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Opinión 9 de marzo de 2019

Castigar al inocente

Daniel Santoro.

por Néstor Sclauzero

Los ataques perpetrados en los últimos tiempos contra el renombrado periodista de investigación Daniel Santoro no son únicamente ataques a su persona. Son ataques a lo que él, con sus 38 años de ejercicio, representa: el periodismo profesional.

Hay mucho en juego, y está claro que los autores de esta campaña de desprestigio quieren arrastrar a la sociedad hacia abajo, al barro discepoliano donde todo es igual y los hechos ya no importan.

De tener éxito, amedrentarían a otros periodistas al mostrar que pueden armar un escándalo capaz de bajar de su lugar de respeto a uno de los más relevantes periodistas profesionales de América Latina. Estaríamos entrando en un camino de deterioro de la democracia.

Ante ello, es la ciudadanía, entonces, la que debe estar atenta y juzgar la verosimilitud de cada campaña armada para destruir una reputación. Debe juzgar los informes por la credibilidad de sus autores, por los fundamentos y atribuciones que ofrecen como respaldo, por sus apegos públicos a códigos de ética y los reflejos en una variedad de medios.

Santoro ya hizo un descargo completo de su relación con quien fuera su fuente, Marcelo D’Alessio. Consignó que, como hace todo periodista que busca fuentes que conocen de lo que hablan, aprovechó las informaciones que D’Alessio le proporcionaba. Tal vez, su error haya sido tener un cierto grado de amistad con esa fuente, la cual a sus espaldas usó su nombre y abusó de la relación para engañar a terceros.

Daniel Santoro es uno de los periodistas más premiados del país. Recibió el premio María Moors Cabot, el premio Rey de España, el premio Konex de Platino a la Investigación, la medalla Caballero de la Orden del Mérito de la República de Italia y la distinción de Honor de la Cámara de Diputados de la Nación, entre muchos otros.

Más allá de estos reconocimientos, la inocencia de Santoro es obvia. Y también es evidente que a varios periodistas y dirigentes importantes no les interesa informarse bien. Aprovechan el momento para atacar a Santoro por sus investigaciones anteriores. Y estos líderes de opinión se convierten en ciegos que guían a muchos más ciegos, que en las redes sociales se suman a linchamientos digitales ridículos.

De la resolución del juez Ramos Padilla se infiere que no hay indicios de que Daniel haya participado en alguna operación ilegal. Por supuesto, se necesita aclarar todo el daño que un personaje como D’Alessio puede haber hecho. Pero ningún juez puede haber aprendido tan poco de la experiencia democrática como para convertirse en una herramienta de desprestigio del periodismo profesional, e involucrar a periodistas en un proceso judicial afectando la protección constitucional.

Esta vez le tocó sufrir este ataque a Daniel, pero otras veces le ha ocurrido a otros periodistas. En este ataque contra el periodismo profesional -periodismo que Fopea defiende desde su fundación en el 2002, sin importar banderas políticas-, el caso puntual de Santoro ejemplifica la dinámica que tiene el armado de operaciones políticas mediáticas, en las que el periodismo profesional es el enemigo.

Santoro es uno de los fundadores, primer presidente y miembro activo del Foro de Periodismo Argentino (FOPEA), una organización que actualmente agrupa a casi 600 periodistas independientes de todo el país, comprometidos con la promoción del periodismo ético, la capacitación de los periodistas, el apoyo al periodismo de investigación y la defensa de la libertad expresión.

Por eso, es tan importante que la ciudadanía esté alerta, y tenga un ojo muy crítico al evaluar los escándalos mediáticos que seguramente habrá en este año electoral. Y que lo haga sobre la base de criterios de respaldo, credibilidad, razonabilidad y cruce de fuentes. Es lo que también intenta hacer para el público el periodismo profesional: encontrar ese bien tan preciado, la verdad.

La sociedad se perjudica mucho a sí misma si no protege este buen periodismo. Y la forma de hacerlo es evitar cada uno convertirse en difusor de estas perversas campañas sucias.

(*): Presidente del Foro de Periodismo Argentino (FOPEA).



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