La Ciudad

Arroyo cierra otra temporada envuelto en múltiples escándalos

Desde 2015 los problemas muestran su punto más alto en enero y febrero. La tendencia empezó con la basura, se repitió con las fiestas electrónicas, continuó con el basural y este año con los municipales, los teatros, los handies y Rancho Móvil, entre otros conflictos.

El mal tiempo en Mar del Plata, más propio de otoño-invierno, parecería haber apresurado el cierre del verano, el cuarto bajo la administración de Carlos Arroyo; una temporada otra vez atravesada por una escalada de conflictos que vuelven a ubicar al intendente como principal responsable: el verano comenzó con el pie izquierdo con la retención de tareas de los municipales que paralizó el funcionamiento de servicios esenciales; trastabilló con el derecho con el desplante a María Eugenia Vidal cuando Arroyo, enojado, se fue del acto en las playas equipadas por la Provincia, y avanzó con un traspié tras otro desde entonces: el festival de nombramientos en el gabinete, la puja -repetida- por cobrarle impuestos a los teatros, el escándalo del Rancho Móvil, el papelón de los handies policiales guardados y la polémica por las veredas de la plaza San Martín, una obra que comenzó primero y se licitó después, tan insólito como inédito.

“A Arroyo la ciudad le queda grande”. El comentario, simplista, reiterado y al pasar, esconde otra apreciación urbana que precede a su intendencia: la ciudad es una en invierno y otra en verano.

Mar del Plata pasa de la relativa pasividad a un moderado desenfreno; del abrigo pesado a la malla y el disfrute en la playa hasta el anochecer; de ser expuesta solo por eventualidades en los medios a nivel nacional a móviles y corresponsales permanentes que no dejan pasar nada. El verano, a nivel país, es sinónimo de Mar del Plata. Y el intendente Carlos Arroyo es y ha sido protagonista de los últimos cuatro, aunque por más desaciertos y escándalos que logros de su gestión.

El último verano

La temporada 2018-2019 es la última del mandato de Carlos Arroyo, más allá de sus aspiraciones por ser reelecto. Febrero fue un mes que no dejó a nadie conforme en el sector turístico y enero conformó solo parcialmente: las playas no “estallaron”, el consumo fue moderado, las estadías fueron cortas, los teatros trabajaron un 40% menos, el buen tiempo no acompañó a los balnearios como esperaban, los hoteles tuvieron una ocupación promedio del 80% y nada de lo que transcurra en marzo cambiará la definición en la que coinciden experimentados operadores: fue una temporada de entre 6 y 7 puntos.

La mitad de enero y las últimas semanas del 2018 estuvieron atravesadas por el conflicto con los trabajadores municipales que empañaron el inicio de la temporada.

Los apuros sin éxitos por evitar que la paralización de todos los servicios municipales se volviera noticia nacional desencadenó en el comienzo de temporada más desprolijo de los últimos años: la primera oleada de turistas encontró una Mar del Plata sucia, desatendida y sin mantenimiento; como quien recibe visitas pero no limpia ni prepara su casa para la ocasión y con un anfitrión a medio vestir. Fue un escándalo con una extensión pocas veces vista que terminó de sellar la rivalidad entre el intendente Arroyo y sus propios empleados.

Apoyo de Vidal y desplante

De los 135 municipios que hacen a la Provincia de Buenos Aires, Mar del Plata no es uno más. Jamás lo fue, pero este verano resultó ser el que más ayuda recibió de la gobernadora María Eugenia Vidal, quien redobló la apuesta de la temporada pasada con un aluvión de descuentos y promociones, además de playas equipadas, recitales y una cargada oferta cultural. En simultáneo, Mar del Plata sería uno de los pocos distritos gobernados por Cambiemos en donde habría internas en las elecciones este año. Ambas cuestiones obeceden a un dolor de cabeza para la Provincia y ese problema tiene nombre: Carlos Fernando Arroyo.

El 28 de diciembre, frente al Museo MAR, con un look veraniego y acompañada por su equipo de funcionarios, Vidal inauguró las playas equipadas.

Ese día Arroyo se levantó, se fue y dejó plantada a la gobernadora. Decidió irse antes de que comenzara el acto, molesto por el lugar que le habían asignado. Guillermo Montenegro, como siempre desde hace meses, estaba mucho más cerca de Vidal que el intendente. “No es un lugar digno”, comentó Arroyo. Su retirada causó sorpresa, pero el acto siguió con absoluta normalidad. Fue un gesto.

Un día antes, en la plazoleta Almirante Brown, Arroyo había sido invitado a subir al escenario donde Vidal presentaba el Operativo Sol. El año anterior lo habían dejado a un costado, lejos de los flashes. El intendente subió las escaleras, lo palmearon en la espalda, le esquivaron el saludo y fue visiblemente ignorado por la gobernadora y el ministro de Seguridad Cristian Ritondo.

Rancho Móvil

Junto al conflicto con los empleados municipales, el negociado de lotes sobre la Reserva Forestal Paseo Costanero Sur fue uno de los grandes escándalos de la temporada.

Unas 17 cabañas se construyeron ilegalmente sobre el acantilado, en el kilómetro 544 de la ruta 11. El Ente Municipal de Turismo (Emtur) tomó intervención recién seis meses después de las primeras denuncias periodísticas e inició en febrero un operativo de desalojo en el predio cedido a la Asociación Civil Rancho Móvil, un “club de amigos” cuya idiosincrasia mutó a raíz del cambio de autoridades de su comisión directiva, transformando la pasión por acampar en un negocio con vista al mar.

Empresarios de renombre, famosos y hasta un concejal (Santiago Bonifatti) quedaron pegados al escándalo por haber montado o usado cabañas en el predio. “La ilegalidad tiene responsables”, cuestionó la oposición cuando el tema se instaló en el Concejo Deliberante y la presidenta del Emtur, Gabriela Magnoler, debió ir a dar explicaciones sin poder seguir eludiendo su responsabilidad.

El Tribunal de Cuentas de la Provincia de Buenos Aires intervino y no descartó aplicar sanciones, mientras la Justicia investiga posibles estafas y complicidades políticas: el desprolijo listado de propietarios de lujosos “ranchitos” profundizó una polémica que todavía no se cerró. En lugar de evitar el escándalo antes, otra vez, el Ejecutivo esperó a actuar en medio del verano.

Escándalo encriptado

Durante más de un año, el gobierno mantuvo guardados en una oficina del cuarto piso de la Municipalidad 300 handies encriptados, comprados en 2017 con una partida del Fondo Municipal de Fortalecimiento de la Seguridad, mediante el que la Provincia otorgó al municipio $68 millones en 2016.

El escándalo develado por LA CAPITAL fue constatado por defensores del pueblo y concejales, en un hecho grave que dejó a la Policía Local sin esos aparatos para combatir el delito en la ciudad.

Arroyo se adjudicó la demora pero se deslindó de la irresponsabilidad de lo ocurrido. Al tener que salir a explicarlo, dijo que era un “tema complejo” por “el encriptamiento”, pero ¿para qué la Municipalidad compra handies con la frecuencia policial encriptada si después los va a utilizar en otras áreas y hay que sacarles el encriptado? El desbarajuste en el manejo del tema expuso otra grave desprolijidad, nuevamente en medio de la temporada.

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