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El País 29 de noviembre de 2017

Condenaron a perpetua al “Tigre” Acosta, Astíz, Cavallo y Azic por crímenes de lesa humanidad

La causa denominada ESMA III investiga los delitos de lesa humanidad cometidos en ese centro clandestino de detención durante la última dictadura militar.

El Tribunal Oral Federal (TOF) 5 condenó este miércoles a prisión perpetua a los represores Alfredo Astiz, Jorge “Tigre” Acosta y Ricardo Cavallo en la causa denominada ESMA III, en la cual se investigan los delitos de lesa humanidad cometidos en ese centro clandestino de detención durante la última dictadura militar.

Durante la audiencia de lectura de las condenas, el TOF 5 también condenó a prisión perpetua a Mario Arru, un ex piloto acusado de participar de los “vuelos de la muerte” desde los que muchos desaparecidos fueron arrojados al Río de la Plata.

Asimismo, fue condenado a prisión perpetua el ex prefecto Jorge Antonio Azic, apropiador de Victoria Donda, la nieta recuperada que en la actualidad se desempeña como diputada nacional.

Por su parte, el tribunal absolvió al ex secretario de Hacienda de la dictadura Juan Alemann, uno de los acusados civiles que fue juzgado en la causa más abarcativa (por cantidad de imputados, victimas y hechos juzgados) de la historia de la justicia argentina.

El juicio, que también se conoce como “ESMA unificada”, inició en noviembre de 2012, acusó a 68 personas -de las cuales 14 murieron a lo largo del proceso- y se analizaron delitos contra la humanidad cometidos en contra de 789 personas.

Cerca de las 17, el Tribunal comenzó la lectura de las sentencias, y el marino Jorge “Tigre” Acosta fue el primero en recibir una condena, en función del orden alfabético en el que se enumeraron las penas.

Todos los condenados por delitos de lesa humanidad:

El represor recibió la pena de prisión perpetua por los delitos de homicidio, privación ilegítima de la libertad, imposición de tormentos, torturas seguidos de muerte y apropiación de menores, delitos todos agravados por su condición de ex funcionario público, una figura que se le aplicó a varios de los sentenciados.

Las condenas de Acosta, Astiz y Cavallo fueron celebradas por buena parte de la concurrencia, pero más la de Mario Danile Arru, por su condición de piloto que participó en los vuelos de la muerte, la siniestra metodología empleada para arrojar prisioneros vivos al mar.

Es que entre los querellantes se albergaba el temor de que estos aeronavegantes podían ser beneficiados por el beneficio de la duda por parte del Tribunal, algo que el caso de Arru no sucedió.

El piloto Arru participó en los vuelos en los que se arrojó a los secuestrados de la iglesia de la Santa Cruz, entre los cuales Azucena Villaflor, la primera líder de las Madres de Plaza de Mayo y las monjas francesas Alice Dumont y Leonis Duquet.

Sin embargo, Julio Alberto Poch, otra de los acusados de haber participado en esta metodología, resultó absuelto por el Tribunal, lo que generó indignación.

Poch, quien residía en Holanda y trabajaba en una aerolínea privada, fue extraditado a Argentina luego de jactarse entre sus compañeros de haber participado en los vuelos de la muerte.



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