La Ciudad

El “bon vivant” que durmió en la calle y sobrevivió para contarlo

Rodolfo "Fito" Frati protagoniza una vida de película en la que conoció tanto el cielo como el infierno. Fue fotógrafo del rock nacional, adolescente educado en reconocidos colegios y mendigo callejero. En marzo pasado, cuando vivía en la calle, participó del programa televisivo "¿Quién quiere ser millonario?" y ganó medio millón de pesos.

Por Natalia Prieto

np@lacapitalmdq.com.ar

Fotógrafo en los albores del rock nacional, dandy en los veranos esteños, adolescente educado en reconocidos colegios, conversador incansable, mendigo callejero, Rodolfo “Fito” Frati condensa todas esas facetas, en una vida de película a través de la cual conoció tanto el cielo como el infierno.

En marzo pasado, cuando vivía en la calle -en la zona norte del conurbano bonaerense- participó del programa televisivo “¿Quién quiere ser millonario?” y ganó medio millón de pesos. Eso le cambió el transcurrir cotidiano, pero asombró aún más a todos con su historia de vida.

Hijo único de una familia de buen pasar que habitaba en Florida (partido de Vicente López), estudió en el colegio San Gabriel y en el Ward, donde fue compañero de hoy hombres conocidos (por distintas circunstancias) como el cineasta Juan José Campanella, el titular de Red Solidaria Juan Carr y el tristemente célebre Hugo Conzi.

Frati con Santiago del Moro, el día que ganó medio millón de pesos.

Desde hace un mes y medio está instalado en la ciudad, en un hotel de la zona céntrica, con una rutina que combina visitas a amigos, escritura, caminatas por la costa y café con leche en la misma cafetería.

“La última vez que viene fue hace como 18 años, con Pedro Aznar, pero estoy muy vinculado con Mar del Plata porque durante la infancia veníamos siempre. Y la ciudad va a estar en la peli”, cuenta a LA CAPITAL mientras endulza su colación de media tarde.

Su tarea de escritura se refiere a un guión cinematográfico del que no quiere adelantar detalles ni título -“mejor no hablar de ciertas cosas”, cita a una de las canciones de Sumo para evadir la pregunta- aunque asegura que “estoy con un monólogo de un soldado en la época de la dictadura y una obra de teatro”.

Fito reconoce que “tuve una vida espléndida en todo sentido”, que contempló desde largas temporadas veraniegas en Punta del Este hasta girar con muchos de los representantes del rock nacional -para hacerles las fotos- a lo largo de varias décadas, además de haber recorrido el mundo como comisario de a bordo.

Desbande

Pero ese mundo idílico se le acabó cuando en poco tiempo perdió a sus padres y a su mujer, con la que pensaba casarse. A la debacle emocional se le sumó la económica: sus abogados lo estafaron y se quedó sin nada. En la calle, literalmente.

“Hoy esos abogados ya no están -dice-, estoy seguro que si das cosas buenas te vuelven y si das cosas malas, te vuelven al cuadrado”.

Ese devenir, con el paso de los años, lo depositó en la calle, en la zona norte del conurbano, a la vera de la Panamericana o en Aeroparque en pleno invierno. Y nunca nadie, ni sus amigos, se enteró de que era un “homeless”.

“La gente tiene mil problemas -explica- y no quería llevarle más problemas. Yo sabía que iba a salir solo, tenía las herramientas, la capacidad, la resiliencia. No fue por orgullo que no conté, todos pensaban que estaba en Punta del Este como siempre, sino por no molestar”.

Así fue que en marzo pasado “estaba muy mal, entonces les pedí a mis padres que están en el (cementerio) Memorial de Pilar que me saquen de esto”, señaló y advirtió que al tiempo se encontró con un amigo, que trabaja en Telefé, y lo llevó al programa de Santiago del Moro. Así fue que ganó. Y su vida cambió.

“Después del programa me sentí agobiado -confiesa-, pensé ‘esto no es para mí’. Me siento parte de la historia del rock argentino, no lo digo en forma pedante, vine con un montón de músicos”. También recuerda sus recitales como espectador de Sui Generis o Invisible.

Hoy dice que extraña de su vida en la calle “la libertad, fundamentalmente. Vengo de una separación porque tal vez ella no entendió mi forma de ser, depositó en mi una esperanza que no le puedo dar. Mi padre me decía ‘no te cases ni trabajes’. Y le hice caso”, cuenta entre risas.

Recuerdos

Con 60 años recién cumplidos, su actual cotidianeidad en “La Feliz” pasa por “escribir en forma manuscrita, escuchar música -básicamente Los Beatles- y visitar amigos”, aunque aclara que en sus excursiones ciudadanas advierte muchos cambios que contrastan con sus recuerdos.

“Me emociona volver -reseña- pero la veo muy cambiada. Me da mucha tristeza el estado de Mar del Plata, dejada, sucia, todos los locales se alquilan o venden, ves gente complicada a la noche”.

De su vida de “homeless”, Fito rescata como aprendizaje que “la mente todo lo puede” y aunque aclara que “no me gusta victimizarme”, dice que padeció “más el calor que el frío. A veces me despierto con la lluvia y pienso que el agua traspasa el cartón, pero no, estoy en una cama”.

Si bien insiste en que “no voy a hablar de mi vida privada”, se describe como “un nómade” y confiesa que está solo, y que quedó un poco golpeado de su última separación.

“Me siento bien conmigo, me siento en paz”, describe. Conciente de su capacidad “para desaparecer”, adelanta que la semana que viene parte para Uruguay, donde visitará “Montevideo y Punta del Este” y quizás regrese a la ciudad. “O me instale en Florida, soy un fundamentalista de Florida”, se ríe mientras observa el último trago de café con leche, ya frío.

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