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La Ciudad 9 de octubre de 2019

Eco-aglomerados: una nueva forma de construir con arroz y soja

Pueden ser utilizados en el interior de viviendas como recubrimientos, mobiliario y cielorrasos, entre otras aplicaciones.

El grupo de investigadores del Conicet Mar del Plata que desarrolló eco-aglomerados

Un grupo de investigadores del Conicet Mar del Plata desarrolló eco-aglomerados a partir de cáscara de arroz y adhesivos derivados de la soja. Pueden ser utilizados en el interior de viviendas como recubrimientos, mobiliario y cielorrasos, entre otras aplicaciones.

Este desarrollo se llevó a cabo en el marco del Proyecto de Desarrollo Tecnológico y Social (PDTS) titulado “Desarrollo de eco-aglomerados basados en adhesivos de soja y sustitutos de la madera”, financiado por el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) y el Conicet.

El equipo de trabajo está compuesto por los investigadores Roxana Ruseckaite, Mayra Chalapud, Emiliano Ciannamea, Josefa Martucci y Pablo Stefani, todos miembros del grupo Ecomateriales del Instituto de Investigaciones en Ciencia y Tecnología de los Materiales (Intema, Conicet-Unmdp), junto con los arquitectos e investigadores Fernando Cacopardo y María Inés Cusan, de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Mar del Plata.

Además y como “institución adoptante” participó el Centro de Estudios de Acción Social (CEAS). Su tarea ha sido reconocida por los premios “Banco Río a la trayectoria” en el año 2005 y más recientemente en el “Concurso de ideas proyecto nuevas aplicaciones de la soja 2015” otorgado por la Asociación Cadena de la Soja.

El tablero aglomerado es un producto elaborado con partículas de madera y una sustancia aglutinante capaz de unirlas de manera permanente. El aserrín de madera se obtiene por trituración de rollizos de especies forestadas en nuestro país. Además de impactar directamente sobre el consumo de la madera, el proceso de molienda requiere un gasto energético.

Desde hace varios años, los investigadores del Intema han diseñado diferentes formulaciones de eco-aglomerados que utilizan cáscara de arroz como sustituto de la madera y adhesivos de proteína de soja libres de compuestos volátiles tóxicos. La cáscara de arroz no requiere ningún proceso de acondicionamiento de tamaño previo y, debido a su estructura porosa, los eco-aglomerados que se producen duplican en capacidad aislante a los productos comerciales basados en madera.

En el marco del proyecto PDTS actual se elaboraron nuevas formulaciones de adhesivos de soja con actividad antifúngica y se utilizaron recubrimientos biogénicos para mejorar la estabilidad a la humedad de los eco-aglomerados y su durabilidad. “Una de las pruebas claves que estamos llevando a cabo es colocar los diferentes tipos de eco-aglomerados en viviendas, evaluando su comportamiento en el tiempo en condiciones reales de uso”, explicó Stefani.

El objetivo desde el inicio de este proyecto es el que hoy están cumpliendo como grupo: hacer eco-aglomerados sostenibles a partir de recursos y residuos de la agroindustria con aplicación en emprendimientos habitacionales sociales. Es decir, ayudar a los que menos tienen a cumplir el sueño de tener su casa. Y es ahí donde ingresa Elisa Segovia, que tiene 29 años y vive con sus tres hijos en el barrio Nuevo Golf. Ella y su familia facilitaron su vivienda para realizar las pruebas de campo de los eco-aglomerados.

Elisa fue una pionera en autoconstrucción, de la mano de Fernando Cacopardo, que desde 2010 trabaja en el barrio Nuevo Golf con su proyecto de “Hábitat y Ciudadanía” y que lleva construidas numerosas viviendas. Actualmente Elisa realiza capacitaciones sobre autoconstrucción de viviendas para vecinos de otros barrios en el marco de proyectos coordinados por Cacopardo. “En Mar del Plata encontré mucha gente solidaria que, sin conocerme, me ayudó. Los eco-aglomerados que traen ellos están geniales porque son ecológicos, naturales, aíslan del frío y no son contaminantes”, agrega Elisa.

En las visitas periódicas que realiza el grupo del Intema se evalúan visualmente los eco-aglomerados, se determinan variaciones de diferentes variables en función del tiempo y en condiciones reales de uso (dimensiones, peso) y el desempeño mecánico y durabilidad de los mismos. Se ha establecido un grupo de trabajo con Elisa y su familia. Sus hijos y ella colaboran con las mediciones que se realizan. Pero más importante aún es el vínculo afectivo que se logró construir. “El principal aporte del proyecto es que permitió visibilizar la situación social en los barrios. Además, demuestra que los vecinos siempre están dispuestos a aprender y colaborar para mejorar su calidad de vida si les damos una oportunidad”, señaló Stefani.

Además, entre los proyectos realizados por Cacopardo junto con la familia de Elisa y un grupo de voluntarios integrados por estudiantes, empresas y personas solidarias se construyó el comedor “Dulces Sonrisas” ubicado en calle 81 no 4705 (entre Cerrito y Gianelli) para asistir a los niños del barrio y que se solventa con donaciones privadas y del estado. Andrea Mansilla, madre de Elisa, es el motor y el corazón de este comedor que no solo se ocupa de nutrir a los niños, sino de darles asistencia médica a madres, apoyo escolar y mucho afecto y contención.



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