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La Ciudad 12 de agosto de 2018

Cambiemos, otra vez en ebullición

Vidal está enfurecida con Arroyo. El radicalismo desprecia a Mourelle, que blande un discurso de funcionario kirchnerista y sigue abriendo grietas. Otros oficialistas actúan como opositores. En el medio, nada menos que el tratamiento del aumento del boleto.

Hernán Mourelle.

por Ramiro Melucci
@RamiroMelucci

El discurso oficial postula como virtud las diferencias políticas dentro de la coalición gobernante. En Mar del Plata, esas disidencias son tan notables que solo generan confusión e incertidumbre.

El intendente enfureció a la gobernadora. La negación del aporte de campaña ya le trajo consecuencias: no fue incluido en la foto que Macri y la gobernadora se tomaron en Olivos con los jefes comunales de Cambiemos.

La relación de Arroyo con Vidal siempre fue tensa. Pero en el último tiempo el intendente había logrado emparcharla. Con más silencio que acción, es cierto, pero había recuperado terreno. Beneficiado, sobre todo, por los magros resultados de la economía, que empujan a Macri y Vidal a abrazar lo que antes parecían soltar.

Pero Arroyo abrió la boca para referirse a la denuncia que más inquieta al gobierno bonaerense. La mandataria ya dijo que deberá explicar en la Justicia cómo no puso un peso en la campaña. La furia de la gobernadora no implica, de momento, que Arroyo quede descartado de la oferta oficialista de 2019 en la ciudad. Pero sí que no será el favorito de la Provincia. Hay varios nombres (Vilma Baragiola, Guillermo Montenegro o Maximiliano Abad, por ejemplo) que disputarán esa prerrogativa.

En medio de ese terreno lleno de espinas, el secretario de Hacienda, Hernán Mourelle, no tuvo mejor idea que inaugurar la campaña electoral: recomendó no votar a los que legislan en contra de los vecinos y a favor de los “grupos concentrados de poder económico”. Refería a Baragiola y el radicalismo, que impulsaron la reducción de la tasa vial. Para el funcionario, ese tributo lo pagan solo productores con “cientos de hectáreas”. Y determinar su disminución es establecer un beneficio del que no goza el resto de los contribuyentes.

El problema es que esa reducción también la aprobaron otros integrantes del interbloque oficialista, como Guillermo Volponi, del PRO; el presidente del Concejo Deliberante, Guillermo Sáenz Saralegui, y el presidente de la comisión de Hacienda, Alejandro Carrancio. ¿Ninguno legisla a favor de los vecinos? Cuando Mourelle sale del mutismo se asemeja a Arroyo: abre frentes de conflicto donde no los había.

El secretario se mostró agradecido, en cambio, con el kirchnerismo. El bloque de Unidad Ciudadana votó contra la reducción de la tasa vial y con esa postura cancelará la posibilidad de insistencia del Concejo ante un veto de Arroyo. Si a eso se le suma su proclama contra la Sociedad Rural y el resto de los empresarios, nadie se sorprendería si el funcionario firmara su adhesión a La Cámpora. Al fin de cuentas, parece tener más coincidencias ideológicas con esa agrupación que con sus aliados.

La política doméstica es una verdadera caja de sorpresas. Mourelle habla contra la Rural cuando el gobierno nacional, ese al que apela siempre que tiene una emergencia financiera, ratifica la baja de las retenciones al sector y tiene en su plantel a Luis Miguel Etchevehere, expresidente de la entidad.

Pese a que el secretario ya anticipó un veto a la disminución de la tasa vial, la radical Cristina Coria hará un intento para que Arroyo la promulgue. Deseó que el intendente “sea más razonable que este personaje”, al que calificó de “irresponsable”. Los directivos de la Rural, por su lado, harán gestiones con Massimo Macchiavello para sostener la ordenanza que, en lugar de un aumento de 500%, les permite pagar uno de 250% por el mantenimiento de los caminos rurales. “Un servicio que este año no se prestó”, protestan.

En los últimos días hubo otras perlas en el mundillo oficialista. La concejala Angélica González, de la Coalición Cívica, pidió un expediente al Emtur sobre una construcción en Playa Grande. No se lo dieron. Como respuesta, redactó un pedido de informe digno de un opositor: acusó al Ejecutivo de no tener ningún control sobre lo que se construye.

Baragiola criticó a la Secretaría de Desarrollo Social. Sostuvo que las organizaciones sociales volvieron a la calle por comida cuando antes protestaban por trabajo. “Dimos marcha atrás”, largó.

Otro radical, Mario Rodríguez, elige a la Provincia como blanco: arremete contra la intervención del Consejo Escolar. También actúa como un opositor. Emula a su referente, Ricardo Alfonsín, que ya no comparte casi nada con el Gobierno.

Este es el escenario oficialista en medio del tratamiento del aumento del boleto. Por eso no es extraño que desde hace dos meses Cambiemos no pueda juntar los votos para aprobarlo. El Ejecutivo necesita que los 13 concejales del interbloque estén sentados y levanten la mano en la próxima sesión. Convencerlos en medio de tantas internas y disputas personales sería una prueba casi irrefutable de que los milagros existen.



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