Arte y Espectáculos

Chau Scorsese, buen viaje

por Raúl Acosta

Martin Scorsese nació en el distrito de Queens, en la ciudad de Nueva York, el 17 de noviembre de 1942. Su familia se mudó a Little Italy (Manhattan) antes de que él comenzara la escuela primaria. Su padre, Charles Scorsese, y su madre, Catherine Scorsese-cuyo apellido de soltera era Cappa-, trabajaban en el Garment District; él era planchador de ropa y actor, mientras que ella era costurera y actriz. Sus abuelos paternos provenían de Polizzi Generosa, ciudad ubicada en la provincia de Palermo, Sicilia, y sus abuelos maternos también eran de Palermo, precisamente de Ciminna. El apellido original de la familia era Scozzese, modificado cuando sus ancestros llegaron a América.

Tijeras inolvidables

En el año 1970 es parte de la compaginación de una obra que define el cine documental yanky (es y no lo es, es un film testimonial, tiene trabajos especiales que la hacen distinta) porque hace 50 años “tijereteó” Woosdtock.

Tengo para mi que su tarea allí es fundamental en el aprendizaje de dos cuestiones. Música y escenografía. Toda la obra de este director tiene esos dos elementos como partes utilitarias a un todo. Scorsese es gestáltico hasta el caracú.

Desafío: quien se anime a reponer en sala grande y posible este documental se encontrará que el cinéfilo viene… el músico viene y el siglo XXI la recibe. Repongan Woodstock y probemos.

Ese es otro eje de este comentario inspirado en la vista de “El Irlandés. Advertencia muy necesaria. No es esta una crítica a la película a la usanza de las páginas especializadas. Es lo que tengo ganas de escribir.

Si quiere datos técnicos busque una ficha técnica. Aquí vamos por otro lado. Es Scorsese el motor de 7 filmes de bajo costo sobre el jazz. Recomiendo el que hizo Clint Eastwood sobre el piano. La mirada de Martin Charles como patrocinador y la de Eastwood con la minuciosidad y el tiempo (temppo) que lo acompañaría después dan señales de un cine diferente. Si la encuentra mire lo que hace con Ray Charles ese fenómeno que es Clint homenajeando al piano en el jazz. Mire y oiga.

Música y sonido…para una furia creciente

Thew Five Statins con “In the Still Off” es la música que abre ‘El Irlandés’ (Hoffa si prefiere así). Le sigue “Empalme Tuxedo” versión de Glen Miller, Smiley Lewis aparece con “Hear you Knockin”, “Delicado”, el tema de Waldir Azevedo por la orquesta de Percy Faith y “Qué rico el mambo”, de y por Dámaso Pérez Prado.

No parará de ambientar con la música aquella, no cesará en las referencias a un sitio, un punto esencial.

Esta película refiere a un Aleph del siglo XX en yankilandia, por tanto en el mundo. Un punto de todos los puntos. El clan Kennedy, el gremialismo, la mafia, la crisis cubana, los restos de la Gran guerra yanky oficial (la Segunda) serán las piezas que se acomodarán, una tras de la otra, llevando a la desesperanza.

No cesa de caer un velo tras otro. No hay buenos. Todos somos malos. Todos sin un verdadero motivo superior, enaltecedor. Es lo cotidiano de los malos que se suma a lo superfluo (van a las batallas y asesinatos hablando de trivialidades) hasta que lentamente llega ése mensaje: en esas trivialidades está la esencia. No somos esenciales. Si se permite este requiebro a las intenciones del director. Somos prescindibles.

Cada vez mas profundo el escepticismo, cada vez mas inútil la violencia, la corrupción insistente yendo al eje: son parte de una forma de mirar su país, también Occidente. Hasta las investigaciones por corrupción son alícuotas de una venganza. Mas furia, mas sonido de época porque esta es una película de época.

Se insiste por si está leyendo distraídamente. Es una película de época. Esos años definieron el Siglo XX y esta película es el colofón de ése siglo. Vamos, en el Siglo XXI narrar la Crisis de los Misiles Cubanos y Bahía de los Cochinos es narrar una época.

Una serie de miradas define climas e historias. Las miradas de quienes se sobrecogen por la muerte de JFK. La de los protagonistas. Y otra mirada: la de la hija del eje narrador: Frank, el Irlandés.

Con ‘El Irlandés’, la última película de Scorsese se cierra el Siglo XX. Se cierra hasta el trabajo de esos actores. De Niro, Pesci, Pacino, Keytel terminan sus tareas en la vida del espectáculo con este film. Todos se ven como fueron, como son, como serán. Ninguno de ellos hará otro trabajo como este, ni hay alguien como quien los dirige y ante quien se desnudan sin pudor. Scorsese está filmando desnudo junto a ellos.

Esta película es una confesión de Scorsese y la comprendo. Pasados los 70 años de vida muchos filtros cambian de diámetro. Pintura gruesa y desnudos del alma. Si la rúbrica fuese de Neruda diría: “confieso que he vivido”.

Los críticos de cine, encolumnados en la zoncera, elogiarán maquillajes y transformaciones. No es eso, es el espejo de Dorian Gray de un siglo en el que se incluye el Director.

Las mujeres y los niños primero

Es importante indicar un juego que se corresponde con aquellos años. Las mujeres son adornos, las propias y las ajenas. No existen y si fuesen de cera servirían igual al texto. Los niños serían la esperanza. Ejem, serían.

Pesci cuando pregunta porque no lo quiere una niña, que se enamora de la seducción de otro amigo de su padre, en este caso Pacino (amor de niño, no estamos ante cuestiones del Siglo XXI) da otra punta de la amargura de Scorsese. No lo quiere a Pesci porque es corrupto y corrompe a su padre. Lo quiere a Pacino, que también lo corrompe pero regala dulces y helados de frambuesa. Otra vez la futilidad hasta exasperar y convertirse en eje.

Esa hija no perdonará a su padre. Otra, en el diálogo sincero de la vejez, le aclara: para nosotros fue terrible ser hijas de un asesino.

Asombrosos parecidos

La serie Peaky Blinders mostró, desde 1914 en adelante, como fue el juego de mafias y trastiendas del poder en Inglaterra.

Esta película de Netflix, que amenaza ser éxito en cine/cine, trae cuestiones similares pero en Estados Unidos. Trastienda, mafia, una mano lava la otra. El silencio es conveniente. Nadie es inocente.

No puede ser casualidad que ‘El Guasón’ aparezca este año. Y la de Tarantino sobre Hollywood… homenajeando a Scorsese.

Es su despedida / es el fin de su siglo / humm…Te dije que era su última gran obra. O por los menos, mientras tanto, la hizo. Mucha plata. Nunca pensó que podría. Se la pagó Netflix. Me parece que va más allá que eso. Lo trasciende. Es el final de una vida, de la vida cualquiera. ¿Para que hemos vivido esta vida? Se lo preguntan todos. De Niro en el banco ante la hija que no le da bola. Pesci cuando ve que la nena tampoco le da bola a él. Algo no funciona y no terminan de saber que es, no lo saben. No saben y es verdad que no lo saben. No es una despedida. No es la despedida de Scorsese. Lo trasciende. Es qué hemos hecho nosotros. Él, vos, yo. Por eso me parece grande la peli.

Es la despedida de Scorsese y de los suyos. De su generación. De ese cine. Y del delito sin culpa externa. Solo con la interior. Terminó en siglo. Un ciclo. Una forma de hacer cine.

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