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La Ciudad 18 de julio de 2017

El 22% de los partos en el HIEMI es de mamás adolescentes

Crecen los embarazos en niñas de 14 y 15 años y atienden, por año "uno o dos" embarazos en niñas de 12 y "unos cuatro" en niñas de 13 años. Entre el 65 y el 70% son embarazos "no buscados o no planificados".

por Claudia Roldós
@clauroldosmdp

El promedio de partos que se atienden en el Hospital Interzonal Especializado Materno Infantil de Mar del Plata (Hiemi) es de 5.000 por año, con picos de 6.000. De ellos, 1.000 corresponden a mamás adolescentes -entre 10 y 19 años, según la definición clásica-. Esta cantidad representa un 22% del total. Dentro de esta franja, el mayor porcentaje de nacimientos es de mamás que tienen 17 años. Asimismo entre el 65 y el 70% de los embarazos en esta franja etaria es no buscado o no planificado.

Estos datos corresponden a un trabajo estadístico realizado el año pasado por la responsable del consultorio de ginecología y obstetricia adolescente, Eugenia Ugarte, junto al grupo de residentes del área, con información del CIDH.

El trabajo cobró actualidad en estos días al difundirse el último informe de Unicef sobre la situación de la infancia en nuestro país y su apartado sobre salud sexual y reproductiva en esa franja.

Del análisis de los datos a nivel local -y siempre teniendo en cuenta que se da sobre la población que se atiende en el sistema público de salud- la especialista indicó, en diálogo con LA CAPITAL que “hicimos con los residentes del hospital un trabajo de estadística, para conocer y tomar dimensión de la realidad, porque uno está en el día a día, pero si no ves los números en perspectiva, a veces no te das cuenta de determinadas cosas”.

De ese análisis basado en los últimos cuatro años -2013/2016-, Ugarte indicó que “la estadística indica que el 22% de los nacimientos es de embarazos de mamás adolescentes”, pero aclaró que “el período total de análisis es de niñas de entre 10 y 19 años”. La aclaración tiene que ver con que el informe de Unicef, divide el análisis entre 10-14 años y 15-19.

Alerta

Según el dato local, “se mantiene el promedio de edad de embarazos, dentro de esa franja, en 17 o 17 años y medio”.

De todas formas, la médica indicó que en la actualidad “lo que llama la atención o genera alarma es que estamos viendo embarazos en nenas de 12 y de 13 años. Y, según mi experiencia, hay un aumento lento pero paulatino de embarazos en niñas de 14-15 años”.

“Si bien en porcentaje, es bajo, porque estamos hablando de un 1,9% de embarazos de chicas de 10 a 14, el número es de 12, 14 o 15 pacientes por año de esa franja”, alertó.

En ese sentido especificó que “embarazos en nenas de 12 años tenemos uno o dos por año y de 13 habrá cuatro. De 14 y 15 han aumentado un poco más. Lo que ocurre, aunque sean pocos casos es que hay una inmadurez psíquica.

Quizás se pueda pensar en una madurez física, donde la persona tiene la capacidad de mantener relaciones, pero psíquicamente todavía necesita mucha educación para que pueda enfrentar el tema de las relaciones sexuales y, el alerta, la preocupación es que en casos de embarazos a más corta edad, se plantea el tema, la posibilidad de los abusos, sobre todo los que se ocultan, que son los intrafamiliares. Estamos frente a esta problemática, y sobre todo, a la del ocultamiento de embarazo, porque cuando llegan a la institución hay derivación al gabinete social, a la ayuda interdisciplinaria”.

El protocolo

En ese sentido, la ginecóloga apuntó que “cuando llegan personas adolescentes embarazadas, en este caso 13 o 14 años, se tiene que trabajar en equipo de gabinete social, en aspectos de salud mental, psicología, con apoyo.

Generalmente se deriva a las pacientes para que sean atendidas en el hospital y lo que se requiere, además es contención, no solo atención, porque en muchos casos el entorno familiar no es favorable”.

Al respecto apuntó que si bien la mayoría concurren a las consultas con un mayor, también “hay un porcentaje de chicas que vienen solas y, en esos casos, uno tiene que pensar, dónde está viviendo, cómo va a ser la situación del bebé por nacer”.

Controles

En cuanto al nivel de control durante el proceso de embarazo en las adolescentes, Ugarte especificó que “en general acuden a control desde el principio del embarazo y cursan embarazos controlados. Sí, hay casos en los que te das cuenta que no están viniendo y hay que pedir a servicio social que trabaje en conjunto por el tema de la búsqueda. La mayoría que viene acompañada por un mayor es la que continúa los controles”.

Lo que la experiencia en el consultorio le indica a la especialista es que “un gran porcentaje, 65, 70% de los embarazos son no buscados, no planeados” y “en la mayoría de los casos, la mamá no asiste al colegio”.

Información y desconocimiento

“Es muy poco el porcentaje de chicas que continúan los estudios. Aunque hay una educación por módulos desde la casa, no continúan. Eso hace reflexionar sobre las fallas en los sistemas. Si no hay apoyo del entorno familiar, si no van a la escuela, por más políticas públicas que haya, se llega tarde”, reflexionó Ugarte.

En ese sentido indicó que “el objetivo es que lleguen al sistema a asesorarse y buscar o elegir los métodos anticonceptivos eficaces que hay a su alcance. Muchas veces, cuando llegan, están embarazadas o tienen alguna enfermedad de transmisión sexual”.

La especialista describió que esta situación no se da por “desconocimiento de la existencia de los métodos. Saben que existen los métodos pero lo que no saben es llegar a ellos. Les da vergüenza ir a pedir o no saben que pueden acudir solas, que no se necesita autorización o aval de un adulto, que la ley autoriza al personal de salud a dar métodos anticonceptivos a cualquier menor de edad sin aprobación de ningún mayor”.

Por ello entendió que en ese caso también “que esté la política, la herramienta, en el hospital o en los CAPS, no es suficiente. Si las personas no llegan a obtener el método no tiene sentido, esas políticas deben estar siempre acompañadas por difusión y educación”.

Bebés prematuros y de bajo peso

En los casos de embarazos adolescentes, los médicos saben que “están asociados a un bajo peso de los recién nacidos o a partos prematuros”.

Por su experiencia, Ugarte indicó que “además del embarazo, hay casos de chicas que tienen desnutrición o mala alimentación y a veces se suman temas de adicciones, consumo de cigarrillo o bajo peso por anorexia o bulimia. Son niñas que todavía no lograron terminar de educarse, de nutrirse o de cuidarse y se les agrega el embarazo”.

Una vez producidos los nacimientos y, cuando llega el momento del alta, “el abanico de oportunidades de seguimiento es amplio pero, una vez más, tanto la mamá como el bebé tienen que acudir, tienen que trasladarse y llegar al hospital. La idea es que cuando se les da el alta se vayan con una planificación familiar, con un método anticonceptivo, que ellos elijan según lo que les parezca mejor, porque tienen derecho a decidir qué es lo que quieren para su cuerpo. Por eso necesitamos darles todas las oportunidades, pero lo difícil es el control y el retorno”.

¿Qué hacer con los datos?

Tras el conocimiento de los datos y el análisis de la situación por parte de una especialista, surge una reflexión: “La estadística parece fría, impersonal. Pero se torna importante y se acude a ella cuando hay indicadores que comienzan a preocupar. Además de que, detrás de cada número hay un rostro, una persona, una realidad diversa, necesidades, la estadística se torna en la herramienta que muestra determinada realidad, qué factores están variando, si esos cambios son positivos o negativos. Pero, además, interpelan a observar la situación, escuchar a los diferentes actores, hacer autocrítica, revisar políticas públicas, analizar su impacto, corregir las inadecuadas, profundizar las que se consideren más acertadas y, sobre todo, garantizar su continuidad en el tiempo y la más amplia difusión en los lugares adecuados para que el mensaje llegue a quienes tiene que llegar.



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