por Marcelo Pasetti

RIO DE JANEIRO, Brasil.- Las playas de Copacabana e Ipanema se convierten en vidrieras internacionales. Las grandes cadenas televisivas han contratado locaciones y ocupan estudios a metros del mar para llevar esas imágenes a todo el planeta. Mientras los surfistas captan la atención de los más jóvenes, una escultural rubia filmaba una publicidad caminando junto al mar. En tanto, los vendedores ambulantes ofrecen desde cerveza hasta toallones, y el visitante tiene la posibilidad de tomar una sesión de masajes debajo de una palmera. Cerca, un muchacho se ufana de haber dado la vuelta al mundo en skate. Las calles de Río tienen ese no sé qué…

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Se llama Severo y tiene una barraca -puesto playero- en pleno Copacabana. Marketinero el hombre, atiende con la camiseta de Boca puesta y en un mástil tiene seis banderas de diferentes países pero la más alta es la de Boca. Ante el periodista muestra la foto que se sacó con Juan Román Riquelme, dice que le han hecho varias entrevistas de la televisión argentina, y que ama a los argentinos. ¿Qué pasa si viene uno con la camiseta de River a comprarte una cerveza? “Todo bien, ningún problema. Acá somos todos amigos” dice riendo con ganas y levantando su pulgar derecho despidiéndose porque se acercan dos alemanas buscando reposeras y Severo sabe que la competencia ahí en la arena es feroz.

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Si lo viera Pablo Funes, el hombre del dron en Mar del Plata, moriría por probarlo. Dos drones de la Aeronáutica de Brasil están patrullando todo el espacio aéreo de Río y estados vecinos. De fabricación israelí tienen una autonomía de hasta 16 horas de vuelo y son controlados por medio de sensores. Estas aeronaves no tripuladas, modelo Hermes 450, transmiten en tiempo real imágenes en alta resolución para centros de comando de las Fuerzas Armadas. Aviones cazas F-5 también surcan el espacio aéreo al igual que los helicópteros que desde muy temprano sobrevuelan la ciudad despertando a todos… En tanto, desde las últimas horas, 300 agentes de la Comisión de Energía Nuclear recorrieron las gradas y cada rincón de los estadios en busca de material radiactivo.

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Millonarias inversiones se realizaron en cuanto al transporte para estos Juegos. La estrella es la línea 4 del subte que une el centro con Barra de Tijuca, y que recientemente inaugurado, solo es usado en estas horas por aquellos que están relacionados con los Juegos. Pero…, en las últimas horas se conoció que un informe del Tribunal de Cuentas del Estado determinó que las obras de la línea 4 causaron un perjuicio a las arcas del Estado de 2,3 billones de reales. Sobrefacturaciones y sobreprecios en la obra. Nada que pueda asombrar a un argentino.

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Mientras en el Mundial de hace dos años el lugar de encuentro de los turistas eran los bares y las calles de Lapa, hoy el punto es Piedra de Sal. Un espacio que siglos atrás tenía un mercado de esclavos, hoy es lugar de confraternización de todas las etnias. Chinos, japoneses, indios, mexicanos, holandeses, canadienses y argentinos se acercan hasta ese pintoresco lugar a escuchar la música que regalan distintas bandas, mientras disfrutan de cervezas y caipiriñas y el “espetinho de carne” en la calle. Vale la pena conocerlo.

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Locura por Ginóbili. Muchísimos deportistas olímpicos argentinos, ya se dieron el gusto, algunos tras pedirlo con cierta timidez, de sacarse una foto junto al basquetbolista Emanuel Ginóbili, el más requerido por todos. Incluso de otras delegaciones se han acercado para la foto del recuerdo. Luis Scola es otro de los que se han cansado de posar, siempre con buena onda. “Los muchachos del basquetbol son megaestrellas pero están felices compartiendo la villa olímpica con los restantes deportistas. Eso sí, hubo que agrandarles las camas”, reveló uno de los hombres del Comité Olímpico Argentino que descansa poco esperando que las cosas salgan bien.