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Opinión 7 de septiembre de 2023

Alfabetización: La Escuela no tiene edad

 

Por Pablo Ariel Podestá

 
Cada 8 de septiembre se celebra el Día Internacional de la Alfabetización. Fecha declarada por la UNESCO en 1967, con el objetivo de concientizar sobre la importancia de la alfabetización. La UNESCO eligió este día para recordar a la comunidad internacional la importancia de la alfabetización y para promover la educación de personas jóvenes y adultas.

La alfabetización es fundamental para el desarrollo personal, económico, social y comunitario de las personas. Las personas alfabetizadas tienen más posibilidades de acceder a la educación, al empleo, a la salud y a una vida comunitaria integrada. El Día Internacional de la Alfabetización de este año 2023 se celebrará en todo el mundo bajo el lema Promover la alfabetización para un mundo en transición: sentar las bases para sociedades pacíficas y sostenibles.

Nuestro país tiene una rica y larga historia de educación popular. Desde la formación misma del Estado Nacional Argentino la educación tuvo un lugar destacado. En ese contexto, como batalla cultural civilizatoria que tenía como objetivo formar una nación moderna. El primer Censo Nacional de 1869, encargado por el Presidente Domingo Faustino Sarmiento, estableció que la población era de 1.877.490 habitantes. Al mismo tiempo, los datos recogidos permitieron advertir que más del 70 por ciento de la población era analfabeta. La respuesta a este diagnóstico fue convertir al país en una Escuela.

El primer Congreso Pedagógico Nacional (1882) fue un acontecimiento central que permitió diseñar la política educativa que debía regir la educación pública. La consagración fue la Ley N°1.420 de Educación Común (1884) que estableció la educación primaria obligatoria, gratuita -y en efecto laica- para todos los niños de 6 a 14 años de edad. Esta ley fue un hito importante en la historia de la educación argentina y marcó el comienzo de la construcción de un sistema educativo nacional. La educación de personas adultas estuvo presente en la primera Ley. Se incluyó la oferta educativa para personas adultas, semejante a la educación primaria común y gradual, pero en el turno nocturno.

La acción del estado en materia educativa se caracterizó por la magnitud de recursos destinados. Con la Ley Lainez (1905), complemento de la Ley N°1.420, se estableció que el Estado Nacional debía construir Escuela en las provincias que las solicitaran. El Consejo Nacional de Educación estaba encargado de administrar estas escuelas y de supervisar su funcionamiento. La Ley Lainez tuvo un impacto significativo en la reducción del analfabetismo en las zonas rurales y en las provincias. Estas políticas educativas tuvieron su efecto, para 1914 el analfabetismo había descendido al 30% de la población.

Entrado el Siglo XX, con la masiva llegada de la inmigración europea, la acción educativa del Estado se vio complementada con el asociativismo de la sociedad civil y las ideas de anarquistas y socialistas. Se crearon los primeros sindicatos, asociaciones mutuales, bibliotecas populares, escuelas libres y otras experiencias educativas que complementaron -y también compitieron- con la instrucción estatal. En estas experiencias la alfabetización tuvo un lugar central, acercando las primeras letras y cálculos a los sectores populares.

Durante las primeras presidencias de Juan Domingo Perón la educación se fortaleció. La política educativa del peronismo tuvo como objetivo principal la democratización del acceso a la educación. Perón creía que la educación era un derecho fundamental de todos los ciudadanos, independientemente de su condición social o económica. Se extendió la educación primaria a 7 años, se crearon escuelas técnicas y se mantuvo un sostenido aumento del presupuesto educativo. El campo de la educación de personas jóvenes y adultas se vio fortalecido en esta etapa, especialmente en el proceso de surgimiento del trabajador como sujeto pedagógico, pero interpelándolo también como sujeto político. En 1955, la tasa de alfabetismo en Argentina era del 94%, posicionando a Argentina en el país más instruido de América Latina.

En la segunda mitad del Siglo XX se implementaron programas educativos. El gobierno de Arturo Illia llevó a cabo el Programa Intensivo de Alfabetización y Educación de Adultos. Esta experiencia sentó las bases para la creación, en 1968, de la Dirección Nacional de Educación de Adultos.

En 1973, con el retorno del peronismo, se implementó la Campaña de Reactivación de la Educación del Adulto para la Reconstrucción (CREAR). Su lema era “el pueblo educa al pueblo”. Una característica de la CREAR fue la utilización del método de alfabetización de Paulo Freire y el reconocimiento de la cultura popular como la producción de los grupos subalternos. Estos programas fueron exitosos, siguieron logrando la reducción del analfabetismo. Ese mismo año, el 27 de noviembre, se creó en el ámbito de la provincia de Buenos Aires la Dirección Provincial de Educación de Adultos.

Con la última dictadura militar, se instauró el terrorismo de estado, también en el ámbito educativo. La modalidad de educación de personas jóvenes y adultas inició un proceso de desarticulación y de debilitamiento del sentido de la modalidad, sobre todo por la transferencia de los establecimientos de educación básica de adultos a la órbita de las jurisdicciones.

Con la vuelta de la democracia, el gobierno de Raúl Alfonsín se enfrentó al desafío de reconstruir un país devastado en todas sus áreas, la educación era una de ellas. Se implementó el Plan Nacional de Alfabetización en el contexto de necesidades del nuevo gobierno con respecto a la toma de conciencia sobre la importancia de la democracia. Durante los años ‘90 se sancionó la Ley Federal de Educación que redujo a la modalidad de educación de personas jóvenes y adultos a un régimen especial entrelazando la educación con las ideas de mercado.

En 2006, durante la presidencia de Néstor Kirchner, la Ley de Educación Nacional Nº26.206 inició un camino de restablecimiento de la especificidad de la educación de personas adultas, restituye su carácter de modalidad, agregó el concepto de “Jóvenes” al de “Adultos” y se fundamentó nuevamente en el concepto de educación permanente a lo largo de la vida.

La educación popular en Argentina, como se refleja en este breve e incompleto recorrido histórico, tiene una rica tradición y destacadas experiencias que llevaron a expandir la alfabetización hasta llegar a los índices de alfabetización más altos en América Latina, detrás de Cuba.

Sin embargo, aún existen personas en situación de analfabetismo en nuestro país que todavía no aprendieron a leer, escribir y calcular. Estas personas fueron sometidas históricamente a relaciones sociales desiguales y asimétricas, donde la vulneración de sus derechos ha sido multidimensional además de educativa.

Por último nos preguntamos ¿qué es la alfabetización en una persona adulta? Es la oportunidad de intercambiar saberes, experiencias y vivencias con otras personas. Es un espacio posibilitador que no solo le permite aprender a leer y escribir, le permite socializar, ampliar derechos, resignificar sus trayectorias educativas y continuar estudiando a lo largo de la vida. En este nuevo aniversario del Día de la Alfabetización queremos difundir, desde esta perspectiva de derechos, la idea de que la Escuela no tiene edad y nunca es tarde para volver a estudiar. Nuestro reconocimiento a quienes no se rinden y se dan nuevas oportunidades para seguir aprendiendo.
(*)  Profesor en Historia (UNMDP), Especialista en Educación y TIC (INFOD) y Licenciado en Gestión Educativa (UDE-La Plata).
Actualmente se desempeña como Subdirector de Educación de Jóvenes, Adultos y Adultos Mayores de la Dirección General de Cultura y Educación de la provincia de Buenos Aires.

Pablo Podestá.

Pablo Podestá.