Crimen del centro: investigan si Bellini discutió con más personas antes de ser asesinado
La fiscal Constanza Mandagarán continúa con la búsqueda de datos que permitan esclarecer el hecho ocurrido hace casi una semana en la zona de Rivadavia y Santa Fe. El presunto homicida sigue prófugo.

El crimen de Esteban Bellini se produjo en plena calle Rivadavia.
La investigación por el crimen del centro ocurrido el último lunes a la madrugada en plena vía pública, se centra en la intensa búsqueda del presunto homicida, identificado y prófugo, pero también tiene como objetivo clave determinar en los próximos días si la víctima, Esteban Bellini (27), discutió previamente con otras personas además de hacerlo con el sospechoso.
La fiscal Constanza Mandagarán continúa con la búsqueda de datos que permitan esclarecer el hecho sucedido el pasado lunes a la madrugada en las inmediaciones del bar Escobar, ubicado en la zona de Santa Fe y Rivadavia. Hasta el momento, cuenta con información de que el conflicto entre Bellini y el hombre que lo mató se inició adentro del local en forma verbal, y luego derivó en la agresión fatal en la vereda.
Vale recordar que, acusado de encubrir el homicidio, fue detenido el miércoles un amigo del principal acusado. Al comparecer en Tribunales, el supuesto cómplice del asesino admitió que hubo una pelea en el bar pero declaró que no vio el ataque posterior sufrido por la víctima en la vía pública.
Según la reconstrucción del caso, en ese contexto recién descrito, Bellini fue herido en la cabeza con un elemento puntiagudo. Aún se desconoce qué tipo de objeto fue el utilizado: podría ser una especie de faca, un destornillador, o una herramienta similar.
Lo cierto es que, como consecuencia de la agresión, sufrió una grave lesión en el cráneo y quedó tendido en el piso, mientras que el otro hombre escapó. Transeúntes ocasionales lo vieron allí y dieron aviso de lo que sucedía al Servicio de Emergencias 911. Personal policial arribó al lugar y convocó entonces al SAME, que lo trasladó de urgencia a la guardia del Hospital Interzonal General de Agudos (HIGA), dónde lo intubaron y quedó internado.
Cerca de las 22 del martes, y a pesar de los esfuerzos de los médicos, el hombre de 27 años finalmente falleció. En ese contexto, Mandagarán y sus colaboradores tomaron testimonios y analizaron imágenes tomadas por cámaras de seguridad de la zona, en pos del esclarecimiento de lo ocurrido.
Esas tareas permitieron establecer que la víctima, que sufría adicciones y solía pernoctar en la vía pública algunas noches según contaron familiares suyos, había mantenido una discusión previa con otro hombre en un bar ubicado a pocos metros del lugar donde fue hallada por los testigos. También lograron identificar así al agresor, cuyo paradero se desconoce, y a su supuesto cómplice.
El operativo fue autorizado por la jueza de Garantías, Lucrecia Bustos, y realizado por la policía en una vivienda de Santa Cruz y Bordabehere, de la cual se secuestraron varias prendas de vestir del imputado y su pareja, tres juegos de llaves con manchas hemáticas y un teléfono celular que sería peritado en los próximos días. Este aparato, en tanto, pertenecía al morador de la propiedad, un hombre de 29 años que quedó aprehendido y acusado de encubrir el crimen.
En ese marco, declaró ante Mandagarán que no vio el ataque contra Bellini, que poseía esas prendas secuestradas porque el hombre identificado y buscado como autor del crimen es su amigo y que, previo a lo ocurrido, le había solicitado que las tuviera consigo. Además, manifestó que tuvo que asistir a la novia del acusado porque después de la pelea se desmayó.
Zona cada vez más peligrosa
El crimen, décimo del año en Mar del Plata, puso de manifiesto una vez más el aumento de la violencia en el corazón de la ciudad y ratificó que el centro se ha convertido, en los últimos años, en un escenario donde a menudo suceden múltiples hechos atemorizantes por el -comparado con un pasado no tan lejano- alto nivel de inseguridad allí exhibido.
El hecho se sumó a una serie de incidentes que han marcado la pauta de la agresividad que emerge cada vez más seguido en la zona. Días antes, una disputa por dinero en plena Peatonal San Martín culminó con un hombre apuñalado por la espalda.
Testigos describieron la escena como un acto de violencia desencadenado por una deuda y agravado por el consumo de sustancias. En diciembre, un delincuente irrumpió en un edificio de Córdoba al 1700, asaltando y apuñalando al encargado tras romper una ventana con una baldosa. El agresor huyó con un botín de objetos personales.
En agosto de 2024, vecinos y comerciantes habían alzado la voz para denunciar la creciente presencia de personas en situación de calle, peleas, arrebatos y robos piraña, exigiendo medidas urgentes para recuperar la seguridad del espacio público.
En febrero de 2023, el homicidio de Lucio Garay (17) puso en evidencia la problemática del merodeo de jóvenes y menores en la Peatonal San Martín, un caldo de cultivo para la violencia y el delito. Sin embargo, lejos estuvieron las autoridades de poner manos a la obra para solucionar el problema: en el mes de marzo siguiente, una pelea entre individuos dejó como saldo un hombre de 40 años con múltiples lesiones cortantes.

Lucio Garay tenía 17 años.
La violencia en el microcentro marplatense no es un fenómeno aislado, sino el resultado de una compleja interacción de factores. La presencia de personas en situación de calle, muchas veces con problemas de salud mental y adicciones, las convierte en víctimas y perpetradores de la violencia. El consumo de sustancias exacerba la agresividad y altera el juicio, contribuyendo a la escalada de la violencia. La cuestión social de fondo -cuyo deterioro actual, origen, causas y responsabilidades debería ser una política de Estado- genera un caldo de cultivo para la marginalidad y la delincuencia. A pesar de la presencia policial, la percepción de inseguridad persiste, lo que sugiere la necesidad de estrategias más efectivas.
Habrá miles de marplatenses que hayan escuchado la frase de otro marplatense “a la Peatonal no voy ni loco”. El centro neurálgico, comercial, sentimental y de entretenimiento de toda una comunidad ha sido tomado por expresiones violentas que aceleran un espiral de desesperanza en comerciantes y vecinos.
Mar del Plata es una ciudad que históricamente ha abierto sus puertas a adultos mayores que desean vivir sus últimos años en el lugar que los hizo felices décadas atrás. Y la gran mayoría se instala en el microcentro, donde tienen que padecer este tipo de comportamientos. Ya no se trata solo de la imagen como ciudad turística que pueda verse afectada, sino la convivencia con los propios vecinos, incluso aquellos que la eligen para vivir.

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