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Opinión 30 de septiembre de 2020

Cuarentena y educación: lo que no viven los chicos

Por Roberto Raúl Costa y Lucas Fiorini (*)

Recreos, sonrisas, complicidades, abrazos y hasta el primer beso conviven en tiempos de normalidad con los contenidos curriculares en las escuelas. Desde la satisfacción de una buena nota en un examen hasta los aplazos. Ese tesoro interno de vivencias, el encierro viral se lo está robando a niños y adolescentes, quienes evocan desde su habitación un futuro incierto.

Queda claro que, además de los contenidos pedagógicos,  la escuela genera vínculos y modelos de socialización insustituibles. La tristeza, la sensación de soledad, la melancolía, la falta de historias compartidas con amigos, es grave. Muchos de estos chicos ya están manifestando secuelas psicológicas y físicas.  Los contenidos formales son recuperables pero las experiencias vitales no. Todos hemos cambiado, pero más que nadie los niños y adolescentes necesitan contención, certezas, saber que van a volver a verse, a jugar, a abrazar a sus seres queridos.   Y cuando.

Primer grado es como aprender a caminar de nuevo. El cuaderno, la cartuchera, el guardapolvo, la primera maestra y su valioso cariño, simbolizan una nueva etapa donde entre juegos y charlas los niños empiezan a despegar, a sentirse independientes, a forjar su personalidad más allá de su casa. Se construyen ahí, los primeros sueños, las primeras conversaciones, sus primeros amigos.

“Este año se lo llevó el virus” dice con desánimo un estudiante de sexto año a punto de egresar, condenado por la cuarentena a estudiar a distancia, solo.  Deja así su testimonio de tristeza por los encuentros no vividos, por las sonrisas guardadas en su placard, por aquellos amigos no vistos.

La vida actual, como si estuviéramos todos en un macabro reality show, pasa a través de una pantalla. Impersonal, fría, borrosa, extenuante.

Frente a la desilusión de quienes pensaban vivir un sexto año intensamente o de aquellos niños que aún esperan conocer a su primera maestra, las autoridades nacionales y provinciales vacilan en tomar la decisión de que los alumnos vuelvan a sus escuelas. Por temor sanitario, incapacidad, miedo al poder sindical docente, o quizás porque esta larga y ya inexplicable cuarentena sirve a sus propósitos educativos.

Los contenidos se recuperan e incluso se podrán capitalizar algunos cambios que dejará la pandemia. Sin embargo, el mayor desafío es emocional. Es acompañar a nuestros chicos, es darles la posibilidad a quienes inician o egresan de la escuela, de llevarse el sabor de algunos recuerdos, de vivir cosas que no se repiten nunca en la vida. Hay opciones, creatividad y protocolos si se quiere trabajar; se pueden organizar encuentros en un salón de actos o en lugares abiertos, con distancia social y con precaución. Y los chicos podrían así recuperar la emotividad del colegio.

Este 27 de septiembre se celebró en Argentina el día Nacional de los Derechos de los Niños y Adolescentes. Ojalá el Gobierno comprenda que debemos cambiar el rumbo y darles a los estudiantes la posibilidad de recuperar algo de lo perdido. Si es que de verdad queremos retomar las riendas de nuestro futuro.

(*) Senadores provinciales de Juntos por el Cambio.

 

 

 



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