La Ciudad

Ante la crisis, volvió el trueque

Tuvo lugar en la sociedad de fomento del barrio Fortunato de la Plaza y no se permite el manejo de efectivo, solo intercambio de productos y alimentos. Aseguraron que se expandirán a otros barrios.

Es domingo y la temperatura no permite andar desabrigado. Pese a esto, la sociedad de fomento del barrio Fortunato de la Plaza, ubicada en Azopardo al 7100, no tiene calefacción, aunque en su interior se percibe una llama que comienza a crecer. Familias enteras, principalmente de la zona y encabezadas en su mayoría por mujeres, se disponen a comenzar la primera jornada de trueque de la ciudad, una actividad que resurge ante cada crisis económica que perjudica el poder adquisitivo de las clases bajas y medias.

La oferta es variada. En los grandes tablones de madera, que fueron colocados a modo de feria en la sala del lugar, se puede conseguir desde tortas, prepizzas y harina hasta ropa usada en buen estado y productos de limpieza. Nada tiene precio, toda transacción debe cerrarse entre las partes bajo una condición: sin utilizar dinero.

Al igual que importantes movilizaciones nacionales e internacionales de los últimos tiempos, la iniciativa comenzó a gestarse en Facebook, de la mano de dirigentes sociales que percibieron la necesidad de poner en marcha viejas prácticas que supieron ayudar a la subsistencia de aquellos que no llegan a satisfacer cuestiones básicas como una campera que proteja del frío o un plato de comida en la mesa.

Una red que se expande

“Era algo necesario, basta verlo en los lugares donde se hacen ferias: los puesteros no venden, intercambian entre sí las cosas. Así que pensé qué mejor volver al trueque, algo que en muchas oportunidades ayudó a mucha gente a salir adelante”, señaló a LA CAPITAL Ariel Torres, trabajador social de zona sur, y uno de los principales impulsores de la actividad que tuvo lugar ayer a las 11.

Según indicó, el próximo fin de semana volverán a estar en la sociedad de Azopardo, pero se expandirán hacia los barrios 2 de Abril, Félix U. Camet y San Martín. “La idea es ampliar la red de trueque”, aclaró Torres.

El dirigente también hizo hincapié que, a diferencia del “viejo y legendario trueque”, en esta oportunidad no pueden utilizarse créditos o monedas tanto ficticias como reales. “Lo que hacemos es sostener la esencia del intercambio de productos. Tampoco permitimos que se haga uso de alimentos provistos por Desarrollo Social”, señaló.

Torres sabe que la práctica “retrotrae a otros tiempos”, pero se niega a que sea utilizado “políticamente”. “Es algo de todos los días y que veo en todos los barrios”, aseguró. El dirigente, que coopera en 24 comedores del sur de la ciudad que asisten a más de 2.000 chicos, aprovechó para reclamar que hace “casi un año” que algunos establecimientos no reciben ayuda de Desarrollo Social, lo que generó que muchas personas comiencen a volcarse al intercambio de productos.

“De hecho, hoy, en Mar del Plata, hay comedores y merenderos que hace cerca de 150 días que no reciben ni lo básico, que es la leche, porque entienden que la prioridad son las agrupaciones sociales”, apuntó y agregó: “Ojalá que el trueque no llegue para quedarse, pero que es necesario es indiscutible”.

Por su parte, Matías Méndez, presidente de la sociedad de fomento, señaló que el trueque se trata de una “actividad que el barrio necesita, al igual que todo Mar del Plata”.

“Estamos en una situación complicada, por lo que abrimos las puertas como las hemos abierto para otras situaciones”, señaló. Vale destacar que el establecimiento suele funcionar, en momentos de temporales, como centro de evacuados para vecinos de toda la ciudad.

Por necesidad

Al momento de la visita de LA CAPITAL más de 30 personas se encontraban en el lugar, y se esperaba la llegada de más de 60.

Estela fue una de las primeras en llegar junto a su nuera Gabriela y su nieta Lola. Contenta, señala la campera liviana negra que lleva puesta y cuenta cómo la consiguió.

“Yo traje algunos artículos de limpieza y ropa usada, pero como no se puede usar dinero y quería una campera que tenía otra chica, le pregunté por qué lo cambiaba y me dijo que por dos paquetes guiseros. Así que los conseguí y se los cambié”.

A unos pasos, Patricia dobla sobre los tablones las remeras, buzos y pantalones que saca de una bolsa de residuos negra. Al igual que muchos de los presentes, ellas vendían cosas a través de páginas de Facebook, donde se organizaban intercambios.

“Antes era por plata, pero como está la situación, y ante la necesidad, ya es lo mismo”, señaló.

Consultada sobre los productos que priorizaba para hacer la transacción, aseguró: “Lo cambio por todo lo que es comida”.

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