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Salud 29 de noviembre de 2019

Día mundial del SIDA: las comunidades marcan la diferencia

por Alejandro Ferro

El primero de diciembre se conmemora el día mundial del SIDA y este año uno de sus objetivos será difundir la importancia que tienen las comunidades en la lucha contra el VIH para finalizar una prolongada y feroz pandemia que ya ha causado la muerte de más de 32 millones de personas desde su comienzo.

La ONUSIDA, división de la ONU que se ocupa del VIH-SIDA, reporta que al año 2018 viven con VIH a nivel global 37.9 millones de personas y que el 22% de ellos no conocen su diagnóstico. En nuestro país se estima que viven 130.000 personas con VIH, siendo esencialmente la forma de trasmisión la vía sexual.

Los avances científicos han permitido estrategias altamente efectivas para controlar la epidemia, como son los tratamientos antivirales, anteriormente llamados “cocteles” por el gran número de píldoras; en la actualidad se tratan en su mayoría de esquemas de un solo comprimido diario con excelente tolerancia.

Cuando los pacientes toman estos medicamentos sus cargas virales caen dramáticamente por lo que dejan de ser detectables en los estudios de control; a causa de ello ya no desarrollan la enfermedad (SIDA), pudiendo además tener una vida normal con una sobrevida similar a una persona no portadora.

Vale remarcar que estos pacientes bajo los adecuados controles y tratamientos, NO trasmiten el VIH a otros por la vía sexual; por ello la importancia que el mensaje sea para todos “I = I”, lo cual significa “Indetectable es igual a Intrasmisible”; esto es conocido mundialmente como TasP, lo cual significa “Tratamiento como Prevención”. Una deuda pendiente a nivel global es que tan solo el 52% de los pacientes que padecen el VIH se encontrarían indetectables.

Otra estrategia que ha demostrado ser muy exitosa en el ámbito de la prevención, especialmente para algunos grupos que presentan mayor riesgo de transmisión, es brindar drogas antivirales en forma preventiva a las personas que no están infectadas, esto se denomina PrEP o “Profilaxis pre-Exposición”, cuyo propósito es que no adquieran el VIH al mantener actividad sexual con una persona portadora del virus. Hasta hace 2 años había un solo país que proporcionaba PrEP a su población y ahora hay 17; esta herramienta de prevención aún no está implementada en nuestro país.

Pese a estos enormes logros terapéuticos y preventivos, referidos más arriba como el TasP y la PrEP, la pandemia persiste muy activa; solo en el 2018 adquirieron el VIH 1.7 millones de personas a nivel global y en Argentina habría 6000 nuevos casos anuales. Las nuevas infecciones habrían disminuido en un 30% en Europa occidental desde 2007, sin embargo las de Europa oriental se han incrementado en un 60%.

Obviamente los países con grandes inequidades sociales, estigmatización de las personas portadoras de VIH o criminalización de las conductas sexuales, etc., más la falta de políticas públicas de salud, aportan la mayoría de los casos; pero no hay que viajar al África subsahariana para descubrir el efecto de la vulnerabilidad social sobre las enfermedades.

Si se analizan los pacientes VIH que viven en los sectores más pobres de nuestra ciudad, los que en su mayoría se atienden en el sector público por falta de cobertura social a causa del desempleo, se observará por ejemplo, una muy alta incidencia de tuberculosis (otra patología contagiosa que se asocia al VIH y a la pobreza); estos individuos además son los que llegan más tarde a la consulta, padeciendo a causa de ello sufrimiento y alta mortalidad.

Volviendo a las comunidades organizadas, ellas tienen un rol vital, para intervenir allí donde el estado no llega por diferentes razones. A modo de ejemplo no es tarea fácil llegar a los trabajadores sexuales sin un agente comunitario validado por ese grupo, para abordar temas de prevención del VIH, testeo etc., debido a los conflictos que ellos mantienen con la ley penal y uso indebido de drogas, entre otros. Vale mencionar que la prevalencia de VIH puede alcanzar el 34% en las trabajadoras sexuales transgénero versus el 0.4% en la población general.

Siempre es necesario recordar que se enfrenta una enfermedad cuyo origen es viral y no moral y que el trabajo sexual, desafortunadamente existe porque dispone de un mercado de clientes que lo sustenta.

Otro grupo que aporta numerosos nuevos casos es el de los hombres jóvenes que mantienen sexo con hombres; la prevalencia de VIH en este grupo ronda el 12% y por ello necesitan tomar decisiones en forma individual y como comunidad para disminuir los nuevos casos. Para ello deben efectuarse los test para VIH periódicamente, tomar los antivirales cuando corresponda, y usar el preservativo en la forma correcta. También este sector debe reclamar la implementación por parte del estado de un programa para el otorgamiento de la PrEP, la que también ha demostrado particularmente ser muy útil en reducir el número de nuevas infecciones entre ellos.

El Estado nacional además de proveer los antivirales en forma gratuita para toda la población, lo cual debe remarcarse es un logro enorme de nuestro sistema de salud, debiera luego de examinar exhaustivamente los datos de la epidemia en forma federal, elaborar estrategias focalizadas. Su objetivo sería disminuir el número de nuevas infecciones especialmente en las ciudades, por ejemplo Mar del Plata, y en los grupos poblacionales donde estén la mayoría de los casos, haciendo intervenir en estos dispositivos al estado en todos sus niveles, conjuntamente con las organizaciones de la comunidad.

Para este fin, todo el sistema de salud, debiera invertir en la adecuada formación y retribución de agentes sanitarios, eligiendo preferentemente a aquellos provenientes de las comunidades más diversas, llamadas “difíciles de alcanzar”, para que difundan los mensajes saludables y acompañen en cercanía a los individuos o a pacientes con VIH. Así también ellos deberían integrarse a la toma de decisiones como interlocutores de esos mismos sectores.

La comunidad educativa es una gran herramienta disponible pero no utilizada en todas sus capacidades, ella es el ámbito ideal para la educación para la salud a todo nivel, la cual puede generar conciencia sobre los hábitos de vida saludables en general, y en este caso sobre educación sexual y la prevención de enfermedades como el VIH.
También los medios de comunicación por ser actores relevantes dentro de la comunidad podrían intensificar su acompañamiento divulgando este tipo de acciones y mensajes.

Sin lugar a dudas ha habido enormes logros en la lucha del VIH como en ninguna otra patología; hace más de 30 años comenzaba una epidemia de la cual la ciencia ni conocía su agente causal y que actualmente cuenta con tratamientos antivirales y medidas de prevención altamente efectivas.

Sin embargo falta mucho y las fuerzas de la toda la comunidad en conjunto, con los diferentes niveles del estado, son las que pueden finalmente concretar que las medidas más arriba detalladas lleguen a todos, especialmente a aquellos grupos poblacionales en los cuales es difícil acceder.

Para finalizar algunos importantes mensajes no han cambiado y deben remarcarse siempre: todas las personas sexualmente activas deben testearse regularmente para el virus del VIH así como también usar el preservativo en forma universal y adecuada.

(*): Consultor en Enfermedades Infecciosas. Miembro de la Sociedad de Infectología de Mar del Plata.



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