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Policiales 14 de febrero de 2018

Caso Monzón: “La película que hicieron es muy mala”

En eso coinciden quienes estuvieron al frente de la causa. Se grabó en 1996, tras la muerte del ex boxeador, y fue la ópera prima de Gabriel Arbós.

Tal vez Alicia Ramos Fondeville, Patricia Perelló, Alberto Ferrara y Carlos Pellizza nunca se pongan de acuerdo al momento de debatir algunos de los detalles del caso que conmocionó al país en 1988. Pero todos coinciden sin lugar a dudas en que la película sobre el juicio a Carlos Monzón “es muy mala”.

“Monzón, el segundo juicio” se grabó en 1996, tras la muerte del ex boxeador, y fue la ópera prima de Gabriel Arbós. Si bien cuenta con un elenco destacado, engalanado por Norma Aleandro, la crítica opinó casi igual que los verdaderos protagonistas. Desaprobada.

“Yo agradezco mucho que me hicieron alto… Pero me hicieron pelado. No estoy muy contento con mi personaje. Ni se contactaron conmigo, la hicieron en 15 días”, explica Ferrara, quien destaca sin mucho entusiasmo que sólo “la sala del juicio es parecida”.

Por su parte, al ser consultado por LA CAPITAL, Pellizza cuestiona al actor que interpreta a Monzón. “Era un desastre, hasta lo hace al revés: tenía cara de asustado”, cuenta.

En el caso de las mujeres, ambas muy coquetas, la crítica empeora y se endurece. “Mi personaje era horrible, espantosa”, dice Perelló. Y agrega: “La película no era buena. Yo hablé con Norma Aleandro por teléfono, porque una amiga mía era amiga de ella. Y le dije: ‘Mire, si usted quiere hacer una película que refleje la realidad, debería entrevistar a todas las partes, para tener todas las versiones y en base a eso hacer la película’. Bueno, no lo hizo. Y de hecho, la película es un engendro. Norma Aleandro se robaba la película haciendo su papel: es una gran actriz, pero la película no estuvo bien. Y Monzón todo lo contrario. Tenía una personalidad… Venía caminando por el penal de Batán con un joggin que decía Monzón y era como una pantera”.

Ramos Fondeville también desaprueba el filme. “La película es muy mala, dicen que en estos días la están pasando muchísimo”, es lo primero que comenta. Y luego, continúa: “Fue muy gracioso, cuando vino el director. No me acuerdo el apellido. Era joven y era su primera película. El quería introducir los párrafos de la gente que había estado muy cerca de Monzón. De Susana Giménez, de Tito Lectoure, mío, del juez de primera instancia, que había intervenido en la instrucción de la causa, Jorge García Collins… Y había un actor que preguntaba en off, y yo tenía que contestar. Me hizo una pregunta y yo contesté y desarrollé muy bien un párrafo. ‘¿Y ahora qué hacemos con Norma?’, me dijo el director”, recuerda y se ríe.

Sin embargo, después admite que cuando comenzaron a filmar formalmente, se dio cuenta de que no podría hacerlo bien. “Me tropezaba con cada frase y casi no lo pudimos hacer. Tuvimos que hacer tres o cuatro pruebas y le dije que yo era una jueza, no una actriz. Cuando contesté espontáneamente contesté muy bien, pero cuando tuve que reproducir lo que había dicho ya no iba”, confiesa.

Por último, revela que la honró que su papel lo hiciera Norma Aleandro. “Ella se rescataba por su nombre: la amo, no me he perdido obra de teatro ni película en la que esté, pero no la conocía personalmente”, indica Ramos Fondeville.
Y revela que hubo una oportunidad en que quisieron juntarlas, pero el encuentro finalmente no se produjo. “Me invitaron cuando le iban a entregar el Lobo de Mar acá en Mar del Plata, en el ámbito cultural. Querían que yo fuera y compartiera la mesa con ella, pero ya me pareció demasiado, demasiada farándula. Ya había tenido demasiada trascendencia. Estuve en los principales programas de televisión: Mirtha Legrand, el de Neustadt, que era el mejor programa que había en esa época. En el de Grondona… Y en otros no estuve porque no me alcanzó el tiempo”, concluye “La jueza” entre risas.