Antonella Marín Quintero lleva más de un mes detenida en la Unidad Penal 50 de Batán, acusada de haber engañado y seducido hombres para luego asaltarlos. Reconocida activista feminista y gestora cultural en su país, ahora escribe una especie de bitácora desde su celda que publica desde sus redes sociales.
Por Juan Salas
Antonella Marín Quintero está detenida en la cárcel para mujeres de Batán, acusada de haber seducido al menos a un hombre, para luego envenenarlo y robarle. Con orgullo, tras las rejas adoptó el apodo que le pusieron los medios: “La viuda negra”, una infame manera de describir sus delitos, que hacen eco en sus años como reconocida activista feminista en Chile, donde creó una compañía teatral que visibilizaba trabajos artísticos de mujeres, como los de las internas de la cárcel de Valparaíso. De no ser real, parecería una ironía imposible de creer.
“Hoy no aguanto más. Mi cuerpo ya no tiene fuerza; siento una sensación que no sentí jamás. Lloro, y por primera vez no puedo parar; y acá en la cárcel el llanto no está permitido. Son muchos mis dolores: me tratan como a un perro herido. No sé qué hacer ni cómo comportarme, no entiendo los códigos de la cana. Hemos pasado una semana de mucha hambre; la pobreza se hizo demasiado presente en la celda. Nos dan dos comidas al día; a mí me dan lechuga sola y otras cosas que no se pueden ni comer. ‘Árreglate como puedas’: las que tienen familia les acercan cosas; yo no tengo a nadie. La fiera herida se cansa, se debilita, a veces demasiado”, cuenta Antonella Marín Quintero desde su cuenta de Instagram, como si fuese una bitácora de la vida en la Unidad Penal 50 de Batán. En Argentina los presos y presas pueden usar su celular y redes sociales. De no ser real, parecería una ironía imposible de creer.
“Es doloroso ser sensible en un lugar insensible. Tengo el cuerpo lleno de tortura; lloro en el patio todo lo que puedo. Mi abogada no me defiende en nada, ya ni me contesta; pierdo la esperanza en el sistema público. Se me rompe el alma, el cuerpo, el corazón. Quiero recuperar mi vida sana, luminosa, y siento que jamás la rescataré”, finaliza el posteo, que acompaña con una foto de la celda en la que exhibe cómo pasa sus días.
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En octubre de 2019 Chile vivió un estallido social sin precedentes, originado por el aumento en la tarifa del transporte público en Santiago, pero que rápidamente derivó en una protesta masiva contra la desigualdad, el costo de vida y el salvaje modelo económico heredado de la dictadura. Durante semanas se multiplicaron las marchas y enfrentamientos con las fuerzas de seguridad en distintas ciudades del país. Según cifras oficiales, hubo más de 30 personas muertas, miles de heridos y denuncias de violaciones a los derechos humanos.
En ese contexto de lucha y resistencia, Antonella Marín Quintero no tenía ningún apodo de “viuda negra”, era una reconocida activista feminista y gestora cultural en Valparaíso, donde era la directora de la compañía teatral Corazones Rojos y de Teatro La Musa, además frecuentaba medios de comunicación (principalmente de izquierda) como experta en temáticas de género.
“Nosotras podemos ser directoras, gestoras, profesoras, pero siempre el foco va a estar más valorado en el hombre. Por este motivo soy la gestora del encuentro Corazones Rojos que es un encuentro de arte feminista”, explicaba Marín Quintero en una entrevista que dio en Chile, casi cinco años antes de ser detenida en Mar del Plata, acusada de al menos cinco robos como viuda negra.
En diciembre de 2019, desde Corazones Rojos publicaron una especie de manifiesto de resistencia, en el que se declaraban “convocadas por el estallido social, convocadas a estallar”.
Hasta que en 2020 prácticamente desapareció del país vecino y vino a Argentina en plena pandemia para instalarse en Buenos Aires, donde estuvo cerca de cinco años y participó en obras de teatro y dio clases para mujeres y diversidades en situación de calle.
Flyer de Corazones Rojos, la compañía teatral de Antonella Marín Quintero.
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Antonella Marín Quintero llegó a Mar del Plata en mayo y empezó a moverse en círculos culturales, como catas de vino y tertulias filosóficas. Al poco tiempo de estar en la ciudad, la mujer de nacionalidad chilena fue detenida e imputada por un caso de “robo agravado”. Luego la fiscal Romina Díaz le adjudicó al menos otros cinco hechos con el mismo modus operandi: seducir a hombres, algunas veces desde Facebook Parejas otras desde Tinder, para luego engañarlos y robarles. Es decir, actuar como una “viuda negra”.
Según la reconstrucción del primer caso denunciado, la víctima fue un hombre de 46 años que había conocido a una mujer de 35 a través de la aplicación Facebook Parejas.
Tras un primer encuentro, se citaron nuevamente en la zona de Güemes, y luego se trasladaron al departamento del damnificado. Las cámaras de seguridad del edificio captaron el ingreso por la cochera y el ascensor.
En ese contexto, mientras compartían un té, el hombre comenzó a sentir una intensa picazón en la garganta y una fuerte somnolencia. Minutos después se desvaneció y cayó sobre una estufa encendida. Permaneció allí, inconsciente y con quemaduras, durante más de 12 horas.
La mujer, que sería Marín Quintero, en tanto, se retiró del edificio cerca de las 21.15, llevándose dos valijas cargadas con pertenencias del hombre: una notebook, dos iPhones, un reloj Rolex y varias joyas. En los videos se la ve con una gorra que le tapa parcialmente el rostro.
Y la escena fue descubierta recién al día siguiente, cuando su expareja llegó al departamento para hacerle entrega del hijo de ambos, al no recibir respuesta después de tocar el timbre y llamarlo por teléfono, observó por la mirilla y lo vio tendido en el suelo. Inmediatamente pidió ayuda.
El hombre terminó hospitalizado tras ser envenenado y permaneció internado durante tres días por arritmias, quemaduras y problemas en la vejiga, producto de los efectos de la droga. Los médicos le dijeron a sus familiares que “si tomaba un sorbo más del té podría haber muerto”.
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“Estuve todo el fin de semana enferma. Todos mis males empeoraron y nadie me ayudó, ni siquiera quienes tienen el deber de hacerlo. Mandé tres oficios para que el médico del penal me viera. Acá le dicen ‘el veterinario’, porque nos tratan como a perros. En este lugar nunca creen que estamos enfermas; y si lo hacen, nos hacen sentir que lo merecemos”, cuenta Antonella Marín Quintero de su Instagram, transformado en una bitácora desde la Unidad Penitenciaria de Batán.
“Me niegan la medicación en el Penal”, remarca en una imagen negra con letras en mayúscula en blanco. “Estar sola. En la cárcel. Tener hambre”, escribe en otra.
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“La viuda negra” se comunicó desde la Unidad Penal 50 de Batán con LA CAPITAL y si bien en un primer momento pidió que no se mencionara más su caso, luego aceptó hablar y contar cómo son sus días en la cárcel, que transcurren entre la celda y la biblioteca, desde donde prepara un libro con su vivencia como “activista feminista” privada de su libertad. Aunque no está presa por ese motivo, sino por haber seducido, envenenado y robado a hombres. Está presa por “viuda negra”.
Tras las rejas y encerrada en muros de concreto, continúa con su inclinación artística y busca presentar una obra de teatro en la cárcel para sus compañeras, como así también dar clases en el resto de los pabellones de la Unidad Penal 50 de Batán.
“Estoy haciendo uso de la biblioteca, para instruirme lo más posible en la lectura y poder sacar de este proceso algo beneficioso a nivel artístico y cultural. La idea es poder escribir un libro después con mi experiencia en el sistema penitenciario, vinculado con la poesía y con el arte. Es un libro escrito en papel y lápiz, que espero pueda publicarlo”, expresó Antonella Marín Quintero.
Para ella, lo más duro de estar en la cárcel es el “contexto de ultrafascismo en el que se vive”. “Lo más complejo es el trato que tiene el sistema penitenciario y cómo eso se cuela también en las propias compañeras, que se genera una especie de sálvese sola”, agregó.
Si bien Antonella Marín Quintero prefiere no hablar de su situación judicial, sí remarcó que ser una “viuda negra” es una “actividad peligrosa”.
“Es una situación donde no solo nosotras hacemos un peligro, sino que el peligro también lo corremos al exponernos, al hacer algo así”, expresó.
“Todo el mundo sabe que mi caso tiene que ver con ser viuda negra, pero me parece importante recalcar que es un tipo de delito que nos expone muchísimo a nosotras al peligro”, expresó finalmente Antonella Marín Quintero. De no ser real, parecería una ironía imposible de creer.