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Alvarado: que un mal final no borre la película completa

El presente opaco no debe correr del eje al club marplatense, que tuvo una temporada satisfactoria en la Primera Nacional. Promovió y consolidó juveniles, forjó una identidad de juego y compitió con altura ante rivales con mayor presupuesto y jerarquía.

Por Juan Miguel Alvarez

La presente temporada de Alvarado en la Primera Nacional dejará muchas cosas positivas. El club marplatense compitió de igual a igual ante rivales de mayor presupuesto, promovió y afianzó juveniles, forjó una identidad de juego y no descuidó el plano institucional ante el desafío deportivo de afirmarse en la segunda división del fútbol argentino. Que los últimos malos resultados, en el tramo final de campeonato, no borren el desarrollo de la película.

No hay que olvidarse de dónde se viene, para saber hacia dónde se va. Alvarado todavía está haciendo sus primeros pasos en la categoría. Esta será su primera campaña completa. Porque si bien transita el tercer torneo en la Primera Nacional, el primero quedó inconcluso y el segundo fue con un formato muy reducido.

Su presupuesto es uno de los más bajos de la divisional. El entrenador Gastón Coyette y el manager Gustavo Gatti pergeñaron una ingeniería para elegir los jugadores adecuados dentro de las posibilidades económicas. Llegaron muchos jóvenes y otros con un poco más de experiencia, con un denominador común: no eran considerados en clubes de Primera División o incluso en otros de la “B”. La mayoría fueron “apuestas” para caminar el presente y dejar el terreno sembrado a futuro.

Sin embargo, muchos de esos futbolistas respondieron positivamente en lo inmediato, dentro de una estructura colectiva que los benefició. Julián Vitale, Franco Ledesma, Felipe Cadenazzi y Pedro Fernández cumplieron con creces. Darío Cáceres, Brian Mieres, Marcos Astina también lo hicieron, aunque con menor regularidad. Ezequiel Vidal, Juan Alsina, Franco Malagueño, Alan Robledo y Agustín Irazoque fueron actores de reparto.

Sebastián Jaurena, un pibe del club, apareció en el centro de la escena. El mediocampista creativo no estaba entre las principales figuras de la Liga Marplatense, pero de la mano de Osvaldo Nartallo incorporó herramientas a su juego y Gastón Coyette lo terminó de “pulir” para dar la talla ante semejante salto. Evidentemente, las condiciones las tenía.

El DT, además, le dio confianza cuando mermó su rendimiento. Los jóvenes futbolistas que tienen apariciones rutilantes suelen presentar esos bajones. Por eso, es necesaria la paciencia, virtud que mostró Coyette, quien no le quitó la titularidad. Además, el entrenador hizo debutar a otros siete jugadores “producto de la cantera”. Algunos, es cierto, por necesidad ante el brote de Covid. Otros, como Santiago González, como resultado del crecimiento personal luego de un tiempo de trabajo en un nivel superior al doméstico.

Tras cinco resultados negativos en forma consecutiva (todas derrotas 1-0), son los hinchas y directivos los que deben tener serenidad. Sobre todo, en un torneo sin descensos ni promedios. Si los hubiera, igual hoy Alvarado no estaría penando por mantener la categoría. Porque en su mejor momento sumó un buen colchón de puntos. Y, lo que le otorga más crédito, es que lo hizo jugando muy bien al fútbol. Como en contadas ocasiones en los últimos 20 años.

La actualidad es diferente. Y, lógicamente, en el opaco presente también tienen responsabilidad el DT y los jugadores. A Alvarado le está costando una enormidad generar situaciones claras y, por eso, no convierte goles.

Los rivales “le tomaron la mano”: lo esperan achicando espacios en campo propio y lo lastiman muy fácil de contrataque. Además, depende mucho del nivel de los titulares, ya que los suplentes no aportan soluciones. Coyette, con el afán de cambiar la historia, a veces desordena al equipo en los segundos tiempos con modificaciones de nombres y sistemas que no repercuten positivamente en las formas.

Alvarado no tiene hoy el brillo que exhibió contra Tigre, Mitre o Chacarita en el Minella, por citar ejemplos de muy buenos partidos. Será necesario recobrar la confianza y reinventarse sin perder la identidad. Lo bueno es que ya tiene un espejo en el que mirarse.

Más allá de los resultados y la posición final en la tabla, esta temporada será satisfactoria. Porque el club de Jara y Peña construyó una plataforma para sostenerse y aspirar a seguir creciendo. 

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