Arte y Espectáculos

“Claudia”: una reflexión en el teatro sobre identidad, verdad y memoria

Claudia Victoria Poblete Hlaczik eligió el teatro para contar su niñez, sus recuerdos, su crianza y narrar su secuestro por la dictadura en 1976 cuando era una bebé y su restitución en el año 2000 a su familia.

Por Ana Cecilia Angulo

MADRID, España.- La argentina Claudia Victoria Poblete Hlaczik no es actriz, pero desde 2016 protagoniza una obra documental ligada a la memoria y la identidad, “Claudia”, donde vuelve a su niñez, a sus recuerdos, a su crianza, para narrar su secuestro por la dictadura argentina en 1976 cuando era una bebé y su restitución en el año 2000 a su familia.

“La identidad es una construcción, es algo que armamos todos los días de nuestra vida y que nunca está del todo terminada, una real construcción identitaria sin conocer la verdad sobre nuestro origen es algo imposible”, afirma en una entrevista con EFE en Madrid, donde representa su obra.

“La memoria funda un poco esta posibilidad de construcción verdadera, porque si no tenemos una mirada clara sobre nuestro pasado no podemos seguir adelante” agrega Claudia, quien a los 21 años supo que no era hija de un militar, sino de José Liborio Poblete, de origen chileno, y Gertrudis Hlaczik, desaparecidos por la dictadura militar argentina.

En el 2015, Carles Fernández Giua y Eugenio Szwarcer, de la compañía catalana La Conquesta del Pol Sud, conocieron su historia a través de Abuelas de Plaza de Mayo, ONG argentina que busca restituir a sus legítimas familias a todos los niños apropiados en dictadura, y le hicieron la propuesta del teatro documental.

La verdad y el derecho a la identidad

Claudia Poblete quería visibilizar su historia de forma diferente y, aunque fue una decisión difícil, la obra le ofrecía esa oportunidad, que finalmente aceptó. “Me permitió tener una voz propia y me daban todos los elementos de la dramaturgia; eso me resultó muy atractivo”, dice.

En este proyecto, ella tiene dos objetivos que quiere transmitir. El primero, la importancia de la verdad en la crianza de un niño. “Si alguien se puede llevar la impresión de lo que significa para un niño que no le digan la verdad y las huellas profundas que deja eso, para mí es muy importante”.

En segundo lugar, el derecho a la identidad para todas las personas, ya que en Argentina esta es una historia que sigue viva. Las Abuelas de Plaza de Mayo todavía buscan más de 300 nietos o nietas que faltan por restituir y pueden estar en cualquier parte del mundo.

“No dejo de pensar en que alguien se identifique con la historia y se anime a buscar la verdad de las personas que todavía viven con su identidad cambiada, eso me motiva mucho, me da sentido para seguir haciéndolo”, confiesa esbozando una sonrisa.

Conectar al público con sus recuerdos

Claudia es ingeniera de sistemas y nunca imaginó estar sobre un escenario, porque además se consideraba “muy tímida”. Sin embargo, asegura que desde el 2016 ha cambiado mucho y ahora ya tiene “más práctica”.

“Cuando estoy en el escenario trato de conectarme con mi vivencia, a partir de los recuerdos de mi niñez, volver a estar en cada uno de los lugares que voy nombrando y llevar al público conmigo”, agrega la programadora de 44 años, quien está muy agradecida con La Conquesta del Pol Sud por hacerla parte de este “querido proyecto”.

“Fue primero un trabajo de construir el vínculo y lo que queríamos decir, y luego de confianza para que pudiera subirme a un escenario y ser finalmente yo la protagonista. Fue un proceso difícil al principio, pero de mucho crecimiento personal también”, explica la argentina.

Desafío generacional

El cambio fundamental para la protagonista se dio cuando vivió la maternidad con el nacimiento de su primera hija. En ese momento, ella se dio cuenta de la magnitud de lo que le sucedió y pasó con sus padres.

“Pienso que con cada acto de memoria que uno hace, es en cierta forma traerlos de vuelta”, reflexiona, y explica qué ha significado para sus hijos verla en una faceta diferente.

“Mi hijo de 10 años vio la obra por primera vez y mi hija lo hizo a los 9 años, pero ahora tiene 14 y la ha visto con otros ojos. Les da un poco de distancia con la historia de sus abuelos, de su mamá y la de ellos mismos, porque son parte de esta continuidad generacional”.

Claudia tiene como desafío cuidar el legado de la memoria con las nuevas generaciones. “Hay personas que aún no saben quiénes son y tenemos la necesidad de poder encontrarlas y decirles la verdad para que puedan seguir construyendo su vida en libertad”, concluye.

EFE.

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