Policiales

Cómo fue el crimen de la anciana del barrio San José según la Justicia

Elizabeth Otondo, una mujer de 81 años, fue asesinada a golpes en la mañana del viernes 2 de junio y su cuerpo fue descubierto en la tarde del sábado 3.

Jonathan Cáceres era un ex convicto al que se le dio la oportunidad de trabajar como ayudante de un techista para distintos proyectos de refacción, tarea que hacía con relativa pericia. Sin embargo, al mismo tiempo observaba todo el contexto. En uno de esos trabajos, por ahora solo en uno, se encargó de retener la información que estaba a la vista de todos: que la dueña de casa era Elizabet Othondo, una mujer de 81 años y que tenía algunas alhajas, otros objetos de valor y dinero.

Othondo (81) fue asesinada a golpes en la mañana del viernes 2 de junio y su cuerpo fue descubierto en la tarde del sábado 3. Antes de irse quién la asesinó pretendió prender fuego el cadáver, aunque las llamas solo alcanzaron algunas de las extremidades y el abdomen. En las últimas horas, un reloj de Othondo fue reconocido por una hermana cuando el fiscal Leandro Arévalo se lo exhibió: ese reloj había sido hallado en la casa de Cáceres, durante un allanamiento poco después de su detención.

La contundencia de la prueba no hace más que ratificar la convicción del fiscal Arévalo sobre la autoría de Cáceres, quien ahora no tiene ninguna posibilidad de explicar todo aquello que lo incrimina.

Cáceres había sido detenido la semana pasada en base al análisis investigativo de la DDI Mar del Plata que estudió no solo todas las relaciones recientes de Othondo (amistadas, familiares, vecinos, trabajadores) sino también horas de cámaras de seguridad. Todo ello puso en el centro de la atención a Cáceres, al establecerse que había trabajado tiempo atrás como ayudante del techista. El registro de video, además, lo mostró a las 11 de la mañana del viernes en las proximidades de la vivienda de Othondo, ubicada en Rodríguez Peña al 2700. Y un elemento más indiscutible: su línea telefónica impactó dos veces por esas horas en una célula de la zona.

Furtivo accionar

Para la Justicia, Cáceres llegó en la madrugada del viernes 2 de junio a la casa de Othondo y ganó los techos luego de trepar, probablemente, por una planta. Allí permaneció hasta que entre las 5 y las 6 bajó a un patio interno trasero. Ese horario está determinado por el encendido en un par de ocasiones de una luz y lo confirma el hecho de que exista allí una lámpara con detector de movimiento.

Se cree entonces que Cáceres esperó allí en el patio a Othondo hasta que la anciana salió de su casa en dirección al garage. Aquí vale una explicación: la vivienda tiene una distribución bastante habitual en los domicilios de residencia en la que para llegar a un garage debe salirse al patio y atravesarlo. La idea de Othondo ese viernes era abrir el garage desde adentro y trasladarse en automóvil hasta su clase de inglés, prevista para las 10 de la mañana.

Fue en ese momento en que, para la Justicia, Cáceres interceptó a la mujer y la obligó a retornar a la casa. Durante un poco más de una hora estuvo en el interior buscando elementos de valor, como alhajas, relojes o dinero. Luego escapó caminando y en la huida fue captado por cámaras de seguridad.

Una vez que la policía obtuvo la orden de allanamiento se requisó la vivienda de Cáceres y se encontraron varios elementos de gran importancia. Ropas ensangrentadas, un par de zapatillas de marca Fila, alhajas y dos relojes. Uno de ellos fue reconocido por la hermana de Othondo este miércoles como el que usaba no con demasiada frecuencia y el otro “creía” que era el que usaba todos los días y que le había regalado la hija que ahora vive en el extranjero.

El fiscal Arévalo, que no tenía demasiadas dudas sobre la responsabilidad de Cáceres, reforzó su hipótesis con esta revelación acerca del reloj.

En la primera audiencia a la que Cáceres concurrió ante el fiscal dijo tener la voluntad de declarar, pero la Defensoría Oficial le aconsejó que aguardara a la defensora María Laura Solari, quien correspondía asistirlo por turno. Como recién ello iba a suceder un par de días después, técnicamente se negó a declarar. Sin embargo, al asumir Solari se le instruyó que no compareciera hasta tanto la causa tuviera resuelta algunas otras cuestiones, entre ellas la de los peritajes de ADN sobre la sangre o el análisis de los elementos secuestrados en su casa.

El otro crimen

Existe una fuerte presunción de que Cáceres también esté involucrado en un crimen de idénticas características ocurrido un mes antes, aproximadamente. El 7 de mayo, en una casa del Bosque Peralta Ramos, la moradora María Angélica Rossi (74) fue asesinada a golpes y su cuerpo prendido fuego.

Ese expediente está a cargo de María Florencia Salas, la fiscal que por el momento prefiere la cautela antes de una imputación apresurada contra Cáceres.

De todos modos, las pruebas poco a poco se van acumulando y parecen orientarse hacia un hecho inédito en la historia moderna del crimen en Mar del Plata. Que un trabajador a domicilio inicie una senda de asesinatos en serie que pudo frenarse a tiempo.

Es que la primera gran coincidencia tiene relación con la presencia de Cáceres como trabajador también en la casa de Rossi tiempo atrás. El mismo techista que había realizado refacciones en lo de Othondo lo había hecho en lo de Rossi y había empleado a Cáceres. Eso está absolutamente confirmado.

La mecánica de la muerte, tal lo confirmado por los expertos forenses de la Policía Científica, fue similar en ambos casos y la maniobra posterior de prender fuego el cadáver resulta tenebrosamente igual. En el caso de Rossi, el fuego calcinó la totalidad del cuerpo.

Dos últimos indicios que se podrán transformar en irrefutable evidencia son unos mensajes en los que Cáceres, el día del crimen de Rossi a comienzos de mayo, le avisó al techista que tuvo una lesión y que no podía ir a trabajar. El otro más contundente aún: una huella encontrada en la escena del crimen de Rossi se corresponde con una zapatilla marca Fila.

De ahora en más la fiscal Salas extremará la investigación para determinar si, como se cree, Cáceres también es el autor del asesinato de Rossi.

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