Opinión

Aportes sobre el significado de la Beatificación de Angelelli y sus compañeros mártires

Por Daniel E. Di Bártolo

El Cardenal italiano Becciu, Prefecto (algo así como Ministro del Papa) de la Sagrada Congregación para Causas de los Santos, llegó a nuestro país como Delegado del Papa Francisco para presidir los ritos de la Beatificación de los cuatro Mártires Riojanos cuya fecha había decidido el propio Francisco hace seis meses.

El Cardenal Becciu, simpático, con fluido español – también francés como lo demostró cuando saludó en su idioma a la legión de franceses que llegaron para compartir el acto religioso teniendo en cuenta el origen del ahora beato por martirio P. Gabriel Longueville -, pronunció una homilia cuyo texto completo citamos y que amerita nuestra reflexión.

La homilía fue pronunciada en el Parque de la Ciudad donde se llevó a cabo la ceremonia oficial de beatificación de Mons. Angelelli y sus compañeros mártires. El lugar es un enorme playón rodeado del cerro Velazco y otras elevaciones cordilleranas. El sábado 27 el sol brilló a pleno y los ondulantes cerros delimitaban un azul por el que solo circularon algunas nubes sobre el mediodía.

“Los felicitó por la resistencia al sol”, dijo el Cardenal Becciu mientras recordó que la primera

fecha prevista para la ceremonia era el 17 de diciembre y el mismo Francisco sugirió el cambio.

El texto pronunciado por el Cardenal no tiene ningún desperdicio. Al referirse a las causas del asesinato del Obispo afirmó: “fueron asesinados debido a su diligente actividad de promoción de la justicia cristiana”(1). En forma explícita el enviado del Papa calificó como asesinato lo que durante mucho tiempo quiso esconderse bajo la forma de accidente. En la misma frase puso en blanco sobre negro las causas de ese asesinato: la promoción de la justicia cristiana. No deja margen a la duda.

Cuando se refiere al contexto del asesinato afirmó con contundencia: “fueron asesinados en 1976 durante el periodo de la dictadura militar…”el régimen dictatorial vigente desde hacía pocos meses en la Argentina, consideraba sospechosa cualquier forma de defensa de la justicia social” (2).

Para el Cardenal Becciu, los cuatros nuevos Beatos trabajaban para la promoción de los estratos más débiles y a la formación de las conciencias basados en la Doctrina Social de la Iglesia.

Según el enviado del Papa Francisco los Beatos podrían ser definidos como “mártires de los decretos conciliares”. Esta afirmación, de fuerte connotación histórico cultural, ubica la opción eclesial de Angelleli y sus compañeros en la línea de los notables documentos del Concilio Vaticano II que abrieron una nueva etapa en la historia de la Iglesia Universal en su vida interna y en las relaciones con el mundo y la historia. Del Vaticano II surgieron los Documentos de Medellín que iluminaron la vida y los compromisos de la Iglesia, sus pastores y sus laicos, ante los desafíos del continente Latinoamericano. El Cardenal Becciu describió con claridad lo que puede definirse, por un lado como una lectura de la intención de la dictadura militar y, por otro, una autocrítica de la Iglesia jerárquica: “Oficalmente, el poder político se mostraba respetuoso, incluso defensor de la religión cristiana e intentaba instrumentalizarla, pretendiendo una actitud servil por parte del clero y pasiva por parte de los fieles, invitados por la fuerza a externalizar su fe solo en manifestaciones litúrgicas y de culto” (3).

Quienes tuvimos la experiencia de la época sabemos que fue así.

Los significados de la Beatificación de Monseñor Angelelli, de los Padres Carlos de Dios Murias y Gabriel Longueville y del laico padre de familia y dirigente campesino Wenceslao Pedernera, exceden los marcos de estas y otras reflexiones que volquemos quienes nos hemos sentido convocados por este acontecimiento. Como bien dice el Papa Francisco “el tiempo es superior al espacio”, razón por la cual solo el desarrollo de los procesos que despertó la Beatificación será la medida del impacto que la misma ha generado.

Tanto la plaza central de La Rioja en la noche del viernes, como el rito de la Beatificación el sábado a la mañana y la celebración en Punta de los llanos a 94 km de la capital en la Ermita que recuerda el exacto lugar donde Angelelli fue asesinado, marcaron puntos altos de una vivencia colectiva, religiosa, emocionante y al mismo tiempo una profunda significación historico cultural y, por lo tanto, social y política.

Un joven teólogo marplatense describió sus experiencias riojanas (4) : “peregrinas por los lugares santos, tomar gracia y agradecemos fue el telón de fondo para encuentros de una generación desbastada. Ellos fueron los protagonistas de una reparación histórica, de una caricia para el alma que se vuelve desafío para los que ya bebemos esta lucha como tradición de nuestra tierra”.

“Hay que seguir andando nomas” como se cantó una y mil veces en La Rioja. Nosotros también en Mar del Plata. Tal como lo expresó el Obispo Gabriel Mestre cuando al saludar hace pocos días al Papa Francisco lo hizo con una imagen de Monseñor Angelelli. Tiempos nuevos para la reconstrucción del hombre nuevo.

(1): Diócesis de La Rioja, Homilia del Cardenal Angelo Becciu. 27/04/2019. (Ver texto

completo).

(2): Ídem

(3): Ídem

(4): Francisco Boch en www.amerindiaenlared.org

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