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Opinión 10 de abril de 2017

Carpa docente; desventuras en el país jardín de infantes II

por Nino Ramella

Alguna vez en oscuros días María Elena Walsh escribió “Desventuras en el país jardín de infantes” denunciando la estupidez que daba origen a la censura imperante.

Analizando la dinámica social y política en la Argentina -de hoy y de hace rato- vemos que lo que suele marcar la agenda cotidiana parecería inadecuado hasta en un jardín de infantes, donde las ecuaciones pueden ser de baja complejidad pero ligadas a una lógica racional.

Impedir con la fuerza policial la instalación de la carpa docente en la plaza del Congreso para manifestar por las políticas públicas en materia de Educación es una torpeza que no debería cometer el más inexperto de los funcionarios.

¿Debieron los sindicatos docentes pedir previo permiso al gobierno de la ciudad para instalar la carpa? Sí, debieron. ¿Fue el desalojo por la fuerza policial la manera de responder a esa reprochable falta?. Absolutamente no.

La función pública requiere de una destreza muy particular para llegar a los objetivos que se proponen. Los saberes académicos ayudan, pero no lo son todo. Hay que tener eso que muchos llaman “cintura”, olfato o conciencia de las reacciones sociales, conociendo sus defectos o virtudes. Por eso un lugar común define a la política como “el arte de lo posible”. Y también por eso la dinámica política no es lo mismo en Argentina que en Finlandia.

Si voy a desalojar con gases y otras yerbas a los docentes de la plaza porque no presentaron el debido pedido de permiso por mesa de entradas no puedo dejar de saber que la respuesta será la denuncia de una “brutal represión” por parte del arco opositor al gobierno y de instituciones, y también de personas y organismos que sin ser opositoras tenderán a solidarizarse con los docentes. Un niño sabría eso.

Pero puede ocurrir que el gobierno quiera producir ese desencuentro como para disfrutar de las virtudes descriptas por Laclau para el gobierno anterior. Entonces, adelante…radicalicemos, confrontemos, desafiemos. No habrá sintonía entre el discurso público de trabajar por el diálogo y hacer desaparecer la grieta, pero a eso ya estamos acostumbrados desde hace años.

El absurdo guión de este episodio de la carpa continuó con las declaraciones del Gobierno de la Ciudad diciendo que no habrá dificultad alguna para autorizar su instalación. Aquí lo que se conoce en derecho como “hecho del príncipe” para mostrar la ventaja jurídica del Estado se traduce en “te doy la autorización… pero cuando yo quiero”. En términos de la calle… competir por ver quién la tiene más larga.

Una de las cosas que puede haber pasado es que la torpeza del desalojo generara tal repudio que el gobierno decidió retroceder. La otra es que el hecho policial haya sido una decisión del comisario de la jurisdicción (cosa que sumaría una estupidez más), aunque es poco creíble que haya sido así. De haberlo sido el gobierno tiene un serio problema de incomunicación interna.

Final de Rigoletto: convocatoria a Paro Nacional docente para este martes.

La racionalidad o no de ese paro, la incorrección de querer instalar una carpa sin autorización y otras consideraciones y detalles no pueden ser motores asépticos de la conducta de un gobierno. El complejo entramado social de una comunidad, su historia, sus vaticinables reacciones…todo eso debe ser considerado por un político agudo y sagaz.

En Medicina hay un principio que se conoce como “primun non nocere”, lo que traducido quiere decir “lo primero es no hacer daño”.

En este caso si el gobierno que ordenó ese desalojo por la fuerza desconocía sus obvias consecuencias estamos frente a otra torpeza. Y si las sabía estamos en presencia de algo más perverso.

Sin embargo creo que existe un paralelismo entre lo que pienso yo de lo ocurrido en este caso con lo que Borges opinaba en uno de los gobiernos de las FFAA del pasado, cuando dudaba en si las acciones de ese gobierno se motorizaban ingenua o maliciosamente. “Opto por el primer adverbio, ya que la mente militar no es compleja”.



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