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Arte y Espectáculos 26 de octubre de 2018

Claudia Luchetti invita a “avanzar en nuestro proceso de identidad y sano crecimiento”

Antes de su llegada a la ciudad, la "decodificadora existencial" de las famosas explicó algunos puntos de este campo que busca el bienestar espiritual y relaciones sanas, con uno mismo y con quienes lo rodean.

Claudia Luchetti.

Claudia Luchetti presenta “Se para Dos”. Se trata de una experiencia teatral, dedicada a aquellos que quieren aprender a compartir, a ser “un mejor humano”, aprender a disfrutar de una pareja sin caer en la trampa del “mal amor” y descubrir y liberar los condicionamientos.

Antes de su llegada, hoy a las 20 a Teatriz, la “decodificadora existencial” de las famosas explicó algunos puntos de este campo que gana adeptos entre quienes buscan el bienestar espiritual y relaciones sanas, con uno mismo y con quienes lo rodean.

– ¿Qué es la decodificación existencial?

– Decodificar es básicamente una disciplina de autoconocimiento. Lo primero a reconocer es que somos el efecto de la causa biológica, psicológica y anímica de nuestros padres, por lo cual para crecer y proceder a nuestra autonomía es importante dejar de señalar y acusar y asumir nuestra responsabilidad de transformación y elección. Para avanzar en nuestro proceso de identidad y sano crecimiento tenemos que detectar nuestra dependencia al modelo y a las formas implementadas, como así también a los condicionamientos pautados por la crianza para dejar de ser aquello que nos dijeron que fuéramos y ser quienes verdaderamente somos.

– ¿Nuestro nombre nos condiciona?

– El nombre no nos condiciona. El nombre nos permite acceder al conocimiento de nosotros mismos y ahí descubrir nuestros desafíos emocionales para llevar a cabo nuestra transformación. Dar nombre a algo o a alguien es otorgarle una fuerza. Conocer el verdadero nombre de una persona significa conocer el camino vital y las cualidades espirituales de dicha persona. Prestarle la debida atención al nombre y a su contenido hace que la persona se pueda conectar con su poder para desarrollarse en toda su plenitud. El nombre tiene los temperamentos del ego y del espíritu.

– ¿Cómo se encuadran la familia, la vida en pareja en épocas de individualismo, sobrecargas de trabajo y distracciones múltiples al alcance de la mano?

– La familia de origen es un modelo, un patrón. En esta vida nacimos para ser independientes, la biología lo muestra así al cortar el cordón umbilical. Para empoderarnos en autonomía tenemos que soltar el modelo, el patrón y asumir el riesgo de determinar “nuestras formas”.

La vida es un contrato entre las partes. La familia es el espacio de reunión para aprender a conocer, respetar y ser responsables de la unidad. Es necesaria porque nosotros somos una unidad.

En la casa hay que respetar a “una cabeza dirigente” y luego en lo personal tendré que aprender a respetar “mi propia dirección” para lograr mi autonomía y acción.

– ¿Qué desafíos implica esa convivencia?

– Aprender a respetar el tiempo y el espacio del otro como así también la implementación del tiempo compartido.
El accionar acordando y reflexionando acerca del mejor modo de llevar a cabo las diferentes cuestiones sin carga, sino en términos de “emparejamiento”.

Conjugar de a dos sin postergación personal, en el ejercicio diario de comulgar con lo que está sucediendo en transparencia, hablando tanto de los sentimientos positivos como de los negativos. Conocernos es una experiencia que tiene inicio pero no tiene fin.

– ¿Cómo se deconstruye el amor en épocas en las que los roles clásicos que nos impusieron familiar y socialmente están en crisis?

– Es importante detectar con que forma nos estamos manifestando. Entender que somos adultos dispuestos a diseñar, a crear nuestro universo emocional. Ser más autocríticos en vez de acusadores. Aprender a ser lo que deseamos recibir. Dejar de distraernos sin resolver lo que tenemos que resolver. Habilitar el diálogo profundo.

El amor en las relaciones responde siempre a tres atributos: Respeto, responsabilidad y cuidado.