Arte y Espectáculos

Amplia fusión de estilos: la historia del músico Xango Boom

Nuevas voces en Mar del Plata: a los 23 años, Juan Sol Molina creó a su alter ego, un músico que toma su nombre de una deidad africana para moldear músicas diversas con su impronta creativa.

 

“Nací en carnaval, en febrero”, devela, como si esa fecha escondiera algunas claves de su vida. Quizá su fascinación por el candombe, por la cultura africana y por la fusión musical tengan que ver con ese momento popular, pagano, celebratorio, desmesurado.

Con 23 años, Juan Sol Molina ya se transformó en Xango Boom, un jovencísimo músico capaz de combinar un rap sobre una base de milonga o de mezclar jazz con hip hop. “Una ensalada interesante”, se divierte y sus ojos se achinan, como si sonrieran.

 


Podés escuchar “Como lo Dogys” acá: 


Hijo de músicos y artistas –su mamá es escritora, docente y lleva consigo la tradición de la música latinoamericana y su papá abrazó el hip hop desde la primera hora– Xango se reconoce “un changuito de barrio” que tiene una bomba entre sus manos. Y el artefacto no es otro que la potencia de su música y su pasión y su amor por un proyecto que parece no tener techo.

En las redes sociales (Youtube y Spotify) ya lanzó el primer sencillo: el regaeton “Como lo Dogys” y se vienen otras canciones. El 2 de septiembre verá la luz “Kilombo”, el 15 de ese mes será el turno de “Traigo la salsa”, un homenaje a Ismael Rivera, y el 30 aflorará un trap. Y así hasta completar los diez sencillos.

 


Xango Boom.


Lo original es que el RKT, la cumbia villera, la música urbana, el candombe, la percusión africana y los folklores del mundo, desde el folklore de Puerto Rico al flamenco, entre otras músicas tienen que ver con este artista marplatense, que se crió en Villa Primera y que dice tener otra mamá, además de la real y de carne y hueso: “Los Murguientos de Villa Primera”.

“Con la murga recorrí todo el país, ahí me di cuenta de que podía bailar, cantar, escribir canciones y de que mis canciones las podía cantar un corso entero, como me pasó en Rosario, por ejemplo, pasamos por teatros, aprendí un montón, desde armar un sonido a aprender a escuchar”, reconoce de su paso por esa murga.

Otros proyectos colectivos también lo modelaron: Lumba Lu y Mano Ahí, dos comparsas en las que compartió horas de trabajo y soñó. A Manoel Fernández, su actual productor musical, lo conoció en Mano Ahí.

“Xango Boom empieza ahí, éramos compañeros de comparsa y amigos, terminábamos de ensayar y nos quedábamos tocando y yo flasheaba cuando lo veía tocar”, recuerda Fernández. “Es que yo soy murguero antes que nada, el bombo legüero es mi primera conexión con la música, antes de cantar está la percusión”, cuenta Molina a LA CAPITAL.

En 2021, mientras aún sonaba de fondo de la tragedia de la pandemia, Juan Sol empezó a conectar todas las músicas que estaban sueltas en su cabeza. “El freestyle, que es el rap improvisado, siempre me gustó, de chico lo hacía, nunca competía pero me juntaba con los pibes y me pasaba dos o tres horas y rapeábamos y rapeábamos, pero nunca conecté con la música urbana, hasta ese momento era paralelo, por un lado con mi mamá podía tocar el bombo y ella la guitarra y con mi papá otra cosa, no lo podía unir”. Hasta que sucedió el click.

Abierto, dice no encontrar barreras para sumar estéticas. “La función de la música es transmitir emociones. Como artista tenés un montón de emociones. A veces estás con más jolgorio, a veces estás más festivo, a veces en silencio, a veces estás más triste, hay un sinfín de emociones y todo tiene su sonido”, expresa, ya convertido en Xango Boom, el artista que tomó su nombre artístico de una deidad de la religión africanista, acaso para invocar su protección.

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