El Parque La Estación se transforma por unos días en una pasarela de chocolate, dulce de leche, masa crocante y creatividad sin límites.
En el corazón del conurbano sur, Avellaneda ha logrado lo que pocas ciudades: convertir a un ícono nacional como el alfajor en objeto de análisis sensorial, debate público y competencia federal. Desde 2022, el Campeonato Argentino del Alfajor convoca a más de 300 productores del país -industriales, artesanales y de autor- que presentan elaboraciones evaluadas por un jurado técnico especializado en análisis sensorial, encabezado por referentes de la pastelería y comunicadores gastronómicos.
Durante tres jornadas, el Parque La Estación se transforma en un foro dulce donde convergen tendencias: desde versiones sin TACC y veganas, hasta innovaciones con ingredientes regionales como sal marina bonaerense, café de especialidad o frutas nativas. Se premia la excelencia en aspectos como estructura, homogeneidad, intensidad aromática, equilibrio de sabores y calidad del baño, en línea con parámetros definidos por el panel técnico.
“La misión del campeonato es doble: visibilizar la diversidad de propuestas que existen en el país y profesionalizar la categoría del alfajor como producto gastronómico con denominación de origen potencial”, sostiene Pamela Kahles, coordinadora del evento y referente del Parque La Estación.
Este año, la competencia se llevará a cabo los días 20, 21 y 22 de junio con entrada libre y gratuita, y contará con la presencia de cocineros reconocidos, capacitaciones y actividades lúdicas para todo público. Además, se coronarán dos campeones nacionales: uno en la categoría artesanal y otro en la industrial, reflejando las distintas escalas productivas del sector.
El alfajor, cuya genealogía nos remite a la tradición hispano-árabe y cuya resignificación en la Argentina data de mediados del siglo XIX, ha logrado adaptarse a las exigencias del consumidor contemporáneo sin perder su carácter afectivo. Es un alimento identitario, de fuerte carga emocional y transversal a todas las clases sociales. Hoy, gracias a este certamen, también se convierte en protagonista de una narrativa gastronómica con proyección exportadora y patrimonial.