La Ciudad

De “La Chacra” a Bogotá: marplatense llevó el nombre de la educación pública a un foro internacional

Mateo Uranga, egresado de la Escuela Secundaria Nº 25 “La Chacra de Perdriel”, participó del Modelo de Naciones Unidas de la Universidad del Rosario, en Colombia. Su historia es un testimonio del poder transformador de la escuela estatal y del compromiso docente.

A los 19 años, Mateo Sebastián Uranga no solo representa a una nueva generación de jóvenes marplatenses, sino también a la fuerza silenciosa de la educación pública bonaerense.

Egresado de la Escuela de Educación Secundaria Nº 25 “La Chacra de Perdriel” y actualmente estudiante del Profesorado y la Licenciatura en Historia en la Universidad Nacional de Mar del Plata, Mateo viajó recientemente a Bogotá (Colombia) para participar en el Modelo de las Naciones Unidas de la Universidad del Rosario (MUNUR) celebrado entre el 31 de octubre y el 3 de noviembre.

El joven llegó a esa instancia tras haber resultado ganador del XI MONUR 2024, que organiza desde hace varios años el Instituto Juvenilia de nuestra ciudad.

Allí, en un ámbito universitario internacional y bilingüe que convoca a estudiantes de toda América y Europa, el joven marplatense integró el comité insignia “Nova Et Vetera”, una simulación diplomática de alta complejidad que recreó los debates políticos y militares en torno a las guerras yugoslavas y los Acuerdos de Dayton.

“Representar a Ratko Mladić, un personaje histórico cargado de controversia, fue un desafío moral y académico enorme —relata Mateo—. No se trataba de justificar acciones, sino de comprender los contextos, las tensiones y las decisiones que llevaron a un conflicto tan devastador. Fue una experiencia que me permitió crecer no solo como estudiante, sino como persona”.

Un camino que comenzó en la escuela pública

Aunque el logro tiene escala internacional, su raíz está en las aulas de la escuela estatal marplatense. Mateo descubrió su vocación por la política internacional en “La Chacra de Perdriel”, impulsado por docentes que no solo enseñaron contenidos, sino que abrieron caminos.

“Agradezco profundamente a mis profesores y directivos, Luis Distefano, Ángela Trani, Nadia Goñi y Marcelo Ignoto. Ellos tuvieron la paciencia y el compromiso de acompañarme en cada paso, incluso cuando eso significaba moverse por toda la ciudad para que pudiera participar de los Modelos ONU”, recordó.

Durante su paso por la escuela, Mateo participó en numerosos Modelos de Naciones Unidas. Acumuló 14 distinciones, entre ellas la que lo llevó a competir en Colombia: la mención al mejor delegado de la XI Edición del Modelo de Naciones Unidas Regional (MONUR).

“Estos logros no son individuales —afirma—. Son el resultado de una comunidad educativa que confía, apoya y enseña a creer en uno mismo. Cada palabra de aliento de mis docentes, cada oportunidad de participación, fueron los ladrillos que me trajeron hasta acá”.

El compromiso docente como motor de futuro

La experiencia de Mateo revela lo que muchas veces pasa inadvertido: detrás de cada joven que alcanza sus metas, hay docentes que sostienen, guían y creen. En un contexto donde la educación pública enfrenta enormes desafíos estructurales y simbólicos, historias como esta son un recordatorio del valor irremplazable del compromiso docente.

“La escuela pública me formó no solo académicamente, sino como ciudadano —expresó el joven—. Aprendí que la educación es un derecho, pero también una responsabilidad. Que estudiar historia no es repetir el pasado, sino entenderlo para construir un futuro mejor”.

En palabras de los directivos de la institución, el caso de Mateo refleja el espíritu que la escuela busca transmitir: esfuerzo, vocación y compromiso social. “La educación estatal sigue siendo una usina de oportunidades. Cuando los docentes se comprometen, los estudiantes florecen”, señalaron desde la conducción de la E.E.S. N.º 25.

Un ejemplo que trasciende fronteras

Durante su estadía en Bogotá, Mateo compartió debates con jóvenes de distintos países —Perú, El Salvador, Venezuela y Colombia—, en jornadas intensas donde la diplomacia, la historia y la empatía se entrelazaron. “Me di cuenta de que la diplomacia no se trata de ganar discusiones, sino de construir puentes entre posturas opuestas. Eso también lo aprendí de mis profesores”, reflexionó.

El comité en el que participó no entregó el primer premio por decisión del jurado, pero Mateo fue distinguido con la “Mención de Honor”, ocupando el tercer lugar. Sin embargo, él prefiere describirlo de otra manera: “No viajé como un delegado más, viajé representando a la República Argentina, a la Provincia de Buenos Aires, a Mar del Plata y a la educación pública”.

El valor de creer

Antes de despedirse, el joven marplatense dejó un mensaje para quienes hoy cursan la secundaria: “Así como yo llegué hasta acá, cada estudiante de la escuela pública argentina puede hacerlo. Es cuestión de participar, de animarse y de disfrutar el camino. Con esfuerzo, apoyo y compromiso, todo es posible”.

 

 

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