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Apuntes históricos: el antiguo Pueblo de los Pescadores

La Ciudad 31 de mayo de 2021

Esta foto fue tomada en 1930 por un reportero gráfico de Caras y Caretas en el barrio Puerto o “Pueblo de Pescadores”, como se lo conocía antiguamente. No era la primera vez que la importante revista posaba su mirada en aquel sector. En 1922 un periodista que no firmó su artículo describió con asombro ese “caserío del Far West”.

Luego, formuló una serie de preguntas de claro contraste social: “¿Qué hay detrás del panorama fantástico de las colinas llenas de chalets que parecen casitas de juguete y que recuerdan las postales de Suiza?”…. “¿Qué se ve más allá de los hoteles y las piletas donde los baños se toman con romanzas de Piedigrotta?”… “¿Qué significa ese montón de latas que brillan en un bajo y que deslumbran a los que juegan en el golf?”.

“Es un pueblo de más de 3.000 almas. Es un barrio de Mar del Plata. Son obreros que trabajan en las piedras de las canteras o en las aguas del mar, con el ahínco de los que buscan oro o tienen muchos hijos”.

“¡Hombres humildes y valientes! Alzaron este pueblo con latas vacías de los grandes hoteles. Sus casitas, afirmadas sobre estacas, ofrecen el encanto moral de los nidos de horneros”.

El periodista reconstruyó en pocas palabras la dinámica que dio origen a este barrio: “El hombre ha conseguido trabajo en el puerto… alquila un trozo de terreno libre. Recoge de la basura latas y cajones. Así se formó cada una de las casitas de este pueblo. Sobre la base del amor y el trabajo”.

Y luego ofreció elocuentes detalles de la vida en el puerto hace casi cien años: “En una casilla están las oficinas del oficial de Prefectura. Los almacenes y despachos de alcohol tienen como en Norte América, galerías con baranda para que los cowboys aten sus parejeros”.

“Hay una botica con farmacopea cinematográfica de Carlitos Chaplin: purgas y sanguijuelas. En la misma farmacia se venden escobas, azúcar, medias, géneros para vestidos”.

“No hay médico. Ni correo. Ni escuela. Ni cura. ¡Ah, pero en cambio se juega a la quiniela! En una población tan laboriosa no podía faltar el ensueño! ¡Como que tampoco falta una biblioteca de obreros, con libros temerarios! A través de la puerta veo a varios muchachos que buscan, entre las hojas de esos libros, el porvenir del mundo”.