Arte y Espectáculos

Desembarca un acontecimiento teatral sostenido por “la estética del ensayo”

Es la obra "Mi hijo solo camina un poco más lento", dirigida por Guillermo Cacace, que subirá a escena mañana a las 21 en la sala Payró del Auditorium. Antes, el director charlará en la Escuela de Espectadores.

 

Celebrada por los críticos teatrales, adjetivada como “el fenómeno del off porteño”, “Mi hijo solo camina un poco más lento” es la obra de teatro que llegará este viernes a Mar del Plata. A las 21 se la podrá ver en la sala Roberto J. Payró del complejo Auditorium, con la dirección de Guillermo Cacace, un teatrista cuyo recorrido en el teatro independiente y originalidad también son celebrados por los entendidos.

Cuando estrenó esa pieza, hace seis años, Cacace logró imponer un horario muy poco habitual para el teatro: las once de la mañana de los domingos. Se la podía ver en la primera sede de Apacheta, su propia sala, que entonces tenía un ventanal con luz natural en el escenario. Por eso el director decidió casi no iluminar la obra y dejar, sí, que la ventana hiciera de las suyas.

La obra, cuyo elenco no está formado por actores y actrices famosas, fue un éxito. Es la historia de una familia aparentemente disfuncional, cuya dramaturgia escribió el joven autor croata Ivor Martinic.

Siempre avalada por la buena repercusión de la taquilla, actualmente “Mi hijo…” sigue en cartel en el teatro El Picadero. “No sé si es la obra que más quiero, pero sí sé que esta es la obra en la que fui correspondido por la mirada del público”, resumió ayer, en una entrevista con LA CAPITAL.

La agenda de Cacace en Mar del Plata será intensa: a las 18 de mañana charlará con Pablo Mascareño, a cargo de la Escuela de Espectadores de Mar del Plata, sobre la concepción de su teatro, en un conversatorio que será en la sala Nachman del Auditorium con ingreso libre. Ese mismo día realizará la obra a las 21 y este sábado y el domingo ofrecerá un seminario en Cuatro Elementos (Alberti 2746), en una actividad organizada por el grupo El semillero. Luego, el 15 de junio volverá a esta ciudad con “El mar de noche”, obra en la que dirige a Luis Machín con un texto de Santiago Loza.

“Lo que me interesa es ampliar el público. Y ahí, una receta para ampliar público es ir adonde el público está”, agregó.

-Vos mismo definiste a “Mi hijo solo camina un poco más lento” como un acontecimiento. ¿Cuál es la diferencia con una obra convencional?

-Tiene que ver con las condiciones de producción. Se empezó a hacer a las once de la mañana en un lugar que tenía luz natural. Esa situación se fue perdiendo de alguna manera con la obra en otra sala, pero quedó impregnada en el cuerpo de los actores y más que hacer una obra en los términos convencionales, hacemos algo que se gestó así. Hasta la fecha, la obra recoge también el acontecimiento en la estética del ensayo, que puede ser hasta una ética del ensayo. Es una obra en la que desde hace seis años seguimos ensayando, probando cosas, seguimos dándonos permiso respecto de si la resolución de la escena es por aquí o es por allá. De alguna manera también es un acontecimiento porque en general uno ensaya para llegar a un resultado y presentar ese resultado frente al púbico, pero nosotros en general ensayamos para seguir ensayando sin que haya un resultado final, ni siquiera el día en que la bajemos.

-Nunca terminan de hacerla, porque se está haciendo todo el tiempo.

-Somos hijos de una generación de artistas que, no solo en el teatro, en la concepción de lo artístico en general, vemos a la obra como una suerte de elaboración permanente, de work in progress permanente. No es factible el concepto de obra terminada, como lo era en otro momento. Eso arrastra el pensamiento judeo-cristiano, donde el ensayo pasaría a ser el valle de lágrimas para llegar a cielo del estreno. Y de alguna manera también a nivel de vestuario y de escenografía, la obra remeda la estética del ensayo.

-¿Puede explicarse el éxito de la obra por su temática, la dinámica de una familia que no funciona y que logra identificación?

-La cartelera (de teatro) que más conozco es la porteña y se puso de moda hablar de las familias disfuncionales. Yo creo que esto convoca porque se puede presentar como una familia disfuncional pero lo interesante es que funciona, hay una familia que no sabe qué hacer con lo que le toca vivir pero el vínculo y lo afectivo que circula como pulsión positiva termina por relevar el problema y se configura como una red. Creo que eso arma una diferencia con un tipo de familias disfuncionales que venía contando el teatro porteño y que después terminaba en desastre, eran bizarras. Si bien no existe la familia perfecta, hay una red familiar como lugar de contención para bancar situaciones hostiles.

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