CERRAR

La Capital - Logo

× El País El Mundo La Zona Cultura Tecnología Gastronomía Salud Interés General La Ciudad Deportes Arte y Espectáculos Policiales Cartelera Fotos de Familia Clasificados Fúnebres
Arte y Espectáculos 26 de noviembre de 2016

El Astor de Oro fue para “Gente que no es yo”

La película de la israelí Hadas Ben Aroya se quedó con el máximo premio del 31° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. Todos los ganadores.

El filme “People That Are Not Me”, de la joven realizadora israelí Hadas Ben Aroya, se alzó este sábado con el Astor de Oro a la Mejor Película de la Competencia Internacional de la 31ra edición del Festival de Cine de Mar del Plata, que entregó sus galardones en una ceremonia con alfombra roja incluida y estrellas y figuras del espectáculo.

En tanto, el Astor de Plata al Mejor Director fue para el rumano Radu Jude por su notable filme “Scarred Hearts” y la brasileña Sonia Braga se llevó el Astor de Plata a la Mejor Actriz por su papel como una mujer madura que defiende sus derechos ante la avasallante impudicia del poder del dinero y los negocios en “Aquarius”, de Kleber Mendonça Filho, película que también ganó el Premio del Público.

El premio al Mejor Guión recayó en el ruso Andrei Konchalovsky por su filme sobre particulares circunstancias en la Francia ocupada y los campos de concentración del nazismo, mientras que el Astor de Plata al Mejor Actor fue para el norteamericano Mahershala Alí por su interpretación de un dealer que cuida de un niño hijo de una madre drogadicta en el drama norteamericano “Moonlight”, de Barry Jenkins.

El último galardón del Jurado de la Competencia Internacional fue una Mención Especial para Leo Histin por su trabajo como director de fotografía de “Nocturama”, el incómodo y consistente filme del francés Bertrand Bonello que gira en torno a un grupo de jóvenes que realiza una serie de atentados en París.

En tanto, el documental brasileño “Martirio”, que registra el despojo de sus tierras que sufre la comunidad guaraní-kaiowá del sur del Matto Grosso desde la Guerra de la Triple Alianza hasta la actualidad y que fue dirigido por Vincent Carelli, Ernesto de Carvalho y Tatiana Almeida, fue elegido como Mejor Largometraje en la Competencia Latinoamericana, donde la argentina “El auge de lo humano”, de Eduardo Williams, obtuvo el Premio Especial del Jurado y “Aire quemado”, del mexicano Yamil Quintana, ganó en la competición de cortometrajes.

En la competencia exclusiva para largometrajes argentinos fue elegido como Mejor Filme la opera prima de Tomás de Leone “El aprendiz” y el premio al Mejor Director fue para Lukas Valenta por su filme “Los decentes”, mientras que como Mejor Cortometraje ganó “Murciélagos” de Felipe Ramírez Vilchez y como Mejor Director de Cortometraje Mariano Cócolo por “Al Silencio”.

En la sección Work In Progress para filmes en proceso de realización ganaron “Extraño”, de Natural Arpajou el premio Incaa; “Adiós entusiasmo”, de Vladimir Durán el premio Cono del Silencio y el filme “Construcciones”, de Fernando Restelli, el premio Cinecolor.

En su premiación, el jurado internacional eligió un filme pequeño, extraño, de construcción simple y alta exposición de su realizadora, que es la protagonista y que cuenta sus fallidas salidas y encuentros sexuales con algunos jóvenes luego de una separación amorosa que no puede superar, para hablar de la incomunicación y las distancias entre los jóvenes.

Mucho más sólidas fueron propuestas como la rumana “Scarred Hearts”, que aunque reconocida con el premio como Mejor Director para Radu Jude era la gran candidata al Astor de Oro, y la francesa “Nocturama”, un filme políticamente incómodo ante el auge del extremismo conservador que parece hegemonizar al mundo cristiano, judío e islámico en la actualidad.

El palmarés de las dos competencias principales le dio al cine argentino solo el Premio Especial del Jurado para la soporíferamente críptica “El auge de lo humano”, y se fueron con las manos vacías “Hermia & Helena” de Matías Piñeiro, y “El futuro perfecto”, de Nele Wohlatz de la Competencia Internacional, y las películas de Albertina Carri (“Cuatreros”), José Celestino Campusano (“El sacrifico de Nehuén Puyelli”) y Gastón Solnicki (“Kekzsakallu”) en la Latinoamericana.

Se estima extraoficialmente -las proyecciones de esta 31 edición que arrancó el viernes 17 concluyen este domingo- que la asistencia de público, que colmó la sala en casi todas las proyecciones, podría superar los 140.000 espectadores del año pasado.

La película ganadora

En la película ganadora del Astor de Oro, Joy es una joven de 25 años que tiene una vida razonablemente cómoda, siempre divertida, en la inquieta Tel Aviv. Se mueve en un mundo de pares, y con ellos concurre a los lugares que les son comunes a los jóvenes: a oscuros boliches bailables, a pasear por el parque, a las confiterías. Invariablemente, sus paseos terminan en la cama con el compañero del momento. Es que para los jóvenes israelitas, o por lo menos para el sector social en que se mueve Joy, el sexo es una cuestión común, que no resiste demasiados análisis. No es un problema para ellos cómo ni cuándo acceder al sexo. El problema es más profundo: cómo relacionarse, cómo comunicarse entre sí.

Esto es lo que dice haber tratado de contar la directora y protagonista Hadas ben Aroya, quien ayer tuvo un interesante diálogo con el público que asistió a su película,

People that are not me / Gente que no es yo, única procedente de Israel que ingresó a la Competencia Internacional.

gente

 

Joy no sólo se divierte cuando puede. También sufre, casi en partes iguales. Su último novio la dejó y ni siquiera admite que le hable, no la recibe a pesar de los desgarradores mensajes que le deja a través del celular o por internet. Porque ellos forman parte no solamente de la generación del sexo desinteresado, juguetón y generoso, sino también de la generación hiperconectada. Y a pesar de ello, no pueden comunicarse…

Joy trata de superar su tristeza con otras relaciones. Otros jóvenes que como ella, le sacan el cuerpo al compromiso, al parecer otra característica de la juventud de su país.

Con un clima intimista, un buen manejo de la cámara -que se mete sin pudor en la intimidad de la protagonista- Hadas ben Aroya presentó una opera prima precisa, fresca y divertida, aun cuando escasea el conflicto que necesita la historia. O quizá, el conflicto sea el no-conflicto.
La música aparece como una protagonista más y es una protagonista fuerte, cuya presencia de hace sentir y mucho.

“Quería contar lo que sucede en mi generación, la película no es acerca del sexo, no tenemos problemas con el sexo, tenemos problemas para comunicarnos”, dijo la directora y protagonista en una rueda tan fresca como la película con la que ingresó de lleno al mundo del cine.



Lo más visto hoy