El reconocido periodista Carlos Pagni, marplatense, fue distinguido como Doctor Honoris Causa por la Universidad Nacional de Mar del Plata. En un discurso de tono introspectivo, evocó su paso por la Facultad de Humanidades, reflexionó sobre la misión de la universidad pública y alertó sobre los desafíos del presente.
“Muchos jóvenes viven hoy semividas en las que el derecho a la formación les ha sido arrebatado, no por el sistema legal, sino por las condiciones de una existencia amenazada. Para muchos, la educación es la única salida. Por eso, cuestionar la educación pública tiene un sentido extraordinariamente agresivo”, aseguró el periodista y analista político Carlos Pagni, nacido en Mar del Plata, quien fue distinguido por la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMdP) con el título de Doctor Honoris Causa, en reconocimiento a su trayectoria profesional y su aporte al pensamiento crítico y democrático.
Pagni, egresado de la Facultad de Humanidades, recibió la distinción en una ceremonia cargada de emoción y reflexión. En su discurso, recordó su paso por la universidad, vinculó esa experiencia con su oficio periodístico y advirtió sobre los desafíos que enfrenta hoy la educación pública en una sociedad más desigual.
“Vine con mi hija Martina al lugar donde están esparcidas las cenizas de mis padres. Y este regreso desde el futuro me permitió un ejercicio riquísimo de evocación”, comenzó, conmovido.
Evocó su formación universitaria como “una etapa de deslumbramiento, de entrega gratuita al placer del saber”, marcada por “una atmósfera, una vibración” donde el aprendizaje dependía de dos condiciones esenciales: “el tiempo y la interlocución”.
“No hay aprendizaje, no hay creación de ideas sin tiempo. Y la otra condición indispensable es la interlocución, la existencia de otro al que hay que escuchar, la presencia de la diversidad”, subrayó.
Pagni recordó los años de dictadura y transición democrática vividos en las aulas de Maipú y Marconi, y destacó que esa experiencia histórica fue determinante: “La viví con toda la intensidad del verbo vivir. Aquí obtuve las herramientas principales para interpretar, para descubrir hilos no evidentes que unen y mueven las cosas”.
Esa gimnasia intelectual –explicó– lo llevó del estudio de la historia y la filosofía al periodismo. “No es una deuda intelectual: es una forma de instalación en la realidad”, sostuvo, mencionando entre sus maestros a Luis Giménez Gowland (docente de Historia Antigua y Oriente) y evocando al bibliotecario Horacio Zabala, “figura entrañable de aquellos años”.
La misión de la universidad pública
Pagni dedicó buena parte del discurso a reflexionar sobre la misión de la universidad. “Es una pregunta eterna –recordó–, pero cambia de sentido según el contexto. Hoy debemos volver los ojos sobre la misión de la universidad, porque el entorno vuelve esa pregunta más urgente”.
“La universidad es el lugar de la creación del saber”, dijo, aunque aclaró: “El conocimiento progresa mucho más por las preguntas bien formuladas que por las respuestas. El saber se expande gracias al ejercicio de humildad que supone saber que no se sabe.”
Citó a San Agustín para expresar su ideal: “Buscar la verdad como si la fuéramos a encontrar y encontrarla como si la debiéramos seguir buscando”. Y sintetizó: “La misión de la universidad es mantener viva la llama del espíritu crítico. Y esa misión es hoy más que nunca una misión política, además de intelectual”.
El periodista advirtió que “la vida pública se ha deslizado hacia el dogmatismo y la sacralización de las propias posiciones”. “El dogmático está tan convencido de su verdad que solo puede imaginar que alguien duda de ella por una perversión moral. Por eso entre dogmatismo y autoritarismo hay una proximidad extraordinaria”, alertó.
Frente a eso, subrayó: “La verdad no está en, está entre. Es hija del diálogo, no de la afirmación avasallante”.
Pagni contrastó su experiencia juvenil con la realidad actual: “Esa universidad estaba inscrita en un país cuyo índice de integración social era idéntico al de Francia. Hoy ese índice es similar al de Perú”.
“La universidad pública está llamada a cumplir su misión en un país que se ha transformado en una máquina de crear pobreza”, advirtió, y remarcó: “Hay pocos países en el mundo que hoy tienen más pobres que hace 50 años”.
Esa realidad, explicó, pone en riesgo el derecho a la educación: “Muchos jóvenes viven hoy semividas en las que el derecho a la formación les ha sido arrebatado, no por el sistema legal, sino por las condiciones de una existencia amenazada”.
“Para muchos, la educación es la única salida. Por eso, cuestionar la educación pública tiene un sentido extraordinariamente agresivo”, advirtió.
En el cierre, Pagni agradeció la distinción y valoró la oportunidad de detenerse a pensar: “Vivimos automatizados, sometidos a una inercia de rituales profesionales. Este reconocimiento me sirve para detenerme y preguntarme por la vitalidad de mi vocación, por la calidad con la que ejerzo mi trabajo, por el compromiso con los demás y, sobre todo, conmigo mismo”, alegó.
El reconocimiento, otorgado por la Universidad Nacional de Mar del Plata, es también un homenaje a una trayectoria intelectual que, desde su raíz marplatense, proyectó una mirada crítica, lúcida y rigurosa sobre la Argentina contemporánea.
“Esa perspectiva, ese modo de ser, se lo debo en grandísima medida a esta institución”, concluyó Pagni.