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La Ciudad 9 de julio de 2016

Arroyo llamó a superar “los odios y la división”

Lo hizo al encabezar el acto central por el Bicentenario en Mar del Plata. Sobre el final, se emocionó y rompió en llanto.

El intendente Carlos Arroyo llamó este sábado a la unión de los argentinos y a trabajar por un país “que supere definitivamente los odios, las venganzas, los peligros del pasado y la división”.

Al encabezar el acto central por el Bicentenario en Mar del Plata, el jefe comunal pidió apuntar hacia un futuro en el que “todos los argentinos tengan un trabajo, en donde no haya más pobreza, en donde los odios, las revanchas y las discusiones se superen; en donde reinen la libertad, la democracia y el amor al prójimo”.

“Han transcurrido dos siglos, y hoy nos encontramos con muchas dificultades. Esto es inocultable. En lo personal, a mí me preocupa sobremanera ese tercio de población que está en la pobreza”, dijo el intendente.

“Me preocupa más todavía la alimentación de nuestras criaturas, porque van a ser las generaciones del futuro que está muy cerca, y es importante que tengan una vida normal, que reciban los alimentos, las proteínas y los minerales que a veces no llegan”, agregó.

Arroyo aseguró que “la pobreza es un castigo que no debemos admitir”. Y añadió: “En cada uno de nuestros semejantes hay una criatura que ha sido hecha a imagen y semejanza de Dios. Somos todos iguales, más allá de las circunstancias. Yo les digo que sinceramente siento que soy un vecino como cualquiera de ustedes que transitoriamente trabaja de intendente”.

Arroyo dio su discurso antes de que comenzara el desfile cívico militar desde el palco oficial, ubicado a las puertas del municipio, en Hipólito Yrigoyen y Luro, donde estuvo acompañado por el obispo Antonio Marino, el presidente del Concejo Deliberante, Guillermo Sáenz Saralegui, funcionarios políticos y judiciales y concejales oficialistas y opositores.

En un principio, realizó un repaso del contexto histórico de la declaración de la Independencia en 1816, y sobre el final se emocionó y rompió en llanto al pedir una bendición “para todos los granaderos de tierra, mar y aire”.



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