Cómo se visten los argentinos en la videollamadas laborales, según un estudio
El 42% de los argentinos admitió haber realizado videollamadas laborales en pijama, siendo el país de latinoamérica que más comete esta particularidad; mientras que Hong Kong lideró la estadística con el 63%. ¿Qué otros rasgos caracterizan a los argentinos detrás de las pantallas?
Durante las famosas calls profesionales son muchos los argentinos que terminan mostrando sin intención parte de la continuidad familiar e incluso aparentan un look formal solo de la cintura para arriba. Así es como los argentinos logramos, con el 42%, ser el país de latinoamérica que más realiza videollamadas laborales en pijama o con camisa y jogging.
Así lo determinó una encuesta realizada por la app global de aprendizaje de idiomas Preply, que incluyó a 29.538 personas en 21 países diferentes. Si bien las reuniones online tuvieron su auge durante la pandemia de coronavirus, esta modalidad quedó instalada en el mundo laboral. Pese a que se trata de encuentros profesionales, hacerlos desde la comodidad de la casa impuso sus propios códigos.
¿Cuáles son los errores más comunes durante una videollamada?
En América Latina, el percance más común durante una videollamada es el ruido de fondo causado por no silenciar el micrófono, es así como los argentinos también somos el país que más cometen este error con el 33%. A nivel mundial, el 42% de los encuestados fueron interrumpidos por sus hijos o mascotas, pero sólo el 3% lo consideró una molestia, lo cual refleja un cambio significativo en las normas profesionales.
“Las videollamadas nos conectan a través de continentes, pero no siempre logran superar las diferencias culturales. Lo que en un país puede parecer desinterés, en otro puede ser una muestra de respeto. Por ejemplo, mientras que a algunas culturas las interrupciones de niños les parecen divertidas, otras prefieren ignorarlas en silencio, y sin contexto, estas reacciones pueden malinterpretarse”, comenta Yolanda Del Peso, experta en idiomas de Preply.
Camisa y pantuflas
En general, ir a la oficina implica cumplir con cierto código de vestimenta. Pero cuando se trabaja desde casa, esas expectativas tienden a relajarse (y mucho). La clásica imagen de alguien con camisa y corbata combinadas con un pijama dejó de ser un chiste para convertirse en realidad: en promedio, el 42% de los trabajadores admitió haberse conectado a una videollamada laboral en pijama o vestido sólo de la cintura para arriba.
En Latinoamérica, esa estadística fue encabezada por Argentina, seguida muy de cerca por Brasil con el 41%, México con el 40% y Colombia con el 37%.
Hong Kong lideró la lista como la “capital del pijama” con un 63% de trabajadores que admitió haberse conectado a videollamadas con un look “a medio vestir”, a pesar de la reputación corporativa y formal de la ciudad.
Por su parte, en Estados Unidos el 50% de los consultados realiza el mismo comportamiento frente a las “calls” corporativas. En comparación en el Reino Unido, con un comportamiento un poco más moderado, solo el 42% utiliza este código de vestimenta.
En el extremo opuesto, sólo el 24% de los empleados en Tailandia reconoció haber recurrido a este truco, lo que sugiere que, incluso desde el hogar, allí la cultura laboral formal se mantiene firme.
¿Cámaras prendidas o apagadas?
Ya en Europa, los trabajadores de España se encuentran entre los más cómodos frente a la cámara. Casi la mitad (49%) dijo haber usado pijama durante una videollamada, pero solo el 13% afirmó haber apagado la cámara porque le preocupaba su apariencia. En contraste, países como Polonia (30%) y Turquía (29%) tienen la mayor proporción de trabajadores que apagan la cámara por sentirse poco presentables, lo que indica una cultura más exigente con la imagen personal.
Los trabajadores latinos, por su parte, son menos propensos a apagar la cámara por razones relacionadas con la apariencia: sólo el 14% mencionó haberlo hecho por ese motivo, frente a un promedio global del 18%.
Por su parte, las razones más comunes a nivel global para deshabilitar la cámara son atender a alguien, abrir la puerta o ayudar a un familiar (25%), y tomar un breve descanso para ir al baño (24%). Estas interrupciones prácticas reflejan las realidades del trabajo desde casa, donde los límites entre lo personal y lo profesional a menudo se difuminan.
Otro dato curioso del relevamiento es que muy pocas personas se comprometen a permanecer visibles en todo momento: sólo el 10% a nivel global aseguró que nunca apaga su cámara durante una reunión. En América Latina, esa cifra es aún menor (apenas un 8%), lo que indica una actitud más relajada respecto al uso constante de la cámara en el trabajo remoto.
“Si bien el trabajo remoto brinda flexibilidad y libertad, no todos están contentos con la cantidad de reuniones virtuales. Esta frustración creciente, conocida popularmente como fatiga de Zoom, refleja el desgaste que genera encadenar videollamadas sin pausas.” aseguró Del Peso frente al trabajo a distancia.
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