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Policiales 5 de julio de 2022

Crimen en el balneario: una verdad a encontrar en medio de los obstáculos

Pasaron 9 días del asesinato de Maximiliano Rhil durante la fiesta de cumpleaños del empresario Mauricio Ríos. El imputado Piero Pinna declaró el lunes y dijo que defendió su vida y la de su novia. Los esfuerzos de la fiscal Salas para llegar a la verdad.

Por Fernando del Rio 

La fiscal María Florencia Salas solicitó que se realice una pericia sobre el dispositivo que almacena las imágenes de las cámaras de seguridad del balneario Horizonte para saber si fue adulterado con el propósito de ocultar los videos sobre el asesinato de Maximiliano Rihl.

Esta decisión de quien dirige la investigación del crimen ocurrido el domingo 26 de junio evidencia un indudable grado de desconfianza en torno a lo que explicaran los responsable del salón de fiestas. Respecto a ello, los encargados del lugar dijeron que las cámaras estaban “desenchufadas” porque están en baja temporada.

El registro en video de la fiesta de cumpleaños del empresario Mauricio Ríos (almacenado en un DVR) es un elemento de prueba decisivo por ello el esfuerzo de la fiscal por esclarecer todo lo relacionado con su inexistencia.  Y la importancia de los videos es porque lo que aportaron los testigos no parece ser de calidad, ya sea porque no vieron el desenlace de los hechos o porque no quieren contarlo.

A propósito, los testimonios que se recolectaron hasta el momento son de invitados a la fiesta, de algunos que fueron allí a trabajar (como el DJ Leandro Tarantino) y de los empleados de la Secretaría de Seguridad Municipal que cubrieron el evento por orden de la superioridad. Estos dos últimos estaban a bordo de la camioneta Peugeot Partner asignada para hacer “punto fijo” en el balneario, aunque no cubrieron ninguna otra necesidad durante toda la noche y la madrugada. Es decir, que un recurso Municipal de los que escasean (hay solo 10 móviles en todo el Partido de General Pueyrredon) fue utilizado para una fiesta privada.

Maximiliano Rihl, la víctima, y Juan Jesús Piero Pinna, el ex rugbier tucumano prófugo por el crimen.

Maximiliano Rihl, la víctima, y Juan Jesús Piero Pinna, el ex rugbier tucumano prófugo por el crimen.

Lo cierto es que los dos empleados municipales fueron las únicas personas que estaban en el estacionamiento cuando ocurrieron los hechos.

La fiscal Salas escuchó de parte del imputado y ahora detenido en Batán, Piero Pinna, -y también de su novia Romina Ulloa- que en la pelea  hubo más de un arma de fuego. Que ambos sintieron amenazadas sus vidas y que, en esa situación extrema, se produjeron los disparos. El investigador de un crimen de estas características, con dos partes en confrontación, debe evitar respaldarse en los testigos de media voz, esos que se reconocen por no decir todo lo que saben. Por ese motivo es que la evidencia física y objetiva contribuye más que nunca para verificar la versión de los hechos.

Hay dos versiones: la que asegura que Pinna actuó irracionalmente y la que dice que Pinna actuó en legítima defensa suya y de su novia. Esas dos hipótesis están sobre la mesa de trabajo de la fiscal Salas y hay una desde la que se parte. La de un Pinna descontrolado. Mientras no haya prueba objetiva de una segunda arma y con testigos que ni dicen demasiado, esa es la única reconstrucción posible de lo ocurrido.

En consecuencia adquiere alto grado de relevancia el aporte de las cámaras de seguridad y el peritaje sobre las vainas y los plomos recuperados.

Esta semana además de peritarse el DVR (¿no grabó? ¿grabó y fue borrado? ¿es el verdadero DVR?)  también la fiscal recibirá un informe balístico en el que se concluirá sobre si todo se corresponde con una misma pistola. Por lo pronto, el arma 9 milímetros de Pinna no fue entregada y sí en cambio el cargador. Lo que la balística permite, con un inobjetable grado de certeza, es determinar si los cartuchos fueron percutados por una misma arma. Para ello, no se necesita tener el arma para el cotejo. Las marcas de la aguja percutora y alguna otra de la eyección  son incontrastables. A lo sumo, podrá saberse si hay algún cartucho diferenciado de los otros. En ese caso, se establecería, por defecto, la presencia en la escena del crimen de un segundo arma.

El cargador puede dejar alguna impronta vaga por el proceso de introducción del cartucho, pero es estudio complementario.

Para la versión exculpatoria de los hechos de Pinna, el peritaje balístico, las cámaras de seguridad y la aparición de algún testigo más son determinantes como elementos probatorios.

Lo que se dice que sucedió

El acceso parcial al expediente permite reconstruir lo que sucedió después de las 3 de la mañana en el balneario Horizonte, donde ya entraba en la fase de cierre la celebración del cumpleaños 51 de Ríos.

Antes de eso había habido una fiesta. Varios de los asistentes habían elegido ir de elegante sport, a diferencia del propio cumpleañero que se vistió de sport a secas: jean, zapatillas de suela alta, buzo y con capucha. Hubo un singular momento de soplo de la vela, con un “¡Feliz Cumpleaños!” entonado por una artista trans. Ríos estaba feliz y hasta se dio el gusto de jugar con la situación: “Esta es la tercera en discordia”, decía entre risas mientras su mujer celebraba el chiste. Hubo luego también mucho alcohol.

Cuando quedaba menos de la mitad de la concurrencia se inició una discusión en una de las mesas. Uno de los protagonistas de esa situación fue Piero Pinna, quien salió en defensa de una supuesta falta de respeto que su novia Romina Ulloa le comentó. Había sucedido algo con otra mujer, amiga de Ulloa. Entonces, vinieron los reproches cruzados con Ariel Nuñez, un empresario quilmeño muy cercano a Ríos y a Maximiliano Rihl.

La pelea física no tardó en aparecer. Pinna con su gran corpulencia dominó las acciones dentro del mismo salón y le propinó una serie de golpes a Nuñez que le causaron, entre otras lesiones, la fractura de un tobillo.

Piero Pinna que estaba vestido todo de negro salió corriendo del salón junto a Ulloa, para dirigirse hacia el Toyota Corolla que estaba estacionado más cerca de la salida. Detrás lo perseguía, vestido de blanco, Rihl. Todos pasaron por delante de la camioneta de la Secretaría de Seguridad. “Tucumano te voy a romper el pecho”, se alcanzó a escuchar de boca de Rihl. Otros dos jóvenes, uno de ellos bastante borracho, le gritó a Pinna “Tucumano culo roto”.

Entonces, sin testigos visuales que hasta el momento hayan declarado, se escucharon los disparos. No menos de 8 disparos.  Cuatro proyectiles impactaron en Rihl, entre la zona media y la zona inferior. Uno dio en una rodilla, otro en un tobillo, otro en una mano y el restante, el mortal, en la zona lumbar.

Algunos de los pocos que quedaron más retrasados al salir al exterior, entre ellos Ríos y su esposa, oyeron las detonaciones cuando pedían una ambulancia para Nuñez.

Pinna, acompañado de Ulloa, escapó del lugar, llegó a un hotel céntrico y de ahí se fue a Tucumán, donde al día siguiente prefirió entregarse.

Rihl fue conducido en la camioneta Ford Raptor por Ríos hasta el UPA de Punta Mogotes donde les avisaron que no había médico y de ahí a la sala de salud de calle 12 de octubre al 4400, donde se confirmó su fallecimiento.

En la mañana de este martes, el empresario Mauricio Ríos se acercó a la fiscalía a declarar por primera vez. Tendrá la oportunidad de echar luz sobre todo lo sucedido en medio de una encrucijada: el asesinado era un gran amigo y el asesino es el yerno de Rudy Ulloa, también gran amigo y socio comercial.



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