El operativo de la “Cumbre de las Américas”. La ciudad fue dividida por tres anillos de protección, con vallas que generaron incomodidad entre los habitantes y dejaron imágenes inéditas. La presencia de George Bush provocó un despliegue de seguridad impresionante.
Por Juan Miguel Alvarez
Durante la “Cumbre de las Américas”, Mar del Plata se transformó en un escenario inédito, una fortaleza protegida por vallas, aviones, helicópteros y buques. La llegada del entonces presidente estadounidense, George W. Bush, y otros mandatarios de la región, desató un despliegue de seguridad imponente durante esos días de noviembre de 2005.
En un abrir y cerrar de ojos, el pulso de la ciudad se alteró. El paisaje urbano cambió radicalmente en las zonas más céntricas, donde habitualmente hay mayor movimiento. Las calles se convirtieron en un laberinto de controles y restricciones, con escaso tránsito de personas y vigilancia policial extrema.
Desde el 31 de octubre, Mar del Plata se dividió en dos mundos: el interior, resguardado por un cerco de protección; y el exterior, donde la vida siguió su curso, marcada por la incomodidad y la inquietud.
El perímetro restringido abarcó unas 250 manzanas, un perímetro delimitado por las avenidas Juan B. Justo y Luro, la calle Corrientes y la costa. Unas 60 mil personas que vivían o trabajaban en esa zona debieron sortear rigurosas supervisiones para circular. Se formaron largas colas en las vallas para ingresar o salir, con la obligación de mostrar las credenciales solicitadas previamente y el documento de identidad.
Comercios y colegios cerraron, los colectivos modificaron sus recorridos y los ciudadanos debieron adaptarse a una nueva realidad.
La policía bonaerense, con más de 4 mil efectivos, formó el primer anillo de seguridad; Gendarmería Nacional, con 2 mil, se encargó del segundo dentro del área restringida; mientras que la Policía Federal, con otros 2 mil, rodeó los lugares neurálgicos donde se alojaron los presidentes.
Las Fuerzas Armadas, que desde la guerra de Malvinas no participaban de un operativo de defensa de tal magnitud, asumieron el control del espacio aéreo y marítimo, con cuatro buques de superficie, tres helicópteros y dos aviones de exploración. La custodia del puerto y la costa recayó en la Prefectura Naval.
Meses antes del evento, agencias de inteligencia de Estados Unidos, como la CIA y el FBI, comenzaron a desplegarse en la ciudad. Estos agentes operaban en edificios estratégicos desde donde vigilaban los puntos clave por los que circularían sus funcionarios.
Un helicóptero en inmediaciones del Gran Hotel Provincial. Detrás, los buques que custodiaban del mar.
A medida que se acercaba la cumbre, el dispositivo se intensificó, con la incorporación de equipamiento especializado. Además, se estableció un centro de monitoreo permanente frente al Gran Hotel Provincial.
En un contexto global aún marcado por los atentados del 11 de septiembre de 2001, y con los antecedentes de lo ocurrido en la AMIA y la Embajada de Israel en Argentina, la presencia de Bush en Mar del Plata representaba un potencial objetivo terrorista, lo que aumentó la presión para implementar medidas de seguridad sin precedentes.
El presidente Bush arribó a la ciudad poco antes de las 20 del 3 de noviembre, a bordo del imponente “Air Force One”, acompañado por su esposa, Laura Bush, y su comitiva.
Minutos antes de su llegada, se activó un “paraguas informático” que interrumpió las comunicaciones de radio y teléfonos celulares hasta pasadas las 20.30, mientras se detuvo el paso vehicular sobre la Autovía 2.
El espacio aéreo fue cerrado por completo, vinieron varios aviones de apoyo y decenas de camiones rodearon la pista, que había sido ampliada y renovada para la ocasión.
Bush, quien descendió sonriente y saludó de lejos a la prensa, fue trasladado en helicóptero a un hotel de la calle Alem, donde se alojó durante la cumbre. El Servicio Secreto, la CIA y el FBI se encargaron de coordinar su protección.
Días antes, aviones cargueros descargaron helicópteros, vehículos blindados, camiones con armamento, equipos de comunicación y suministros (alimentos, municiones, baterías, visores nocturnos, sensores de movimiento, sensores térmicos, cámaras radar de apertura sintética, etc.).
Bush prácticamente no tomó contacto con la gente. En ese momento, su imagen se encontraba en declive, especialmente a nivel internacional debido a la guerra en Irak. Así, apenas cumplió con las reuniones previstas y partió bajo el mismo estricto protocolo de seguridad. Su fugaz estadía, de menos de 48 horas, provocó un estado de alerta absoluto.
La prioridad del operativo fue la custodia de los mandatarios. No obstante, también se prestó mucha atención a la “Contracumbre” o “Cumbre de los Pueblos”, un encuentro de activistas que rechazaron la presencia de Bush y su proyecto geoestratégico.
Bajo el liderazgo del mandatario venezolano Hugo Chávez y con la destacada participación de figuras como Diego Maradona y Adolfo Pérez Esquivel, la cumbre alternativa transcurrió sin incidentes el viernes 4 de noviembre, tanto durante la multitudinaria marcha como en los discursos que se llevaron a cabo en un estadio “José María Minella” repleto.
Sin embargo, un grupo de militantes de izquierda dañó 48 locales de la ciudad en noventa minutos de violencia incomprensible a pocos metros de allí, principalmente sobre la avenida Colón. La policía, preocupada por la valla, intervino tarde.
El entonces intendente de General Pueyrredon, Daniel Katz, responsabilizó a la policía de generar “una zona liberada” que permitió los desmanes.
Ese episodio irracional fue la única marcha que se registró durante la cumbre.
A lo largo de esos días, Mar del Plata vivió jornadas completamente ajenas a su esencia. Los vuelos fueron cancelados, el centro comercial quedó cercado y muchos negocios bajaron sus persianas. Miles de ciudadanos incluso optaron por “vacacionar” en otros puntos del país para evitar contratiempos. En esa ocasión, partieron más personas de las que llegaron.
La Cumbre de las Américas motivó el más imponente dispositivo de seguridad que se recuerde en Mar del Plata.
Los que se quedaron fueron testigos de un evento histórico. Más allá del NO al ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas) y las importantes definiciones en materia de política internacional, la cumbre dejó la imagen de una ciudad blindada como nunca en la memoria colectiva de los marplatenses.