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Deportes 2 de septiembre de 2018

Cinco minutos

por Vito Amalfitano

Todo el orden que Aldosivi esgrimió en sus victorias ante Huracán y Lanús, e incluso en la derrota inicial frente a Unión, se le derrumbó en cinco minutos de pesadilla en el Minella.

“Arrancó dormido”, mal se dice en la jerga futbolística. Nadie comienza un partido dormido o despierto. Se juega en una cancha, no en una cama. “¿Qué significa desconcentrarse en el fútbol?, ¿pensar en la salida con la novia o en la pizza que te vas a comer a la noche mientras vas a saltar en un córner?”, se pregunta graficamente el Flaco Menotti.

En realidad, Aldosivi no empezó ante Tigre ni “dormido” ni “desconcentrado”. Arrancó mal parado. Y con errores “no forzados”, como dijo su entrenador, Gustavo Alvarez, que expusieron subitamente ese desorden inédito en el equipo.

No es imprescindible acumular volantes de contención para alcanzar ese orden deseado. De hecho Aldosivi mantuvo su línea en los primeros partidos con mayor cantidad de jugadores de ataque. Y en este sumó circunstancialmente a Ozuna, por la lesión de Chávez. Y Tigre mismo ayer tuvo más mediocampistas de creación que de marca y mandó siempre en el sector, aunque favorecido por la ventaja temprana.

Pero la realidad es que el secreto está en la forma de retroceder, de cerrar espacios. Y Aldosivi se equivocó en una salida y en otra pelota que perdió Colman, con cierta liviandad, en el medio; y después retrocedió muy mal y cubrió los espacios peor. Casi todo a las espaldas de Villalba, pero con responsabilidad no unicamente individual, sino también en la cobertura y los escalonamientos.

Eso desde el prisma de Aldosivi. Porque también, y fundamentalmente, hubo lucidas resoluciones de Tigre en los dos goles, al minuto con la combinación entre Pérez García y Diego Morales que derivó en la penetración de “Cachete” por derecha y el cabezazo de gol de Vera. Y después a los 5, con otra gran habitación de Morales, en este caso para una gran definición de comba de Menossi.

Aldosivi cerró mal los espacios. Tigre los creó con talento individual y colectivo.

Esos cinco minutos condicionaron todo el resto. A Aldosivi el partido le quedó siempre a contrapierna. Justo al equipo que se había caracterizado por orden en los tres primeros partidos, aun en desventaja. Esta vez le costó todo un tiempo hacer pie. Y en el segundo, ya con cierto equilibrio, no sobró vuelo ni mucho menos, frente a un sí muy ordenado Tigre, que cerró filas como para buscar por adentro. Y se acordó tarde Aldosivi de buscar por afuera, con dos remates que hicieron lucir a Batalla en el final del partido.

El castillo del orden se desmoronó en esos cinco minutos. Porque, como diría el Coco Basile, los jugadores no son piezas de ajedrez y se mueven. Y se aciertan y equivocan. Había, de todos modos, antes de esos cinco minutos, una buena base para ese castillo. Será cuestión de volver a levantarlo, seguramente con correcciones.

@vitomundial



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