La Zona

Centinela del Mar: con una triste realidad y un futuro incierto

Las últimas lluvias trajeron complicaciones a la villa veraniega, donde sólo hay dos habitantes estables y algunos más en la zona rural. Puesteros de estancias fueron despedidos. La escuela 16 sigue cerrada.

MIRAMAR (Corresponsal).- Allí en la lejanía, asoma cada vez más tímido un conjunto de casas veraniegas con bellas playas, pronunciados acantilados y médanos que le dan nombre a Centinela del Mar, situada en el límite de General Alvarado y Lobería.

Si bien nunca hubo expectativas de un desarrollo edilicio en el sector, al menos concreto como en otras regiones de la Costa Atlántica, el objetivo de cuidar el lugar como un paraíso prácticamente virgen junto al mar tampoco parece haber dado resultado pese a características geográficas que aún persisten.

La realidad es que para llegar a allí muchas veces se transforma en una especie de Dakar, no sólo por los 70 kilómetros de distancia desde Miramar intercalando asfalto y tierra, sino por el estado de un camino descuidado que durante las lluvias llegó a tener unos 80 centímetros de agua, de por sí transformándolo en intransitable y dejando una sensación de aislamiento acentuado.

Otra de las cuestiones, al igual que ocurrió en Mar del Sud, es el estado de los puentes peatonales que fueron desbordados por los arroyos “El Pescado” y “Nutria mansa”. Debido a las últimas precipitaciones bajaron con un caudal de agua mayor al habitual y produjo desmoronamientos evitando el paso de quienes arriban periódicamente.

La semana pasada se trató un expediente en el Concejo Deliberante relacionado con este tema, donde los bloques prometieron gestiones para que desde el Ejecutivo se accione como corresponde. Al parecer algunas respuestas llegaron, aunque estructuralmente los problemas siguen siendo evidentes.

“El arreglo anterior fue hecho de tosca y unos palos de cemento, un mamarracho, lo mismo que en Mar del Sud. Aparte la semana pasada el camino a la altura de la cruz quedó bloqueado por una laguna de 80 centímetros de profundidad que no dejaba pasar”, expresó ante LA CAPITAL, Carlos Canelo, uno de los vecinos que asiduamente concurre a la villa balnearia desde hace varios años.

“Son todos remiendos, nunca hacen nada serio, vamos para atrás. Ahora los terratenientes arreglaron un poco el trayecto porque tienen que empezar a utilizarlo por la siembra en los campos”, agregó.

Escuela cerrada

En agosto del año pasado este diario reflejaba en sus páginas el notable esfuerzo de un grupo de docentes que le daban vida a la remota escuelita 16 “Alfonsina Storni”, la cual contaba con tres alumnos.

Hoy el panorama es totalmente distinto ya que el establecimiento escolar, como ocurrió en períodos anteriores, volvió a cerrarse por falta de matrícula.

“Los peones de estancias fueron echados y debieron irse con sus familias, por lo cual esos alumnos que estaban el año pasado, al menos dos, no pudieron seguir. A cargo de los campos quedaron personas solas, sin medios de locomoción y bajos sueldos. Hay dos habitantes estables y otros dos que permanecemos allí tres o cuatro días a la semana”, sostuvo Canelo.

En tanto, al ser consultado por la escuela el presidente del Concejo Escolar, Fernán Gorostiza, declaró: “Lamentablemente está cerrada porque no quedaron alumnos en la zona, las familias que había se mudaron así que veremos el año próximo si puede reabrirse”.

Asentamientos y abigeatos

Hay otros problemas que preocupan a lugareños y turistas ya que las casas de veraneo están prácticamente desocupadas durante el resto del año y eso hace que muchos cuatreros o cazadores también atenten contra la integridad de esta villa en donde, según se informó, “existen tierras usurpadas, delimitadas por alambres con construcciones clandestinas que se acrecientan”.

Esto da lugar también a que sigan produciéndose robos de animales y faenas clandestinas, al no existir una presencia policial regular.

Caminos y reserva

También se comunicó a LA CAPITAL que las dunas y caminos naturales están siendo ferozmente erosionados por el paso sin controles de cuatriciclos, motos enduro y otros vehículos 4×4.

Debido a sus características solitarias, este lugar se transforma en un paraíso para quienes gozan de este tipo de actividades y muchos vienen desde otros lugares de la zona en donde está prohibida, o al menos bastante más limitada, la circulación sobre los médanos.

En 2008 el Concejo Deliberante promulgó la ordenanza municipal 203/08 que declaró a los acantilados de Centinela del Mar como “Sitio de Interés Geológico y Paleontológico” aunque recién en 2012 se comenzó a pensar seriamente en un espacio de protección arqueológica, paleontológica en dunas, acantilados y restinga, anexando 15 kilómetros de costa loberense hasta el arroyo “El Moro”.

Para eso se elaboró un proyecto que desde hace más de dos años no tiene avances y quedó archivado en Provincia.

Los límites estipulados contemplan además 6 arroyos que fueron estudiados y arrojaron la presencia de especies únicas de peces, situación que no tuvo monitoreo ni protección del Estado. Esto fue dado a conocer en su momento a LA CAPITAL por paleontólogo Marcos Cenizo, permanente estudioso de la zona.

Otros resultados determinaron además que la zona alberga una diversidad paleo fáunica de las más importantes en América del Sur, por sus 58 especies de mamíferos, 8 de peces, 34 de aves, 8 de reptiles y 5 de anfibios.

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