Policiales

Condenaron a “Curly” Altamiranda por el crimen de Gabriel Aramayo

Recibió una pena de 15 años de prisión, que se le unificó con una anterior a una única de 16 años y 6 meses. Los otros dos imputados, Sergio Urbistondo y Claudio "Pirulo" Altamiranda" fueron absueltos.

El Tribunal Oral en lo Criminal N° 4 condenó solo a uno de los acusados por el crimen del repartidor de pizza Gabriel Aramayo, a quien mataron a golpes en un robo piraña ocurrido en junio de 2020 en la avenida Polonia.

En un fallo unánime, los jueces Alfredo Deleonardis, Gustavo Fissore y Juan Galarreta resolvieron condenar a Franco “Curly” Altamiranda por el delito de “homicidio agravado en ocasión de robo” a la pena de 15 años de prisión y, como tenía otra pena de 3 años, dictada por el Tribunal N° 1, se las unificaron a una única pena de 16 años y 6 meses.

Por otra parte, al considerar que existían “dudas razonables” y que no se habían podido probar objetivamente las participaciones de los otros dos imputados, los jueces absolvieron a Sergio Urbistondo, que estaba acusado como coautor del crimen, y a Claudio “Pirulo” Altamiranda (primo del condenado), quien estaba señalado de haberle disparado a un grupo de vecinos que perseguían al grupo que cometió el robo piraña y que golpeó salvajemente a Gabriel Aramayo.

Al escuchar la sentencia, los padres y hermanas de Aramayo quebraron en llanto, se abrazaron, se consolaron unos a otros como pudieron. Acababan de escuchar que Altamiranda era condenado, pero que los otros dos imputados quedarán en libertad. “Mientras mis lágrimas rodeen mis mejillas, comprendo que estás en un mejor lugar”, es la leyenda que estamparon en remeras en honor a Gabriel Aramayo. 

Dudas razonables y testigos que cambiaron sus testimonios

Urbistondo reza antes de escuchar su sentencia absolutoria.

El juicio, del que participó el fiscal Leandro Arévalo, tuvo una enorme dificultad por los testigos, que en su mayoría cambiaron significativamente sus palabras: quienes en la investigación aseguraban que les dispararon y que podían reconocer a los agresores, en el debate se mostraron renuentes a aportar información y responder preguntas, con relatos incompletos y confusos.

Estos cambios en las declaraciones de los testigos, además de la falta de imágenes en las cámaras de seguridad y pruebas contundentes contra Urbistondo y “Pirulo” Altamiranda hicieron que los jueces decidieran absolverlos.

En cuanto a Urbistondo, el imputado tenía 34 años al momento del asesinato de Aramayo y los testigos, todos, declararon que había sido un grupo de “pibes” el que cometió el robo piraña en el que golpearon salvajemente a la víctima. Esta definición de “pibes” que dieron hizo imposible suponer que un hombre de 34 años era parte de ese grupo.

En cuanto a “Pirulo” Altamiranda, su acusación se basaba en que, según los primeros testimonios de los testigos durante la investigación, había disparado contra los vecinos para que el grupo que cometió el robo piraña pudiera escapar y meterse en la villa Santa Rita. Sin embargo, durante el juicio esto no se pudo probar, ya que los testigos cambiaron el testimonio y dijeron que los disparos los escucharon después del robo e incluso después de la llegada de la policía, por lo que no se pudieron relacionar con los hechos juzgados.

Pruebas contra “Curly” Altamiranda

Durante el debate no se puso en duda el hecho: el 9 de junio de 2020 a las 23, en la avenida Polonia y Hernandarias, Gabriel Aramayo, un repartidor de pizza que tenía permiso para circular durante la pandemia por ser delivery de un local gastronómico, fue atacado por un grupo de delincuentes, “pibes” según testigos, quienes lo rodearon, los golpearon con un palo y le robaron la moto, las zapatillas, un bolso y otras pertenencias.

“Salimos y vemos a cuatro o cinco muchachos, pibes, que le pegaban con un palo de barrendero a un hombre, que quedó ahí tirado y entonces los corrimos, a una cuadra largaron todo y pudimos recuperar las cosas del muchacho”, expresó uno de los testigos, que individualizó al que utilizó el palo para golpear a a Aramayo como un joven de contextura robusta, una descripción que se ajustaba al condenado “Curly” Altamiranda.

Además, en el debate se utilizó como prueba uno audios de Whatasapp que “Curly” Altamiranda le mandó a una familiar, para hablar por la detención de su primo, “Pirulo” Altamiranda, y en los que expresaba que estaba dispuesto a entregarse por el crimen.

“Si me tengo que presentar me presento, mi vieja ya sabe. Pero si puedo zafar, voy a zafar. Y que me vengan a buscar a mi casa, yo de acá no me voy a ir. El Peluchín se tomó el palo, el Nico se tomó el palo, el Loco se tomó el palo, todos se tomaron el palo. Yo no, yo me quedo porque sé lo que hice. Y cuando salga algún día, saldré redolido, pero yo sé que no voy a mandar en cana a nadie”, expresaba Altamiranda. Esos nombres que decía no pudieron ser individualizados durante la investigación o el debate.

Para los jueces quedó demostrado que existió un plan común, concertado entre un grupo indeterminado de personas que se distribuyeron roles, funciones para robar a motociclista que circulaban por la avenida Polonia. De ese grupo, solo se pudo es identificar a “Curly” Altamiranda.

Cabe recordar, que tres adolescentes, de 14, 15 y 17 años, habían sido aprehendidos por el asesinato de Aramayo y juzgados en el Fuero de Responsabilidad Penal Juvenil. Los dos más jóvenes, de 14 y 15, fueron sobreseídos por ser inimputables, mientras que el restante por existir duda razonable, ya que no existían testigos directos que pudieran señalarlo.

Finalmente, los jueces Deleonardis, Fissore y Galarreta consideraron como atenuante una pericia psicológica realizada a Altamiranda, en la que indicaba que al tener un retraso madurativo presentaba un deterioro cognitivo que lo ponía en una situación de vulnerabilidad. Además, en la cárcel mostró un interés para su reinserción por las actividades que desarrolla.

Por otra parte, los jueces no tuvieron en cuenta el informe de buen concepto vecinal presentada por la defensa de Altamiranda, ya que para ellos “no se puede afirmar que una persona armada con un palo para robar de violencia pueda gozar de buen concepto vecinal”.

 

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