Opinión

Cuando la provincia se viste de fiesta

Por Viviana Dirolli (*)

Se dice que la provincia de Buenos Aires es un país. Y eso será por la extensión, por la demografía, pero también por la diversidad. Muchas Buenos Aires están en la misma provincia. Y ese es uno de sus principales tesoros. ¿Cómo conocerla? ¿Cómo recorrerla? ¿Cómo asirla? Hay un carácter sobresaliente que nos lo facilita y tiene que ver con sus productos y bienes destacados, sean fruto de la producción, de la cultura o de la identidad. Tan sobresalientes son que dan para celebrarlo. A muchos les puede sorprender saber que hay una fiesta en la que se celebra la frambuesa, el girasol, la cebolla, el omelette, el salame quintero o los fortines y las payadas. Pero para una comunidad no hay ocasión más importante que festejar los frutos que marcan su economía, sus costumbres y sus hábitos. Porque, a fin de cuentas, es una de las maneras que las comunidades tienen de festejarse a sí mismas.

Un modo de reconocer la vastedad y la diversidad de la provincia de Buenos Aires es a través de sus fiestas populares. A partir de ellas, podemos vislumbrar las variadas tradiciones que trajeron consigo los migrantes que se asentaron en esta región y que junto con los habitantes locales desarrollaron cultivos, alimentos y bailes. También gracias a estas celebraciones podemos ser testigos de la historia, de las formas de vida previas a la constitución de nuestra república y de las complejas luchas que se forjaron en la formación del territorio. Los hábitos de los gauchos son otro de los aspectos que se expresan en estas fiestas del pueblo y de los pueblos. Como podemos ver, las fiestas populares tienden puentes entre el pasado, el presente y el futuro.

Una de las características centrales de ellas se vincula con que convocan a toda la comunidad. Todos actúan en comunión para llevarlas a cabo. No se trata de una fiesta cualquiera, involucran un verdadero trabajo social ya que son momentos en los que se reconoce a sí misma como comunidad y, de esta forma, también se fortalece su carácter cohesivo e identitario. En este sentido, este ejemplo de trabajo en conjunto podría servir de modelo para el resto de las acciones de nuestra provincia y de nuestro país. Porque ¿Qué es una comunidad sino un colectivo de personas que acuerdan y son capaces de desarrollar acciones conjuntas en favor de un objetivo, contribuyendo todos en la tarea en la que cada uno y cada una puede hacer su mejor parte?

La promoción del turismo es otro de los rasgos fundamentales de las fiestas populares. Representan una oportunidad distintiva para ponderarse, para permitir que el resto sepa de sus costumbres, de sus proyecciones y que todos aprendamos de ellas. Es una excepcional manera de generar fuentes de trabajo y una estrategia virtuosa de movilizar la economía local y regional. Celebrar, por ejemplo, la actividad económica local, como puede ser la cosecha de un cultivo, impulsa también el desarrollo de otras industrias: cientos de personas viajan de los alrededores y de todo el país, se alojan en los hoteles, comen en los restaurantes, compran los recuerdo y los productos locales, artistas participan con su música y bailes, que para llevarse adelante necesitan de iluminadores, de sonidistas, de vestuario, y la cadena continúa.

Es tan importante el rol que cumplen estas expresiones que organismos internacionales desde hace años trabajan para protegerlas. Por ejemplo, el patrimonio cultural inmaterial está contenido en la Convención de UNESCO para la SALVAGUARDIA DEL PATRIMONIO CULTURAL INMATERIAL y que nuestro país incorporó al ordenamiento normativo nacional través de la Ley Nº 26.118 del 25 de julio de 2006. ¿Por qué se plantea la necesidad de promoverlas? Se Señala que conforman el “capital cultural” que asegura el mantenimiento de la diversidad de las comunidades. Además, funcionan como grandes factores de cohesión social, conectando a través de la transmisión de conocimiento a las diferentes generaciones. Asimismo, ayudan a fomentar la creatividad y el bienestar de las sociedades. Esta gestión de cooperación internacional sobre las producciones culturales locales nos puede ayudar a comprender —otra vez— la cabal dimensión de lo que significan y, entonces, la sorpresa que en un principio podían generar las distintas fiestas populares, seguramente, se transforma en certeza de su valor positivo.

Trazar una recorrido por estas fiestas populares es una manera de conocer la potencia de la provincia, de lo que es y de todo lo que podría ser si nos ponemos de acuerdo y empujamos a favor de la comunidad que conformamos, como en esos momentos de celebración.

(*) Abogada y Diputada Provincial, provincia de Buenos Aires.

 

Te puede interesar

Cargando...
Cargando...
Cargando...