que tenemos sobre esto es el paso del tiempo. Porque, obviamente, con el paso del tiempo hay otros escándalos que salen a luz y terminan siendo más urgentes y tapan lo anterior. Norberto Oyarbide (ex juez federal argentino) era un experto en eso. Sobreactuaba las investigaciones cuando estaban recién arrancando y cuando la gente dejaba de mirar, ¡pum!, te mataba una investigación.

– ¿Existe algún actor político o alguna herramienta democrática que te parezca que pueda implicar una nueva manera de hacer política?

– El cambio pasa por “abajo” y “arriba”. Arriba necesitás verdaderos líderes que se la banquen y que digan como Winston Churchill: “Muchachos, estamos jodidos, así que sudor y lágrimas; una generación entera va a tener que comer polenta”. Ahora, el punto es: a esos líderes, que realmente impulsan ir hacia un lado sin estar midiendo la encuesta berreta del día, ¿los votaría la sociedad? Hasta que no tengas eso, es difícil.

– Pero la presión social en Argentina es fuerte. La marcha en contra del 2×1 para los genocidas podría ser un ejemplo de muchos.

– Es que nuestra sociedad creo que es episódica o adolescente. Es decir, que puede lo más y puede lo menos. Si realmente se compenetra pone el corazón y el alma y le echa garra. Pero si se desengancha, olvidate. La sociedad argentina tiene aspectos que son lo más, como cuando se movilizó por el crimen de María Soledad Morales; por la 125, se esté o no de acuerdo; por el fiscal Nisman; por la Justicia. O cuando se solidarizó con La Plata después de la inundación. Pero como pasa eso, ¡pum!, se desconecta y chau. Uno de los desafíos es eso: una presión que sea constante.



Lo más visto hoy