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Arte y Espectáculos 28 de febrero de 2016

Di Caprio espera romper el maleficio y llevarse un Oscar

Se lanzó la "dicapriomanía"

Leonardo Di Caprio está en cuenta regresiva esperando que en el Dolby Theatre del Hollywood Boulevard se escuche su nombre luego del conocido “And the winner is?” por su trabajo en “The Revenant: El renacido”, de Alejandro González Iñarritu.
Con este primer Oscar de su carrera todos esperan que se laven una serie de injusticias, la más flagrante cuando compuso a Jordan Belfort en “El lobo de Wall Street”, por las cuales nunca obtuvo el más codiciado galardón que entrega Hollywood, aunque fue candidato en cuatro oportunidades.
A tal punto se habla del tema en los Estados Unidos que en internet se puso de moda el videogame titulado Leo’s Rampage Red Carpet, que se puede jugar en el site redcarpetrampage.com, en el que una caricatura de Di Caprio debe sortear fotógrafos, camarógrafos, icebergs, a su competidor principal de este año, Matt Damon por su papel de astronauta en “Mision Rescate”, y hasta a una desopilante Lady Gaga, que le hizo un inesperado gesto de desprecio en la última ceremonia de entrega de los Globos de Oro.
El juego es apasionante, tiene varias etapas: la posibilidad de sumar un bonus haciendo llegar a Di Caprio a un auto arrastrándose, un apartado que es “encuentre algún negro” en una tribuna en la que es imposible detectarlo, y Lady Gaga que una y otra vez le obstruye el camino.
La “dicapriomanía” y el anhelo de que el rubio actor gane finalmente su primer y demorado Oscar supera las fronteras estadounidenses y llega incluso al Río de la Plata: en Facebook, un usuario lanzó un evento en el que se proponía que si Di Caprio ganaba el Oscar había que festejarlo en el Obelisco, como un mundial de fútbol, una convocatoria que obtuvo el apoyo de 10 mil entusiasmados.
Hijo de una secretaria alemana que observando en un museo una obra de Leonardo Da Vinci sintió la patada en su vientre que sirvió para justificar su nombre, y de un artista de historietas underground, el actor nació el 11 de noviembre de 1974, como Leonardo Wilhelm Di Caprio, bajo el signo de Escorpio.
Sus padres se divorciaron cuando él tenía un año, y muy joven fue protagonista de spots publicitarios, uno muy recordado para los autos en miniatura Matchbox, y luego se lo vio como secundario en numerosas series de televisión.
Comenzó su carrera en el cine en 1991 en “Critters 3: La venganza”, a la que siguieron “Mi vida como hijo”, junto a Robert De Niro y en 1993 fue muy aplaudido por su papel en “¿Quién ama a Gilbert Grape?”, su primera candidatura al Oscar, como actor de reparto, que perdió con Tomy Lee Jones por “El fugitivo”.
“Diario de un rival”, “Vidas al límite”, donde fue Arthur Rimbaud y “Romeo+Julieta”, donde fue, obviamente, Romeo, fueron otros de los papeles de un actor que, desde su aparición, no dejó de ascender en la preferencia del público y sumar en la taquilla.
Esos filmes no sólo lo presentaron como una cara bonita sino como un actor que tenía pasta para convertirse en una de esas grandes figuras tan necesarias para un Hollywood que buscaba recuperar su galería de ídolos, que supo lucir por décadas.
Su papel consagratorio llegó con “Titanic”, de 1997, gran megaéxito de James Cameron, al que siguieron tres filmes con repercusiones relativas, como “El hombre de la máscara de hierro”, “Celebrity”, de Woody Allen, y “La playa”, que precedieron a “Atrápame si puedes”, dirigido por Steven Spielberg y “Pandillas de Nueva York”, la primera con Martin Scorsese.
A esta altura y como actor (tiene otra candidatura fallida como productor de “El lobo de Wall Street”), Di Caprio lleva cuatro nominaciones a los Oscar: una como actor de reparto y tres como protagónico; además ganó tres Globos de Oro, incluso uno por “Revenant: El renacido”, que también le mereció el lauro de la Asociación de Directores y el de la crítica de su país.
Sin embargo, la estatuilla dorada sigue siendo una deuda pendiente que quizás la Academia de Hollywood decida saldar esta noche.