La Zona

CR, el balneario favorito de los políticos, será arrasado por las topadoras

Deberá adecuarse a las nuevas normativas municipales sobre el uso del frente marítimo en esa ciudad de la costa bonaerense.

Gobernadores, empresarios, modelos de la generación 90-60-90 y ministros mezclados con periodistas en búsqueda de la primicia del verano desfilaron durante décadas por el balneario CR de Pinamar y alimentaron su reputación de “parador favorito del poder”, pero ni siquiera ese rótulo podrá evitar que el complejo sea arrasado por topadoras a partir del lunes.

Este balneario nacido a mediados de los 80, que se consolidó como epicentro del poder veraniego en los 90 y tuvo que reinventarse como meca del show business estival en el siglo XXI, deberá demoler sus estructuras de cemento para adecuarse a las nuevas normativas municipales sobre el uso del frente marítimo en esa ciudad de la costa bonaerense.

Desde su llegada al gobierno de Pinamar, en 2015, el intendente Martín Yeza (Cambiemos) decidió hacer cumplir la ordenanza 4442 sancionada por el Concejo Deliberante en 2014, que obliga a los concesionarios de unidades turísticas fiscales a adaptar sus instalaciones a la dinámica costera.

Aunque la norma establece que los balnearios no podrán superar los 325 metros cuadrados de construcción, los propietarios de CR la resistieron judicialmente y se negaron a sacrificar casi 1.000 metros cuadrados, que incluyen sauna, spa, piscina, restaurante y cancha de fútbol.

Luego de más un año de negociaciones -incluida la quita de la concesión, apelada luego por los dueños-, el gobierno local destrabó el asunto y a partir de mañana las viejas edificaciones serán demolidas para dar paso a una estructura de madera sobre pilotes que permitirá el flujo natural de los médanos por efecto del viento.

Pero para gran parte de los habitantes de Pinamar, la demolición del parador es mucho más que una reforma edilicia.

“Es muy simbólica por lo que representó CR durante mucho tiempo, porque ha sido un balneario muy destacado en el que ha circulado gran parte del poder político en las últimas décadas, y porque es uno de los que más se ha resistido a la renovación del frente marítimo. Luego de una serie de acuerdos, con juicios de por medio, hemos logrado un consenso”, dijo Yeza a Télam.

CR fue fundado en 1984, cuando el gobierno radical de Juan Pedro Actis Caporale licitó espacios de playa para el desarrollo de paradores.

El empresario textil Carlos Riccio obtuvo la concesión del predio ubicado en el extremo norte de la ciudad y, tal como había hecho con una marca de pulóveres propia, le puso sus iniciales a un proyecto ideado en gran parte por su colega del rubro turístico Blas Altieri, quien años después se transformaría en intendente y hombre fuerte de Pinamar.

El balneario comenzó a funcionar en la temporada 84/85 e incorporó a su servicio de 150 carpas una serie de comodidades que para fines de los 80 lo transformaron en un exclusivo y elegido por turistas como el entonces ministro de Economía de Raúl Alfonsín, Juan Sourrouille.

Desde la llegada del menemismo, CR supo alimentar como herramienta de promoción el eslogan de lugar elegido por los poderosos.

Fue la base de operaciones de dirigentes como el entonces gobernador bonaerense Eduardo Duhalde, el ex senador Eduardo Menem o el gobernador de Río Negro Pablo Verani.

En sus años de motonauta, Daniel Scioli solía instalarse algunos días en una carpa para tratar de apuntalar su carrera política, junto a su mujer, la modelo Karina Rabolini.

Toda cobertura periodística de temporada imponía excursiones al parador, donde podían coincidir el empresario frigorífico Alberto Samid -que destrozaba a sus rivales en el ajedrez-, el entonces senador correntino José Romero Feris o el diputado bonaerense Osvaldo Mércuri.

El flujo de políticos y empresarios se vio afectado por la crisis económica de cambio de siglo y, desde mediados de los 2000, una nueva camada de dirigentes como Sergio Massa, Eduardo Fellner y Mónica López comenzó a frecuentar el lugar.

Un día de playa podía reunir en una mesa de La Gitana, el restaurante de CR, a empresarios como Daniel Vila o Francisco De Narváez, en otra a pocos metros a las jugadoras de hockey integrantes de Las Leonas y más allá al fiscal Carlos Stornelli.

Massa y su esposa, Malena Galmarini, fueron los que mayor fidelidad desarrollaron con el parador: fue su búnker en los últimos veranos.

Según Yeza, “mucha gente que siente aprecio por el balneario va a poder seguir yendo”, porque “el nuevo proyecto es muy bueno, y el parador no va a disminuir su calidad”.

La superficie del complejo se reducirá en un 70 por ciento, pero “mantendrá áreas de sauna y sala de relax, gazebos externos, servicios de masajes y estética corporal”, según explicó la arquitecta Laura Bernaola.

El que no está entusiasmado con el cambio es Altieri, quien recordó en diálogo con Télam que “cuando CR nació, el lugar era apenas un médano, no había ni calles, y en pocos años se convirtió en el sitio elegido por todo el mundo, desde ministros hasta presidentes”.

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