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Río 2016 22 de agosto de 2016

De las lágrimas por Pareto, Lange y Leones al beso de De Potro a Río 2016

por Vito Amalfitano

RIO DE JANEIRO, Brasil.- “¿Cuál fue el momento que más los emocionó?” preguntó el periodista Javier Lanza, de Perfil, en la mesa de despedida de un grupo de periodistas argentinos, ya en la madrugada del lunes, en el Centro de Prensa de Barra de Tijuca. “Lo de Lange“, contestó Eugenia Mastri, de La Voz del Interior, y varios coincidieron. “Yo lloré en cada pelea de La Peque”, reiteró Fernando Taveiras, de Infobae. “Cuando Del Potro se tiró al piso y besó el logo de los Juegos (tras la victoria ante Nadal)”, deslicé, para agregar otro momento inolvidable aunque aquellos dos ya resultaban insuperables.

La colega Maricel López, de LU9, contó lo que vimos a su lado en Deodoro en el momento de la consagración de Los Leones. Que se le caían las lágrimas mientras informaba en vivo sobre el 4 a 2 final y el título olímpico. “Fue tan soberbio lo de Los Leones, lo ganaron con tanta autoridad, que a mí no me emocionó tanto”, comentó Mariano Ryan, de Clarín.

Cada uno lo vivió a su modo y, más allá de los matices, en esos cuatro instantes, sublimes para la historia del deporte argentino, quedó resumido el gran saldo propio, el mejor en 68 años, también con la participación récord de 213 atletas. Una “pesada herencia” de un trabajo a conciencia, con ciclos olímpicos prefijados ocho años antes.
Pero también se habló, claro, en esa cena despedida, del emotivo final de la Generación Dorada. Y ahí a los marplatenses se nos infló el pecho porque un vecino nuestro, Patricio Garino, fue parte de ese suceso trascendente en el Arena Carioca 1, al formar parte del último acto de Manu y cía, de uno de los equipos más importantes de la historia de Argentina.

Y si de marplatenses hablamos también emocionó ese aliento de Nora Vega, nuestra múltiple campeona, a la vera del camino, al “Colo” Mariano Mastromarino, quien tuvo una destacada participación en el Maratón masculino.

Igual que como Nora había hecho con Juan Curuchet en su consagración olímpica de Beijing.

Y están las lágrimas de Marita Peralta, por una despedida agridulce, por haber podido estar en unos segundos Juegos pero con una lesión que no la dejó terminar su Maratón. Y el esfuerzo de Brain Rosso, a quien los botes le llegaron demasiado tarde para entrenar,-porque las cosas “cambiaron”-, pero quien nunca quiso hacer declaraciones al respecto durante los Juegos “como para que no parezca una excusa para los pibes que están empezando”.

Las imágenes de Lange, Pareto, Del Potro y Leones,-rescatadas en esta mesa nostalgiosa, que terminó con sentidos abrazos entre quienes trabajamos juntos durante más de 20 días-, dejan también notables ejemplos de vida y deportivos. Lange, quien superó nada menos que un cáncer de pulmón para transformarse en campeón olímpico de yachting. La Peque, quien después de la frustración de Londres continuó con sus estudios en la Universidad de La Plata, viajando todos los días desde Tigre, y recibió una primera medalla de oro entre Juegos y Juegos, se recibió de médica; después llegó la consagración en judo en el Arena Carioca 2. Para transformarse nada más y nada menos que en la primera mujer argentina campeona olímpica. Más allá de las medallas, el esfuerzo de estudiar medicina y llegar a la excelencia de los Juegos también lo hizo otra marplatense, Belén Casetta.

DelPotro-Rio2016-Balance

Juan Martín, quien superó tres operaciones de muñeca y la confesión de que estuvo al borde del retiro y que en Río fue más que nunca Del Potro. Se puede volver, con persistencia, paciencia, trabajo, capacidad de superación, entereza. Y Del Potro volvió a ser en Río un Top del tenis mundial. Y Los Leones, al cabo de un proyecto a largo plazo, con una camada de jugadores que vienen juntos de hace un tiempo y que ahora tienen a un gran conductor y motivador como Chapa Retegui, un casi marplatense, quien había sido calificado de “ñoqui” de Aníbal Fernández. Un “ñoqui” muy eficiente y rendidor, por cierto.

Los Juegos nos conmovieron con más imágenes y momentos, además de los nuestros. Cada competencia en la que Michael Phelps y Usaint Bolt agrandaron su leyenda fueron auténticas ceremonias “religiosas”. Y también, de algún modo, ejemplos de superación de abismos, en el caso de Phelps, y de búsqueda de la perfección e invulnerabilidad, en Bolt. Verlos en acción en tiempo y lugar, en el Aquarium Olympic Stadium y en el Estadio Olímpico de Engenhao, fueron verdaderas bendiciones de la profesión.

En aquella mesa de la nostalgia, la despedida y los abrazos de la madrugada de ayer, también surgió la pregunta sobre la máxima frustración, además de chanzas internas sobre deportistas que fueron verdaderos “turistas” en los Juegos y que por un manto de piedad no vamos a mencionar. Seguro lo peor fue lo del fútbol, porque una mala organización y una pésima intromisión del gobierno nacional generó una crisis que impidió que un deporte en el que somos potencia haya engrosado un medallero ya histórico. Otra gran frustración fueron Las Leonas. Ahí quizá los egos impidieron que se continuara un proyecto en la forma correspondiente, como si ocurrió con Los Leones. También se esperaba más de Federico Grabich, quien había sido tercero en Mundial de natación.

En medio de todo eso, la carrera propia. Los Juegos en los que uno compitió. Una vorágine y una adrenalina no vivida nunca antes en más de 30 anos de profesión, ni en siete mundiales de fútbol. Uno de los prestigiosos colegas de medios gráficos de esa mesa confesó lo mismo. Y para él no eran los primeros Juegos Olímpicos, ni mucho menos. “Es que ahora está la web”, explicó. Los medios digitales ya existían en Londres 2012, pero no la multiplicación tan grande de tareas de los periodistas y los medios para cubrir la inmediatez de la web y lo perenne del papel. Para el periodismo también se afrontan nuevos desafíos de superación.