“Come mierda”, un libro para cambiar los hábitos malsanos de alimentación
Julio Basulto justifica que si la palabra "mierda" se define como "cosa mal hecha o de mala calidad" (según la Real Academia Española de la Lengua), los comestibles de mala calidad nutricional debemos incluirlos también en dicho concepto.
Etiquetado en los alimentos procesados en una tienda de alimentos. Foto: EFE | José Pazos.
Tratar de cambiar el “panorama desolador actual” de la nutrición y la salud pública es uno de los objetivos del libro “Come mierda” (Editorial Penguin), donde el nutricionista español Julio Basulto denuncia “las arrolladoras consecuencias de los comestibles malsanos”, que causan 11 millones de muertos al año en el mundo.
Mientras que la comida contaminada mata en toda la región europea a unas 5.000 personas al año, la chatarra comestible provoca anualmente, solo por enfermedades cardiovasculares, 2,1 millones de fallecimientos. ¿Te imaginas cuántos kilos de ultraprocesados consumimos al año? Ante una tragedia de tal magnitud, Basulto justifica que si la palabra “mierda” se define como “cosa mal hecha o de mala calidad” (según la Real Academia Española de la Lengua), los comestibles de mala calidad nutricional debemos incluirlos también en dicho concepto.
“Come mierda” aborda, por tanto, el gran tema alimentario de nuestros días. Explica la diferencia entre alimentos seguros e inocuos, empodera al lector, desarma los tentáculos con que la Big Food promueve ambientes alimentarios que generan obesidad y enfermedades crónicas y demuestra que cuidarse no significa solo comer mejor sino, sobre todo, dejar de comer peor.
En una entrevista con EFE, Basulto reclama “políticas públicas integrales y no parches” para fomentar la alimentación sana, entre las que destaca la regulación de la publicidad encubierta de los productos malsanos o la reducción de los niveles de sal y azúcar en ellos.
Insiste el autor en que hay que evitar las bebidas azucaradas y los cárnicos procesados y, por el contrario, comer fruta fresca, verduras, legumbres o frutos secos para hacer frente a decisiones alimentarias movidas, asegura, por hilos de industrias que mueven intereses multimillonarios.
Manual para los responsables sanitarios
Es un libro basado en evidencias científicas, con un título “chocante”, que pretende ser un manual de referencia para los responsables sanitarios, según el autor, pues lamenta llevar varios años “predicando en el desierto”.
En este sentido, critica que la industria alimentaria esté implicada en la toma de decisiones políticas respecto a la alimentación, lo que deja a los que tienen que legislar tengan las manos atadas.
Además, aboga por un cambio en el precio de los alimentos. “No puede ser que sea más caro comer sano y hacerlo de forma malsana más barato“; y por una transformación en la “disponibilidad para que sea más fácil comer bien y más difícil comer mal”.
Apuesta también por regular la publicidad de los productos malsanos, principalmente la “encubierta” que reciben los menores en las películas, las series o en las redes, así como promover la lactancia materna y limitar la publicidad de la artificial.
Alimentos seguros, inocuos y sanos
Distingue el nutricionista entre los alimentos seguros (los que no intoxican), los inocuos (que no dañan la salud a largo plazo) y los sanos (que proporcionan mucha salud de forma indiscutible).”En los supermercados hay muchos alimentos seguros, pero el 31,7 % de las calorías que tomamos -explica- vienen de alimentos que no son inocuos, es decir que a largo plazo pueden tener consecuencias. Y no solo para patologías más leves, como la caries, sino para otras más graves como las cardiovasculares o algunos tipos de cáncer relacionados con la alimentación.
“Contra los ultraprocesados”
Según Basulto, los alimentos ultraprocesados no tienen vitaminas, minerales o fibra dietética natural y sí grandes cantidades de sal, mucha azúcar, harina refinada, grasas malsanas y demasiados potenciadores del sabor.
También rechaza los potenciadores de sabor, “un golpe de traición para nuestro paladar”, pues “nos acostumbramos a sabores demasiados potentes y luego la fruta, por ejemplo, no nos sabe a nada”.
Desiertos y ciénagas de alimentos
La obra del nutricionista alerta sobre los “desiertos de alimentos”, aunque reconoce que en España no existen, a diferencia de lo que sucede en Estados Unidos.
“Son zonas en las que no puedes de ninguna manera comprar un alimento sano o, si puedes localizarlo, es ultracaro y no está en un buen estado de maduración”. Sin embargo, denuncia que en España, a pesar de que es fácil encontrar alimentos sanos, y relativamente baratos si son de temporada, también existe un marketing potentísimo de productos malsanos muy baratos.
Y alerta de que cerca de las escuelas suele haber un montón de tiendas con productos malsanos, así como de las trampas de los supermercados donde “encontrar la fruta y la verdura, a veces es una auténtica odisea”.
EFE.
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