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Policiales 18 de marzo de 2021

Datos, disparates y secretos sobre el submundo de los patrulleros

Siempre son el centro de la mirada. Patrulleros rotos, dados de baja con apenas un año de uso, mal cuidados, sin mantenimiento. El recurso discrecional y de propaganda política más llamativo de la Policía Bonaerense. Ingreso a un mundo desconocido.

Distrito Descentralizado El Gaucho: la imagen es elocuente.

Por Fernando del Rio

“Manejate”. Es una palabra que ofrece un juego. Ordena, define, resigna. Manejar el desmanejo de algo que se maneja. Es la palabra más usada, la que más baja desde ese arriba que es la verticalidad institucional, cuando se rompe un patrullero de la Policía Bonaerense en Mar del Plata. “Manejate” significa acudir a la informalidad en el proceso de refacciones y no generar un gasto extra a las menguadas arcas oficiales. “Manejate” es llamar al mecánico del barrio o acudir a los cementerios de móviles y buscar aquellos repuestos que puedan injertarse en un intento por recuperar el patrullaje. Es asomarse al gris ámbito de los favores particulares, con todo lo desaconsejado que está este tipo de práctica cuando quien los recibe es una fuerza de seguridad.

La problemática del deterioro de los patrulleros policiales en Mar del Plata (en la Provincia) trasciende las gestiones porque es cultural y porque hay un destrato que parece no poder revertirse. “Si un móvil se queda, viene un policía manejando otro y lo empuja. Pero no te imagines que lo empuja de la misma manera que empujaría a su propio auto”, confiesa uno de los tantos policías que aceptan participar de la nota con la misma condición: el anonimato. “No podemos decir la verdad”, se lamenta.

Una torre de patrulleros en Rawson y Tres Arroyos

Una torre de patrulleros en Rawson y Tres Arroyos (Fotos aéreas Pablo Funes)

Esa verdad oculta, pero sospechada por cualquiera que preste atención, es la que define el mundo de los patrulleros. Habrá quien entienda que se trata de un tema menor, pero eso es por ignorar los fundamentos elementales de las políticas de prevención del delito. Un patrullero operativo es un momento, es un lugar y es una acción preventiva de alta eficacia. En el antes y en el después del delito, el móvil policial es clave en su importancia. El patrullero disuade y también interviene, es el medio de transporte por excelencia de un sistema que necesita del traslado. Por si no está claro, el patrullero en funcionamiento impide un robo, persigue a un delincuente, ayuda a cortar calles ante una emergencia médica, notifica órdenes judiciales y hasta puede colaborar a devolver a un niño o a un anciano perdido a su casa.

Mar del Plata es una ciudad con necesidades diferentes. Tiene un casco urbano propio de una metrópoli, no en su definición de ciudad madre sino de ciudad grande. Anillo exterior periférico con carencias de infraestructura y demandas socioeconómicas, anillo medio populoso y de perfil habitacional, anillo interno o primario de centros comerciales, turismo y otras características atractivas para cierto tipo de delito. A eso se le agrega un área rural amplia, otra industrializada y un litoral costero. Todo confluye para una complejidad relevante a la hora de establecer estrategias de prevención en las que el patrullero es fundamental, análisis lo suficientemente conocido en las esferas policiales como para desatenderlo.

Pato roto, pato quieto

Aunque se mencionaron diversos motivos para el sacudón que se le dio a la policía de Mar del Plata hace un par de semanas, el principal fue el reclamo del intendente Guillermo Montenegro al mismo ministro Sergio Berni sobre la falta de recursos. Hombres y patrulleros. El ministro de seguridad bonaerense habría explicado que los números eran los correctos y que si no había patrulleros a la vista era por una mala administración o distribución.

A juzgar por los datos operativos del último fin de semana, una parte de razón tenía el ministro porque, con los aires de cambios insuflados por la nueva jefatura, salieron a patrullar algunos móviles que operativamente estaban desperdiciados. Otra parte de razón tenía el intendente porque en estos días se sumarán 40 Ford Rangers a la flota local.

Sin embargo, el mal del móvil roto es endémico, forma parte de la cultura de la institución y solo hacer una recorrida por las comisarías, por el Distrito Descentralizado El Gaucho o Parque Camet puede dar una noción de ello. Hay una propensión a descuidar ese recurso de parte del policía raso y, luego, una desatención estatal para mantenerlo, refaccionarlo y readecuarlo.

Una camioneta modelo 2020 ya aparece fuera de servicio en el Parque Camet.

Una camioneta modelo 2020 ya aparece fuera de servicio en el Parque Camet.

La flota actual de “patos” (patrullero en la jerga policial) está compuesta por varios modelos de vehículos, que van desde las archiconocidas Toyota Hilux hasta los menos vistos Fiat Siena, pasando por Toyota Ethios, Renault Oroch, algunas Renault Kangoo. Volkswagen Amarok, Chevrolet Corsa y las flamantes Ford Rangers. Gestionar el uso de los patrulleros para que estén en condiciones de circular -estar operativos- dado el alto grado de daño y deterioro que se observa. Dejando de lado la fase del destrato, un ítem pendiente para la fuerza en términos de capacitación y sanción, es real que son vehículos sometidos a una permanente utilización, con casi 100 mil kilómetros por año.

Cuando un móvil se rompe (desperfecto, mal uso, choque o vandalismo) se activa un proceso poco eficaz para su reparación. “Mano de obra tenemos, hay un par de talleres policiales, pero lo que no tenemos son los repuestos”, dicen algunas fuentes. El arreglo del tren delantero de una Toyota Hilux tiene un costo inalcanzable para las partidas de dinero que pueden “bajar” desde La Plata. Además la respuesta no suele ser inmediata y ha habido casos, según reportan los mismos miembros de la Policía Bonaerense, de demoras de más de 6 meses para contar con el repuesto que permita recuperar ese patrullero roto. Entonces ése pasa a ser un “móvil radiado”, es decir un patrullero fuera de servicio, que debe ser denunciado administrativamente en esa condición.

El límite entre lo gris y lo negro

EL AVL es el sistema de trazabilidad que tienen los patrulleros y sirve para saber todo sobre su movimiento. Está vinculado al sistema de radiocomunicación y es por eso que cuando un móvil queda “radiado” se le debe extraer el equipo. Si un patrullero que no funciona no es “radiado” y si por alguna razón se hace una auditoría (puede ocurrir que por un denuncia interna se haga la inspección) se corre el riesgo de un sumario contra el responsable. ¿Por qué? Porque cada patrullero recibe una tarjeta para la carga de combustible y, aunque la rendición se hace por kilometraje, el Universo no ignora que allí hay un terreno propicio para la ilegalidad, para lo ilícito.

Años atrás se conoció una maniobra extraordinariamente audaz e impune con la alteración de los odómetros de móviles del Comando de Patrullas.

El ciudadano común, apenas con observar la calle, puede distinguir un parque automotor policial bastante diverso, con móviles 0Km y otros atados, literalmente, con alambre, sin luces, chocados, sin patentes. Con escaso mantenimiento y atención para evitar daños más onerosos: “nadie le cambia las correas a los móviles entonces recién nos damos cuenta de eso cuando se clava el motor y ¿qué pasa?, móvil radiado”.

Solo una comparación para entender la importancia de no hacerle mantenimiento: un remís o taxi puede realizar entre 8 y 10 mil kilómetros al mes. Una vez al mes se le cambia el aceite. El patrullero hace un kilometraje parecido, pero los fluidos no son renovados con esa frecuencia.

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Problemas de embrague, frenos o motor tienen un costo tan elevado que la solución pasa por algo que nadie reconoce en voz alta. Los talleres mecánicos particulares, el mercado de las autopartes y el intercambio de favores. Todo eso, por supuesto, por fuera de la órbita de la Dirección de Talleres Policiales y la Dirección Provincial de Logística Operativa del Ministerio de Seguridad provincial. Nadie podrá negar que, del mismo modo que una comisaría o dependencia mejoran su infraestructura casi por obra y gracia del donante “anónimo” (pintura, aberturas, amueblamiento, sanitarios e incluso computadoras), los patrulleros también reciben esos benditos actos de irrastreable solidaridad para seguir operativos. Es el histórico autofinanciamiento de la Policía.

La caja chica de las comisarías es un refuerzo que llega mensualmente cuando llega. Esa frecuencia suele no ser respetada y en el año 2020 menos de la mitad de los meses tuvieron ese dinero a disposición de los administradores locales. Cambiarle los fluidos a los patrulleros, algo tan necesario para el desgaste diario que tienen, debe resolverse con esa caja chica que no llega a los 10 mil pesos por mes. Aclaración: esa caja chica debe utilizarse también para otros insumos de oficina o limpieza.

Mar del Plata tiene un par de talleres oficiales. Uno funciona en el viejo Comando de Patrullas, Laprida y Tucumán, aunque allí solo se puede ofrecer mano de obra. Otros, casi artesanales y dependiente de la voluntad de los propios policías, tienen lugar en las bases del Comando de Patrullas. “Depende de cada comisario y de cómo quiere tener su jurisdicción cubierta. Si esperas por los carriles oficiales a que te los arreglen, en un año están todos los móviles fuera de servicio”, dice casi entre susurros otro policía y antes de cortar advierte que “esto queda entre nosotros…eh, no vas a publicar mi nombre”. Dicen que están en gestiones para ponerle fin a ese problema con la creación de tres talleres. Dicen.

Vale decirlo. Están los policías que se esfuerzan por cuidar los patrulleros y arreglarlos, y están los otros. Años atrás la Secretaría de Seguridad del municipio advirtió una maniobra que nadie habría llegado a imaginar. Eran los tiempos en los que la Municipalidad contribuía con cubiertas, baterías, nafta y arreglos de los patrulleros. En una ocasión –en el afán por controlar esos recursos asignados- se descubrió que un integrante del Comando de Patrullas había chocado intencionalmente su móvil para dejarlo fuera de servicio. ¿Cuál era el objeto de semejante acción? No tener patrullero disponible para los días siguientes y así, al quedar como personal ocioso, ser reubicado en servicios adicionales. El servicio adicional le hace ganar dinero extra a un policía; el patrullaje, no.

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Los cementerios

En la plaza Antonini de Tolosa, esa localidad algo olvidada del partido de La Plata, está el verdadero cementerio de Patrulleros. Allá van a parar todos desde Chivilcoy,  Merlo, Junín, La Matanza o Mar del Plata. Cuando se les da de baja terminan allí y se los compacta. Luego con lo que recaudan de la chatarra se hace una donación a algún hospital provincial para que compre insumos que el Estado no le da por otro lado. Pero Mar del Plata, como una de las jurisdicciones más grandes de la provincia, también tiene su camposanto, donde los esqueletos de los patrulleros se amontonan en un canto al desperdicio.

El Distrito Descentralizado El Gaucho ofrece una impactante imagen del destino final de los patrulleros en Mar del Plata. Decenas de móviles estacionados con prolijidad esperan  por su traslado y compactación. Pasa lo mismo en el Parque Camet, en distintas comisarías, en la planta de Santa Paula, en el predio de Tres Arroyos y Rawson, en Libertad y Tandil… En un terreno lindante a la comisaría decimosexta hay 47 patrulleros incendiados, oxidados, depredados. El fuego que los afectó tiempo atrás se inició misteriosamente en más de una ocasión.

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Predio lindante a la comisaría decimosexta con patrulleros incendiados.

La vida útil de un patrullero, asegura el ministro Sergio Berni apoyado probablemente en estadísticas, es de tan solo 1 año. Tal vez para no contrariar ese número es que nadie hace demasiado y mucho menos se asombra si, por ejemplo, ve una Toyota Hilux modelo 2020, impecable salvo por el choque en la parte delantera, ya a la espera de un arreglo que nunca llegará.

En la fuerza policial sobrevuela el concepto de que un patrullero es un recurso descartable, perecedero, total la política lo solucionará en algún momento, en un círculo vicioso, peligroso y destructivo. Porque muchos se amparan en esa práctica de la política de usar la renovación de móviles (con sus rimbombantes ceremonias de entrega) como un acto de gestión para después plotearlos con algún mensaje proselitista.

El cambio es cultural y los cambios culturales solo germinan de acuerdos colectivos.