Opinión

“Alea iacta est” (“La suerte está echada”)

por Silvano A. Penna

Señores Senadores de la Nación:

En estos días Uds. han tenido el privilegio y la responsabilidad de escuchar las más diversas opiniones sobre el proyecto de despenalización y de legalización del aborto en la Argentina. Ya por estos días la suerte está echada, y el futuro de la Argentina y de muchos argentinos (nacidos y por nacer) está en las manos de Uds., que se levantarán o bajarán entre la tarde del 8 y la madrugada del 9 de agosto.

Dios, “fuente de toda razón y justicia” (Preámbulo de la CN por la cual juraron) los asista en tamaña responsabilidad, para que estén a la altura del privilegio que les ha sido conferido por el pueblo de sus provincias y de la Nación toda.

A esta altura del debate parlamentario y social, me permito hacer el siguiente “racconto” de algunas cuestiones que, me parece, han sido centrales en todo este tiempo.

Pero antes de ir a ello, parece importante considerar algo: se suele descalificar la postura contraria al proyecto, expresando que los Senadores deben dejar de lado “sus creencias”. Pero, me pregunto, ¿acaso quienes lo promueven no tienen “creencias”? Nadie cree que las argumentaciones, en uno u otro sentido, sean totalmente asépticas, en términos de creencias. De todos modos, en la inmensa mayoría de los casos, no se usaron argumentos de creencias religiosas, así que la descalificación carece de sustento. Es por ello que en esta presentación intentaré resumir los distintos órdenes de argumentos sin necesidad de recurrir a creencia religiosa alguna, no porque no la tenga (¿acaso es malo tenerla?) sino para apelar a la buena fe “natural” de los señores Senadores. De todos modos, también me pregunto: ¿Los partidarios del aborto podrían hacer lo mismo sin recurrir a sus “creencias antirreligiosas”?

Pero vamos a lo nuestro:

La embriología ha comprobado de modo contundente que en la primera célula, fruto de la unión de los cromosomas materno y paterno, hay un nuevo ser, y que es un ser humano, con información genética propia y distinta de sus gestantes. Por sentido común, en algunas instancias del debate esto ha dejado de discutirse (al menos, seriamente, si es que le creen a la genética o han visto alguna vez un aborto o un bebé en una ecografía). Pero parece que para algunos no alcanza ser un ser humano para ser persona humana… ¡Qué peligroso es eso! ¡Si el Estado y el derecho definen quién es o no persona, estamos jugando con fuego! Espero que los señores Senadores tomen conciencia de ello.

¿Necesitan algo más?

La medicina ha dictaminado que el arte y la profesión de curar, desde siempre, y además con apoyo en el “Juramento Hipocrático” (ése que parece que ya no se hace, pero que sí se hace y que tantos médicos hicieron, y siguen haciendo, aunque no lo recuerden) están dirigidos a salvar vidas, a curar al enfermo, a promover el bienestar de la salud… ¡Pero jamás a matar! Y si faltaba algo, como argumento de autoridad, la Academia Nacional de Medicina lo ha dicho claramente.

¿Necesitan algo más?

El derecho también se ha expresado claramente: el proyecto que vino de Diputados (con ajustada mayoría) es injusto, por ser contrario al derecho natural (que no es de origen cristiano, sino que hunde sus raíces en Aristóteles y Cicerón, entre otros, que vivieron y enseñaron antes de Cristo, dicho esto por si algún ingenuo no lo advirtió), pues los derechos fundamentales “se tienen” y los Estados los deben “reconocer”, no otorgar.  Por algo esa es la terminología (reconocer) de los Tratados Internacionales, desde 1948 en adelante… Además, como si fuese poco, el proyecto es inconstitucional, como tantas veces se ha dicho y con apoyo en el mismo texto expreso de la Constitución y en la autoridad de los mejores constitucionalistas del país (Gelli, Bianchi, Badeni, Sagüés, Vanossi, entre otros). Ahora, si no les creen a ellos, pregunten a los estudiantes de derecho de todo el país de qué libros estudian la interpretación del texto constitucional. Y por si fuera poco, también la Academia de Derecho así lo ha sostenido.

¿Necesitan algo más?

En cuanto a la esencia del derecho penal también se deben considerar dos aspectos: por un lado, que “despenalizar”, en términos jurídicos penales, es quitar la protección a un bien jurídico que se considera que ya no merece ser protegido. ¿Han pensado en ello? Estaríamos diciendo a los argentinos y al mundo que la vida de la persona no nacida ya no merece protección jurídica. Por otro lado, “legalizar” significa decir que una conducta es considerada un derecho. ¿No les parece raro? Algo que era delito se quiere ahora no sólo despenalizar sino transformar en un derecho. O antes o ahora, alguien está o estuvo muy equivocado. El proyecto, seamos claros, permite matar el niño en el vientre materno, en cualquier tiempo y por cualquier motivo. Despenaliza y legaliza hacerlo.

¿Necesitan algo más?

La sociología también ha brindado instrumentos muy útiles a la decisión: la inmensa mayoría de las encuestas han mostrado que el pueblo argentino quiere proteger la vida del niño en el seno materno, quiere también salvar a la madre y les pide a Uds. que sean creativos y valientes para afrontar proyectos legislativos y exigencias al Poder Ejecutivo que defiendan la vida del más débil e inocente sin dejar de atender la situación de vulnerabilidad de la madre que no quiere tenerlo. Hay modos, y experiencias exitosas concretas que se han expuesto. ¿Se imaginan todo el poder y los recursos del Estado ordenados a esa noble y doble finalidad? Por otro lado, es necesario que sepan leer la realidad sociológica de las provincias más allá de Buenos Aires. Sean capaces de ver, en ese interior profundo que tanto ha servido a constituir nuestra Nación, el amor a la vida, a las dos vidas, que muchas veces la pantalla de TV (quién sabe bajo qué motivaciones e intereses) no alcanza a mostrar.

¿Necesitan algo más?

Además de todo, ha quedado en claro, estadísticas mediante, que no estamos frente a una problemática social acuciante, a un grave problema de salud pública, a situaciones que por su urgencia requieren del Congreso de la Nación deje de atender otras importantes cuestiones y se aboque a esto. Más bien parece (es el sentir popular, créanme) que ha sido un debate “impuesto” por una agenda de intereses políticos y económicos muy importantes y foráneos; y/o una agenda de “distracción” para desviar la atención de otros problemas más serios de la política doméstica.

“Alea iacta est”. La suerte está echada y casi todos Uds. ya tienen su decisión tomada. No me arrogaré yo la vanidosa (y vana) pretensión de cambiarles algo. Pero creí necesario poner “blanco sobre negro”, en el repaso de argumentos, algo contundente: no hay fundamentos serios en lo biológico y en lo médico; en lo jurídico natural, constitucional y penal; y en lo sociológico y estadístico, que justifiquen dejar de respetar la vida de una persona por la sola circunstancia (ajena a él) de que aun vive dentro del vientre de su madre.

Nada más. Muchas gracias.

(*): Abogado, profesor universitario y funcionario público del Ministerio Público Fiscal de.Mar del Plata.

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