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Interés general 17 de diciembre de 2022

Cábalas, charlas con familiares y mucha ansiedad en la Antártida Argentina en la final del Mundial

Base Marambio.

Por Gabriel Ramonet

Un particular clima de excitación que mezcla preparativos de reuniones grupales con cábalas de todo tipo, y un profuso nivel de intercambio de comunicaciones con familiares o los afectos más cercanos, caracteriza por estas horas a las dotaciones de las bases antárticas nacionales, en la víspera de la final entre Argentina y Francia en el Mundial de Qatar.

“Cuando hay un evento cultural de estas características, la dotación de una base atraviesa una excitación especial. Desde que se jugó la semifinal que están todos preparando donde se van a juntar, cuál va a ser el menú que van a comer, donde se van a sentar y cuáles van a ser los festejos en caso de que ganemos”, dijo a Télam el Comandante Conjunto Antártico, General de Brigada Edgar Calandin.

Según el militar, un Mundial de fútbol moviliza en los argentinos “un sentimiento emocional único”, que se caracteriza por ser recordado después de muchos años.

“El gol de Diego Maradona a los ingleses en el Mundial de 1986 es el mejor ejemplo. Todos sabemos dónde estábamos en ese momento. Vivir un Mundial en Argentina significa grabar un momento para el resto de la vida. Y si se vive en Antártida, más todavía”, reflexionó Calandin.

Una de las características de estas horas en lugares como la Base Marambio, donde habitan entre 70 y 170 personas dependiendo la época del año, es el incremento de las comunicaciones con las distintas provincias.

“Se siente la ansiedad personal y colectiva de conectarse con la familia, con los afectos. ‘Estoy acá, mamá’, o papá, o esposa o hijos. Muchos van a estar viendo el partido y chateando con sus familias, porque todos nos volvemos más sentimentales en estos momentos y buscamos compartir eso con los afectos que están lejos”, detalló el Comandante Conjunto Antártico.

Calandin recordó que vivió tres mundiales en la Antártida y que en el de 2010, que se disputó en Sudáfrica, tras la eliminación con Alemania, se acumuló tanta tensión, sumada a la propia de las noches largas del invierno antártico, que tuvo que dar franco al día siguiente, para que la dotación “hiciera el duelo”.

“Uno no digiere este tipo de hechos igual que cuando está en su casa, porque no tiene un escape. No puede ir a visitar a la novia o hacer algo distinto. Sigue en la misma burbuja y cuesta disipar la frustración”, indicó el militar.

Por su parte, la directora de la escuela Nº38 “Presidente Raúl Alfonsín” que funciona en la Base Esperanza, Soledad Otaola, contó que la dotación vive con mucho “nerviosismo y expectativa” la proximidad de la final del Mundial.

“Por supuesto que se palpita una energía diferente. En nuestro caso vivimos el cierre del año lectivo, que es un acontecimiento importante, y el aniversario 70 de la base, que también es muy movilizante. Pero todos hacen preparativos para este domingo”, reconoció la docente.

Según Otaola, las cábalas están a la orden del día: el partido se verá en el mismo casino de las instalaciones y se conservarán los mismos lugares y asistentes.

“Yo no vi los partidos anteriores en ese recinto porque me ponía muy nerviosa, así que es muy probable que ahora no me dejen entrar”, bromeó la mujer que se encuentra en la base antártica con su esposo, también docente, y tres de sus hijos.

Sobre los festejos, en caso de la consagración argentina, la directora anticipó que habrá una recorrida por toda la base “con banderas y camisetas” y salidas al exterior como ocurrió cuando la Selección le ganó a Croacia 3-0 y pasó a semifinales, a pesar de que la temperatura era de once grados bajo cero.

Para mañana, el pronóstico es más favorable: se espera viento pero con una temperatura de dos grados bajo cero y ningún rastro de la nieve que ya deja ver la totalidad de las rocas alrededor de la base.

Antes del Mundial, los alumnos secundarios que estudian a través del Sistema de Educación a Distancia del Ejército Argentino (Seadea) le escribieron una carta a Lionel Messi y al resto de los jugadores.

“La escribieron entre ocho chicos. El segundo jefe de la base vino un día con todos los sellos postales. La enviaron en helicóptero al Comando Conjunto Antártico para que de ahí la envíen a la AFA y ojalá haya llegado a Qatar”, recordó Otaola.

La carta “fue una idea de mi hermano y mía. La hicimos entre todos para alentar a Messi y también a los demás jugadores. Ojalá les haya llegado”, contó Benjamín Rivas, de 13 años, uno de los artífices de la misiva.

A la escuela 38 asisten 15 alumnos de entre 3 y 17 años, que celebraron este año el 25 aniversario de la institución educativa durante un ciclo lectivo en el que se reiniciaron las actividades después de 12 meses por la pandemia de coronavirus.

Ahora, lejos de aquellos tiempos de silencio y aislamiento, la fiebre mundialista no reconoce límites geográficos y envuelve con su atmósfera festiva a los cientos de antárticos argentinos que también sueñan con la Copa.

TÉLAM