Hace 16 años se inauguró un mural en el que se ve a Jorge Luis Borges mirando desde las alturas una ciudad –Mar del Plata- hecha de libros. Una moderna Babel de libros. El querido amigo Miguel Rep lo había dibujado tiempo antes y desde Cultura creímos en la posibilidad de trasladarlo a escala monumental.

El grupo de “maquinadores” del proyecto estaba integrado entre otros por Cachi García Reig y Marcelo Franganillo, además de quien esto escribe. Elegimos la placita de La Rioja y San Martín, allí en la misma manzana del Palacio Municipal.

Designamos a Cachi para llevar adelante el proyecto, que se concretó gracias a la participación de la Escuela de Cerámica Rogelio Yrurtia, con la coordinación de los trabajos por parte de los profesores Susana Gutiérrez, Carlos O’Shee y Leonor Rodríguez.

El mural, que tiene 14 por 9 metros necesitó nada menos que de 3.200 cerámicos pintados. Nos pareció a todos que si lo hacíamos con cerámicos la perdurabilidad del mural estaba garantizada, ya que no había que mantenerlo periódicamente como hubiera sido hacerlo pintado sobre la pared.

Fue muy emocionante asistir al día de su inauguración. Me tocó estar allí como un ciudadano más porque hacía poco tiempo había culminado mi gestión en Cultura. Lo viví con gran emoción, sobre todo porque ya no estaba Cachi entre nosotros para disfrutarlo juntos.

Es cierto que ese mural ha sobrevivido muy dignamente y que es ya un elemento que integra el imaginario colectivo de nuestra identidad como marplatenses. Pero no es menos cierto que el paso del tiempo hace lo suyo.

Hoy el deterioro es visible. Algunas rajaduras y faltantes de alguna línea de cerámicos afectan ese sitio, que alguna vez se iba a completar en el espacio abierto con juegos para niños inspirados en Borges.

Pronto, el 14 de junio, se cumplirán 30 años de la muerte de Borges. Es imperioso dejar ese mural en perfectas condiciones como un manera de honrar su memoria.

No es presupuesto lo que hace falta. Se requieren apenas dos cosas: sensibilidad y gestión. Una mínima convocatoria y cualquier empresa aportaría lo poco que hace falta para recuperarlo y los ceramistas marplatenses lo harían a la perfección.

La Biblioteca de Babel está datada por Borges en Mar del Plata 1941. Para cerrar este breve texto me apropio de su última línea: mi soledad se alegra con esa elegante esperanza.