Por Gustavo de Elorza Feldborg

Los desarrollos tecnológicos están siempre embebidos en su mayor parte de tiempo y lógicas que poco a poco se transforman en hábitos de nuestro diario vivir, y que luego son aceptados casi al grado mismo de invisibilidad, siendo esto tan natural para nosotros, que sólo nos damos cuenta de su valor y necesidad en momentos en que ya no disponemos de ellos o bien, porque cambiaron los escenarios de confort en los que estábamos acostumbrados a transitar, escapando a nuestro control.

Tal es caso de la evolución de la educación a distancia, cuyo paradigma consistía en resolver cómo hacerles llegar a los estudiantes los materiales de trabajo; para este viejo modelo se utilizaban el correo postal y en donde se atendían todas las consultas por medio de comunicaciones vía telefónica; aunque en la actualidad, por costumbre y de manera errónea, seguimos llamando educación a distancia a la transformación y evolución de la educación virtual, educación en línea, educación digital, como si todavía nuestro problema a resolver consistiera en que nuestros estudiantes se hagan de los materiales educativos.

Los nuevos escenarios mundiales y muchos ellos golpeados por la pandemia, experimentan hoy en día la urgente necesidad de trasladarse de sus territorios presenciales a los continentes digitales, tal es el caso de la educación en todos los niveles de nuestro país.

Es decir, hoy asistimos a uno de los fenómenos educativos más relevantes y trascendentes de los últimos 70 años, tal es así que todos, vivimos los repentinos giros, marchas y contra marchas de las instituciones educativas y de su desesperado anhelo de mantener la continuidad pedagógica, claro esta, que hoy no estamos pensando en como mantener o mejorar la tan olvidada “calidad educativa”; sino que esta mudanza a la virtualidad, prácticamente nos empuja de cierta forma, a abandonar la presencialidad a las que estábamos tan acostumbrados.

Estos tiempos si sabemos entenderlos se constituyen en un enorme desafío y oportunidad de cambio y de mejora para todo el sistema educativo argentino, es decir esto de mudarnos a la educación en línea, nos permitirá y les posibilitará a nuestros estudiantes desarrollar las competencias y capacidades que se les demandará en este siglo XXI; con ello, estaremos preparando personas mas capacitadas para entender la lógica de lo digital y sus laberintos virtuales.

En relación a los docentes, y sus nuevos roles dentro de los espacios digitales, muchos de ellos se encuentran en la actualidad aprendiendo que se puede dar clases de otra forma a la tradicional con la que fueron formados.

Las diferencias

Ahora bien, ¿qué no deberíamos olvidarnos de llevar en esta mudanza educativa hacia la virtualidad?, En primer lugar, la idea de comprender que enseñar en la educación en línea es diferente a la enseñanza presencial, dado que las reglas que gobiernan al mundo físico son muy diferentes a las planteadas en el mundo virtual y digital. En segundo lugar, no debemos olvidar que no es compatible emular la clase presencial en los modos virtuales, es decir, la clase virtual, requiere de planificar y diseñar la formación plenamente centrada en los estudiantes, donde el elemento vertebral, es la pedagogía, que intenta proponer actividades basadas en las experiencias y acordes a los nuevos consumos culturales de nuestros alumnos. En tercer lugar, es esencial, formarnos para comprender que las herramientas basadas en las nuevas tecnologías están al servicio de la pedagogía y no al revés, ya que en muchos casos reina una idea confusa que sostiene que enseñar en línea alcanza sólo con contar con una plataforma virtual, dentro de la arquitectura de internet.

En cuarto lugar, el desarrollo de procesos educativos mediante la virtualidad, implica la construcción de una lógica basada en acciones concretas de interacción e interactividad, potenciadas por fuertes procesos comunicativos y en donde constantes procesos de evaluación permiten personalizar y mejorar la calidad de los aprendizajes.

En quinto lugar, lo mejor que podemos llevarnos con nosotros, es detectar cuáles son las necesidades de aprendizaje que hoy tienen y presentan nuestros estudiantes y en consecuencia poder desarrollar e implementar la construcción de dispositivos tecno pedagógicos, que permitan que nuestros estudiantes desarrollen nuevos conocimientos a partir de sus estructuras y modelos cognitivos previos.

Como en toda mudanza, siempre encontramos alguien que nos ayuda y nos hace un poco más fácil el traslado, por ello es muy importante saber que esa ayuda se sostiene en buscar el método mas apropiado para considerar cuáles son las características y recursos psicopedagógicos, la infraestructura tecnológica y el manejo de los tiempos con que cuentan nuestros estudiantes en este proceso hacia la virtualidad. Así también, el sentido, significación y el contexto que encuentren nuestros estudiantes en la propuesta formativa, claro está, que educar en lo digital, requiere de una sólida propuesta en el diseño de las actividades, siendo éstas el núcleo central de toda propuesta de formación virtual que se considere eficaz.

Por lo tanto, debemos pasar este momento de mudanza a la virtualidad, y esto debería servirnos para construir nuevas experiencias que nos permitan desarrollar las competencias necesarias para poder operar de forma natural en ambientes educativos, sostenidos en la educación en línea, ya que los próximos años, seguramente nos presentarán nuevos escenarios, y esto nos permite reflexionar que los tiempos que nos toca vivir son más que una revolución tecnológica, en realidad constituyen un gran desafío de transformar hoy nuestra manera de enseñar y de aprender.
(*) El autor es profesor e investigador universitario y especialista en Educación y Nuevas Tecnologías (Flacso)