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La Ciudad 14 de marzo de 2019

De la colecta millonaria a la promesa del edificio propio: la historia de la Esmet

Hace un año la secundaria municipal que forma técnicos para la industria de la alimentación temía quedarse sin espacio físico por la decisión de los dueños de vender la propiedad. Este lunes, el municipio se comprometió a su compra y garantizó el espacio.

El secretario de Educación, Luis Distéfano, estaba parado frente a un salón repleto de estudiantes, padres, docentes y empresarios cuando anunció que la Municipalidad había resuelto comprar el edificio de la esquina de Yrigoyen y Juan B. Justo, donde funciona la Escuela Municipal de Educación Técnica N°1 (Esmet). A su lado, el intendente Carlos Arroyo todavía se mostraba conmovido por el discurso de apertura de ciclo lectivo que hacía solo unos minutos había pronunciado en el mismo lugar donde ahora estaba su funcionario.

Si bien la compra aún no se concretó, la intención está y eso tranquiliza los ánimos que todos los que hacen a la comunidad educativa de la institución y en especial a Manuel Paz, su director hace 26 años.

El secretario de Educación, Luis Distéfano; el intendente Carlos Arroyo; el director de la Esmet, Manuel Paz; y el director de laboratorios Gihon, Alberto Chevalier.

El secretario de Educación, Luis Distéfano; el intendente Carlos Arroyo; el director de la Esmet, Manuel Paz; y el director de laboratorios Gihon, Alberto Chevalier.

La tranquilidad que genera esa promesa en los presentes tiene una explicación: hace exactamente un año la secundaria municipal que forma técnicos para la industria de la alimentación temía quedarse sin espacio físico por la decisión de los dueños de vender la propiedad.

La noticia, lejos de paralizar a quienes dirigen la escuela, los llevó a mover “cielo y tierra” para que eso no ocurra, y llegaron incluso a organizar una campaña para juntar fondos.

“Buscamos 600.000 personas en este mundo que nos aporten 1 dólar”, contaba a LA CAPITAL el pasado marzo.
No pudieron llegar aún a su meta, pero sí lograron algo aún más satisfactorio: que el Estado reconozca la importancia de no correr el riesgo de perder una institución como la Esmet.

“Según tengo entendido, en la secretaría de Hacienda hay una propuesta con una propiedad que van a entregar en forma de pago y así vamos a poder acercarnos al valor que piden los propietarios”, dijo Paz, quien nunca permitió barajar la posibilidad de una mudanza. “Yo les mostré una obra que estamos haciendo en el sótano, para que vean, sutilmente, que nosotros no pensamos irnos; no queremos, esta escuela desaparece si se va de acá”, vaticinó.

Es que desde que la institución abrió sus puertas en 1992 se realizaron varias obras no sólo para el acondicionamiento edilicio, sino también para la adecuación de las instalaciones a los diversos talleres que comenzaban a agregarse a la currícula.

Es que vale destacar que desde hace más de dos décadas la escuela forma técnicos para la industria de la alimentación y ofrece propuestas alternativas que apuntan específicamente a mejorar las economías familiares y la salida laboral de sus alumnos, como aquellos vinculados a la producción de mermeladas o cervezas artesanales.

Algunos talleres, incluso, han llegado a darse en las afuera de la institución, como los cursos de elaboración de pastas y salsas, que llegaron a darse en barrios periféricos de la ciudad.

Esta enseñanza, que no sólo apunta a la formación tradicional, sino también técnica y de marcado interés en lo que demanda el mercado laboral, ofrece su aporte en el intento de disminuir uno de los flagelos más vigentes en la sociedad: el desempleo.

En la entrevista que LA CAPITAL le hizo el año pasado, Paz aseguraba que la responsabilidad de la escuela, y especialmente la pública, es “recibir alumnos y prepararlos para el futuro”, por lo que uno de los objetivos centrales desde la apertura de la Esmet fue “no generar desocupación”. Algo que, según señala, “se ha cumplido”.

Hoy, y con la promesa de la compra del inmueble aún retumbando en sus oídos, el directivo vuelve a coincidir: “La educación pública tiene importancia y bien atendida nos salvará como país”.

Para culminar un inicio de clases positivo, en el acto de este lunes también estuvieron presentes importantes empresarios de la ciudad, quienes se mostraron agradecidos con la Esmet por la “calidad profesional y personal” de los egresados. Uno de los encargados en hablar fue Alberto Chevalier, director de los laboratorios Gihon, empresa que ha llegado a firmar convenio con la Fundación de Bill Gates, el creador de Microsoft. “Es algo que nos llena de orgullo”, concluyó Paz.