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Policiales 2 de agosto de 2021

Caso Guasone: “Yo le he dado droga a Ezequiel pero no lo maté”

Ricardo "Ricky" Aguerrido declaró este lunes durante casi 6 horas ante la fiscal Romina Díaz y se dispuso que permanezca detenido mientras continúa el proceso judicial. Aseguró que Guasone era un adicto a la cocaína y que debía mucho dinero.

Ricardo Aguerrido fue detenido

Ricardo “Ricky” Aguerrido, el sospechoso de haber matado a Ezequiel Guasone (48), declaró este lunes ante la fiscal Romina Díaz y negó las acusaciones: “Yo le he dado droga, pero no lo maté”, explicó el imputado, quien según dispuso la investigadora continuará detenido en la Alcaidía Penitenciaria Nº 44 de Batán mientras continúa el proceso judicial.

En una audiencia que se extendió por casi seis horas, Aguerrido manifestó que conocía a Guasone desde hace años y dijo, incluso, que en el pasado habían mantenido una relación amistosa. También mencionó que tanto él como el empresario solían consumir cocaína.

“Se drogaba mucho. Yo le he dado cantidades como de un sobrecito de Celusal, pero durante el día no sé de dónde la sacaba“, especificó Aguerrido sobre la adicción que le adjudicó a la víctima. En su declaración, a la que accedió LA CAPITAL, el imputado -que es defendido por los abogados César Sivo y Romina Merino- explicó que con el paso del tiempo la relación entre ambos empeoró por deudas que, aclaró, Guasone había contraído con él.

Vale recordar que el detenido y su familia habían alquilado con fines de usufructuarlo como cervecería el local de San Luis y San Lorenzo, propiedad de Guasone, sitio en el que el pasado domingo 25 de julio el empresario apareció muerto. Aguerrido señaló que al comienzo la relación de negocios entre ambos era normal pero que luego empezaron a existir problemas vinculados a deudas de alquiler y contradeudas por el suministro y el consumo de drogas.

“Yo no tengo nada que ver (con la muerte) en el sentido de que Ezequiel era parte de mi grupo de amistad. Jamás tuve problemas con Ezequiel sino hasta hace muy poco. Cuando vi las noticias y vi lo que había pasado me quedé sorprendido. Yo no estuve en el hecho, estaba en el Hotel Compostela con mi pareja”, indicó el sospechoso ante la fiscal Díaz. Y agregó: “A Ezequiel durante cuatro o cinco años siempre lo ayudé, me vino (sic), me pedía plata, le dábamos de comer, le he dado cerveza, pizza, cigarrillos… Me ha pedido inclusive estupefacientes. Nunca había tenido problemas con él porque siempre lo he ayudado. Lo que sí, cuando me entero que decía que mi hijo le debía el alquiler y Ezequiel lo relacionaba conmigo porque a veces mi mujer o yo le pagábamos, no podía creer que él decía que hacía dos años que no le pagábamos el alquiler…”.

“Si tengo plata para cobrar,
¿para qué lo voy a matar?”

Si bien Aguerrido admitió haber sido consumidor de cocaína, puntualizó que dejó de drogarse cuando le detectaron problemas de presión “hace un año y medio”. Además, contó que durante la pandemia se había separado de su mujer anterior y por ese motivo solía quedarse a dormir en un colchón tendido en el interior del local alquilado, que en el último tiempo casi no había funcionado como negocio (se montaron dos restaurantes y un salón de fiestas infantiles con escasa clientela).

En esa misma línea, añadió que esa necesidad económica que sufría inició las discusiones y las diferencias con Guasone. También explicó que el empresario se había peleado con su última novia y que eso había incrementado su adicción a la cocaína, provocándole crisis de todo tipo.

Ricardo Aguerrido.

Ricardo Aguerrido.

En suma, expresó Aguerrido, fue entonces que descubrió que existían deudas en los pagos de los impuestos y eso lo molestó, ya que, según su versión, él le había dado a Guasone el dinero correspondiente para abonar cada una de las boletas de los servicios del local en los últimos meses.

“La chica esa lo había dejado y le hizo muy mal. Consumía mucho y venía a la noche a pedir comida. Bueno, desde ese momento, averigüé si era verdad lo que se debía de los impuestos, lo llamé y le pregunté dónde había quedado esa plata, si yo tenía los recibos de alquiler. Los recibos los tuve hasta que llegó esta Alejandra (ex pareja de Guasone y quien denunció su desaparición un día antes de que lo encontraran muerto), ahí ya no me dio recibos, serán los últimos siete u ocho meses. Me enojé y le dije que eso no se hacía y me dijo que me pagaría todo lo que le dí”, señaló.

Entonces, dijo, llegó el momento en que llegaron un acuerdo para saldar todas las deudas que existían entre ambos. Como explicó LA CAPITAL días atrás, las sospechas de la fiscal recayeron en Aguerrido porque, en un comienzo, se suponía que era el acusado el que le debía dinero por el alquiler del local a Guasone. Sin embargo, con el desarrollo de la investigación, sobresalió la posibilidad de que el propio imputado, producto de sus supuestos problemas de consumo de droga, hubiera incurrido en una contradeuda con distintas personas, entre las que se incluiría a Aguerrido.

De acuerdo a esa hipótesis, para la fiscal Díaz existían pruebas para considerar que el sospechoso podría haber asesinado a Guasone en venganza por la falta de pago. Una trama compleja, por cierto.

“Llegamos a (un acuerdo por) la suma de un millón setecientos mil pesos y lo convertimos en once mil dólares, tomando como referencia un dolar a $150. Le comenté a mi pareja y le dije que Ezequiel nunca me iba a pagar la plata de los años que lo ayudé, pero un día para Semana Santa me dio cien mil pesos. Se los dio directamente a mi mamá, después cincuenta mil pesos y después treinta mil (estas dos ultimas entregas a mí) y me comentó que el dinero se lo daban los prestamistas que le manejaban las cosas a él. Se comprometió a darme en unos días, los once mil dólares”, sostuvo Aguerrido.

Y finalmente mencionó: “Cuando pasaron los quince días se puso mal, yo lo cagué a puteadas diciéndole que me estaba forreando, jodiendo, que yo estaba tirado en un colchón en el negocio porque me había separado y me dijo que me pagaría con dos años más de alquiler para que le diera a mi hijo y yo le dije que quería plata para mí y no para mi hijo; y de repente una chica amiga llamada Natalia que trabaja en una inmobiliaria (desconozco cuál) me dijo: ‘Te conseguí un comprador para el negocio’. Me olvidé de decir que Alejandra me dijo que Ezequiel me había hecho gualichos, umbanda y la verdad es que habíamos encontrado trabajos y a partir de eso no entraba nadie al negocio”.

Por último, antes de culminar la diligencia, mencionó: “Yo este sapo me lo como, me ensuciaron pero sacarme lo que yo tanto laburé, no. Imagínese, tengo plata para cobrar, me la asegura un escribano prestigioso de Mar del Plata y no me la van a pagar. Si tengo plata para cobrar asegurada, ¿para qué lo voy a matar?”.